01/06/2025

WCC EX - Capítulo 8




Novela original en japonés por: ヘロー天気 (Hero Tennki)
World Customize Creator



Traducido por: Xeniaxen


Capítulo 8
La propuesta de la diosa de la guerra

Los cuatro se trasladaron a la sala de mando provisional. Violet pensó que quizás querrían hablar del mundo del que venían, por lo que intentó retirarse con discreción. No obstante, Yuusuke le dijo que sería mejor que un miembro de la familia real de Fonkrank estuviera presente, así que se quedó, priorizando el trabajo.

Lo que Yuusuke iba a pedirle a Sakuya era su colaboración para hacer frente a Polvatia, y aún debían concretar los detalles.

—Cooperaré, pero... ¿Estas cosas no se discuten en reuniones con gente importante para ir concretando?

—Aquí mismo tienes a dos personas importantes, así que no hay problema —Yuusuke señaló a la chamana blanca, representante de Gazetta, y a la princesa de Fonkrank. Él mismo, en ese momento, también ocupaba una posición importante dentro de la estrategia contra Polvatia.

—Después de la batalla de hoy, hemos visto que así como estamos no aguantaremos. Necesitamos tomar medidas drásticas.

—¿Te refieres a eso que dijiste de que yo entrara directamente y me ocupara del líder de allí?

—No. En principio no pensamos tocar al líder salvo que sea realmente necesario... Sería algo que deberían decidir sus propios habitantes, en todo caso...

—Vale, ya veo.

Yuusuke explicó la idea que ya había tratado antes con Ayuukas: una estrategia para provocar una especie de colapso interno; avivar una guerra civil dentro de Polvatia.

—¿Llamar a la rebelión a la gente que venía de otros continentes?

—Eso era lo que pensábamos al principio, pero...

La idea era repeler la invasión del ejército de Polvatia, hacer tambalear la posición del Gobierno Sacro y convertir a Kaltcio en un símbolo para despertar a los antiguos habitantes de otros continentes que sostenían Polvatia como mano de obra, es decir, a las capas bajas de la ciudadanía. De este modo, obligarían a los líderes a sentarse a negociar.

En esa negociación, se revelaría un «nuevo hecho»: que Kaltcio no era un continente impuro. Así pues, mientras que mantendrían la legitimidad del Gobierno Sacro, les harían aceptar una nueva estructura en la que pudieran convivir con Kaltcio.

Después, con una guerra encubierta de operaciones secretas, se desestabilizaría el interior de Polvatia. Incluso si no llegaban a colapsar, podrían reducir la dominación del Gobierno Sacro hasta limitarla únicamente a los polvatienses de sangre pura.

—Pero ese gran supuesto se vino abajo.

—Ya veo. Yo también había pensado en algo parecido, pero... claro, si las fuerzas no están equilibradas, ni siquiera se sentarán a negociar. Ese es el problema.

Incluso si lograban provocar un conflicto interno incitando a las fuerzas disidentes dentro de Polvatia, si no existía una amenaza externa, el levantamiento probablemente se vería sofocado. Si además les prestaban apoyo y el conflicto se prolongaba en una guerra de desgaste, solo aumentarían inútilmente las víctimas. Sería un conflicto sin fin, que no terminaría hasta que uno de los dos bandos fuera destruido. Si querían inducir una desestabilización interna, debía hacerse de la forma más pacífica posible.

—¿Tienes alguna buena idea? —preguntó Sakuya.

—Tengo algo en mente, pero para saber si realmente se puede hacer, quiero infiltrarme yo mismo allí —declaró Yuusuke.

—¡Espera un momento, Yuusuke! ¡¿Piensas ir tú mismo!? —Violet no pudo ocultar su sorpresa.

—Vaya, eso sí que es atrevido. Pero... si tú abandonas la ciudad, ¿cómo crees que quedará? ¡El daño sería incalculable! —planteó Ayuukas.

Si Yuusuke se ausentaba, el sistema de personalización y la red de Shift Move de la ciudad dejarían de estar operativos. Si se producía un ataque como el de ese mismo día durante su ausencia, Sanc Adiet quedaría reducida a escombros en un abrir y cerrar de ojos.

—Sí, así que el problema es cómo detener los ataques mientras yo no esté.

Si lo que tenía en mente era posible, Yuusuke aseguraba que podría poner fin, al menos temporalmente, a la guerra entre los dos continentes en el mismo día en que se infiltrara.

—Solo por preguntar... ¿No estarás pensando en asesinar a algún alto cargo, verdad?

—No. De hecho, en principio nadie debería morir, y probablemente tampoco haya apenas heridos. Eso si es que todo sale bien —añadió a modo de advertencia, despertando aún más la curiosidad de Sakuya por saber qué clase de plan extravagante se le había ocurrido.

Tanto Violet como Ayuukas compartían esa misma curiosidad y le pidieron que les explicara el contenido con más detalle.

—Conociéndote, Yuusuke, seguro que estás tramando otra locura.

—Bueno... Tampoco es un método tan novedoso. Ya hice algo parecido una vez.

Aunque dijo que no era nada del otro mundo, eso era solo desde la perspectiva de los conceptos que Yuusuke manejaba. Cuando Sakuya escuchó la explicación básica del plan, reaccionó con un «¡¿De verdad puedes hacer algo así?!», completamente asombrada.

Violet y Ayuukas, en cambio, parecieron entenderlo enseguida, con un simple «Ah, vale. Así que es eso lo que piensas hacer».

—En una ciudad tan grande como esa, creo que bastará de sobra.

—Hmm... Si vas a hacer eso... necesitarás información detallada de la ciudad, ¿no?

—Con saber qué tipo de instalaciones hay y en qué zonas se encuentran, aunque no se sepa todo con exactitud, es suficiente.

Yuusuke pensaba obtener información sobre Castle Palace a través de los prisioneros. Los detalles más precisos los comprobaría una vez sobre el terreno. Pero había dos problemas principales que resolver para llevar a cabo ese plan:

—Uno es la defensa de la ciudad mientras yo esté fuera. Y el otro, cómo infiltrarme en la ciudad enemiga.

—Ajá. Por eso me has pedido ayuda a mí, ¿no?

Una de las opciones era que Sakuya transportara directamente a Yuusuke en brazos por vía aérea. Si usaban el «modo sigilo espiritual», podrían llegar hasta la mismísima cúpula de la catedral enemiga sin que nadie lo notara.

En cuanto a la posibilidad de detener los ataques, Sakuya propuso una idea: pedir la cooperación de Alicia.

—¿Alicia?

—Sí. Tengo que ir a entregarle algo dentro de poco. Aprovecharé para hablar con ella y ver si está dispuesta a colaborar.

—Si no me equivoco —ante esa idea, Ayuukas planteó una duda—, esa chica está ahora mismo avanzando hacia aquí con el contingente terrestre de Polvatia.

—¿Eh? ¿De verdad?

Tras escuchar de Ayuukas más detalles sobre la base de operaciones del ejército de Polvatia, Sakuya dijo que entonces se pasaría directamente por allí más tarde, y le pidió que le indicara la localización aproximada.

—Por cierto, Yuusuke...

—¿Sí?

Sakuya se acercó hasta casi pegársele la cara, lo que hizo que Yuusuke ladease un poco la cabeza, preguntándose qué quería. Después de observarlo atentamente, le lanzó la pregunta, pensativa:

—Te noto cambiado. ¿Puede ser?

—¡Ah! Eso también lo he notado yo.

—¡Yo también!

—...

Tanto Ayuukas como Violet señalaron al unísono que había algo distinto en él respecto al día anterior. Sin saber exactamente cómo responder, él se quedó un momento en silencio, pensativo.

(Xeniaxen: Nuestro Yuusuke ya no es virgen...)



Después de que Sakuya se marchara volando del palacio, el grupo de Kaltcio se dirigió a ver al Rey Esvobus para informarle de que habían conseguido su cooperación. Le explicaron en qué consistía, a grandes rasgos, el plan de operaciones.

Con expresión algo apenada, Violet comentó que le habría gustado poder hablar un poco más tranquilamente con Sakuya.

—Ya habrá otra ocasión.

—Bueno, eso es verdad. Tampoco es que ahora mismo estemos en una situación tranquila como para charlar —respondió ella encogiéndose de hombros, conforme.

—Por cierto, Yuusuke —intervino entonces Ayuukas—, sobre el plan que mencionaste antes... ¿Realmente vas a destruir todas las fábricas de armamento?

—Sí. Aun así, probablemente volverán a fabricar cierto tipo de armas sin dificultad, pero mientras no sean lo bastante peligrosas como para desestabilizar el equilibrio general, creo que se puede mantener todo bajo control.

Yuusuke respondió explicando su forma de concebir cómo debía gestionarse el mundo una vez puesto en marcha el plan. O, más bien, cómo debía resolverse todo. En principio, pensaba dejar la gestión a los altos cargos, pero prepararía el terreno lo mejor posible para prevenir de antemano los problemas que pudieran surgir.

—Ya veo...

Ayuukas asintió con un leve gruñido de aprobación, y en su fuero interno pensó que Yuusuke seguía siendo el mismo que una vez había hecho realidad el proyecto de la Confederación de los Cinco Clanes y había construido un mundo según sus propios ideales. La transformación del dios oscuro aún no había terminado.



Al día siguiente. Los bombarderos del ejército de Polvatia aparecieron sobre el cielo de la ciudad de nuevo al amanecer, por segundo día consecutivo. Volaban en círculos a gran altitud, fuera del alcance de las flechas de luz antiaéreas, y comenzaron a lanzar columnas explosivas.

Sin embargo, en Sanc Adiet ya no era necesario preocuparse por los ataques desde tierra, y podían concentrarse únicamente en interceptar las columnas que caían desde el cielo. Gracias a ello, los daños no fueron tan graves como los del día anterior.

A medida que los artilleros asignados a las baterías se fueron acostumbrando a usar artes aéreas para fijar su objetivo y disparar con precisión, la puntería también fue mejorando. Hacia el final del bombardeo de aquel día, el número de columnas explosivas que lograron alcanzar el suelo se podía contar con los dedos de las manos.

—A este ritmo, quizá pronto podamos detenerlas por completo.

—Cierto. Pero tampoco podemos confiarnos demasiado con los resultados de hoy.

Cuanto más pasara el tiempo, más tropas invadirían por tierra. Si comenzaban a utilizar también rutas marítimas, eso multiplicaba aún más los números.

—Será mejor poner en marcha cuanto antes ese plan del que hablamos, ahora que tenemos un poco de margen.

—Sí, tienes razón.

Ese día también, al llegar el anochecer, el ejército de Polvatia se retiró. La batalla había servido para comprobar que incluso sin la gestión personalizada de los sistemas, podían defenderse razonablemente bien contra bombardeos a gran altitud.

Justo cuando Yuusuke estaba planteando ejecutar la operación de infiltración esa misma noche, una visitante apareció de forma repentina.

—¡Ah! ¡Estás aquí, Yuusuke!

—¿Eh? Ah, Sakuya.

Pero esta vez, no había aparecido de repente como solía hacerlo: entró por la puerta como cualquier persona normal, corriendo hacia ellos.

—¡Esto es grave, muy grave! Me lo ha contado Alicia: ¡dicen que mañana va a empezar una ofensiva a gran escala!

La expresión ligeramente alterada de Sakuya y la información que traía arrojaron un jarro de agua fría sobre los de Kaltcio, justo cuando empezaban a albergar un poco de optimismo con respecto al estado de la guerra.



La noche anterior, Sakuya había ido a visitar a Alicia en el cuartel general del ejército y le había propuesto la posibilidad de detener temporalmente los ataques. No obstante, la respuesta que recibió fue que la heroína no tenía autoridad de mando y no podía interferir en las operaciones de las tropas. Aun así, como estaba en posición de hablar directamente con el sumo sacerdote, accedió a trasladar la petición a los altos mandos.

Al acudir de nuevo hoy para conocer el resultado, Alicia le comunicó el inicio de una gran ofensiva. Incluso estaba previsto que comenzara esa misma noche y se prolongara hasta el amanecer con bombardeos continuos.

—¿Qué? ¡¿Lo dices en serio?!

—Tiene toda la pinta.

Al parecer, los cuarteles en tierra también tenían el papel de calcular con precisión las coordenadas de los objetivos. Tras registrar las posiciones entre ayer y hoy, estaba previsto que lanzaran ataques aéreos ininterrumpidos, tanto de día como de noche.

—También están preparando el envío de tropas por mar.

—Ufff... —Yuusuke dejó escapar un quejido al ver que la situación se encaminaba exactamente hacia lo peor.

Como jefe de estrategia, Vermeer dio instrucciones por mensajero a los artilleros encargados de las baterías para que no bajaran la guardia durante la noche, pues seguramente creerían que los ataques ya habían terminado por hoy.

La más serena de todos, gracias a su experiencia, fue Ayuukas, quien instó a Yuusuke a actuar:

—Yuusuke, si vas a llevar a cabo ese plan, esta noche es la única oportunidad.

—Pero... Os van a bombardear...

Para interceptar las columnas explosivas con artes aéreas, también es necesario corregir el disparo con apoyo visual. Yuusuke dudaba, convencido de que durante un bombardeo nocturno no lograrían mantener la misma tasa de intercepciones que de día. Sin la asistencia de su habilidad de personalización, temía que la ciudad podría derrumbarse en una sola noche.

Por otro lado, si se quedaba, no podría dejar el puesto ni un instante durante la gran ofensiva, y perdería la oportunidad de infiltrarse en Polvatia. ¿Debía arriesgarse a confiar en que resistieran una noche para ejecutar el plan? ¿O quedarse a defender la ciudad y buscar otra estrategia...?

—Tranquilo, yo me encargaré de proteger la ciudad —propuso Sakuya.

—¿Eh?

En el centro de detención de prisioneros de Sanc Adiet... El comandante de la unidad de reconocimiento de la Fuerza Aérea Sacra de Polvatia, Kanan, se encontraba confundido ante la repentina aparición del capitán de la Patrulla del Dios Oscuro y una misteriosa chica de cabello negro que vinieron a pedirle ayuda.

—Queremos que lleves a Yuusuke hasta Polvatia. Hemos conseguido la colaboración de Alicia, pero ella no sabe pilotar aviones.

—¿Alicia...?

Yuusuke decidió aceptar la propuesta que Sakuya había ideado tras consultarlo con sus espíritus. Dejó los preparativos y la comunicación con los altos mandos en manos de Ayuukas y Vermeer, y se puso en marcha.

Junto con Kanan, se dirigió al campamento terrestre del ejército de Polvatia. Allí, disfrazado con el uniforme militar de Polvatia, Yuusuke viajaría con ellos al otro continente. Era una operación arriesgada, pero si confiaba la defensa de Sanc Adiet a Sakuya, no había otra forma de infiltrarse en Castle Palace.

Mientras Sakuya intentaba convencer a Kanan, el joven oscuro abrió el menú de personalización y enlazó el sistema Shift Move para estar listo en cuanto pudieran actuar.

—Si vas a cambiar Polvatia sin destruirla, entonces colaboraré.

—Gracias.

Nadie sabía cuándo comenzarían los bombardeos nocturnos. Una vez alcanzado el acuerdo, Yuusuke devolvió el uniforme completo y el equipo de Kanan y ejecutó el Shift Move de inmediato.

Aunque se suponía que estaban en el centro de detención de la ciudad, Kanan y Sakuya se quedaron atónitos al ver cómo el paisaje a su alrededor cambiaba repentinamente por una llanura nocturna.

—Increíble... ¿Esto lo haces con tu poder?

—Sí. Es sorprendente cuando lo experimentas en persona, ¿verdad?

Incluso Sakuya, que ya estaba acostumbrada a cambiar de mundos, se sorprendía por cosas como aquella, que ocurrían sin que ella misma pudiera controlarlas.

—Desde aquí iremos en coche hasta el cuartel de Polvatia, pero, Sakuya...

—Déjamelo a mí. Usaré el modo sigilo espiritual para que no nos detecten.

Yuusuke asintió ante su respuesta, abrió el menú de personalización y montó allí mismo un vehículo con materiales almacenados en la red Shift Move. Al ver esto, volvieron a asombrarse con un «¡¿Pero esto qué es?!». Acostumbrado ya al proceso, él hizo caso omiso con una sonrisa. Tomó el volante con ambos pasajeros a bordo y, mientras Kanan se ponía el uniforme militar en el asiento trasero, Sakuya envolvía el vehículo entero con su «modo sigilo espiritual», ocultándolo de la vista exterior.

Tras un rato recorriendo la llanura, cuando empezaron a divisar las luces del campamento, bajaron del vehículo y se infiltraron a pie. Aunque eran invisibles, pasaron con tensión frente a los soldados que vigilaban la entrada y se colaron en una de las tiendas de campaña que hacía de barracón.

—Eh, chicos, media vuelta.

—¡Uah!

—¡Ojo!

—¿Hmm?

Alicia, que acababa de ponerse una camiseta limpia por la cabeza y llevaba en el cuello el amuleto de su tierra natal que le había entregado Sakuya, se giró al oír la voz.

—¡Yujuu!

—¿Sakuya...? Espera... ¡¿Ese de ahí es... Kanan!?

—Eh... Hola —Kanan alzó una mano con gesto informal sin dejar de darle la espalda.

Mientras, Alicia se apresuró a bajarse la camiseta. No pudo evitar sonrojarse: ¡qué momento para aparecer! Y, sobre todo, por qué lo habían traído a él allí. Justo cuando iba a preguntar, Sakuya presentó a una última persona.

—En realidad, también ha venido Yuusuke.

—Esto... Buenas noches.

—¡...!

Fue todo demasiado de golpe. Alicia no sabía si debía enfadarse porque la habían pillado cambiándose de ropa, vengarse por lo mucho que él la había hecho rabiar aquella vez, o simplemente empezar por preguntarle a Sakuya cuál era su intención con todo esto. En medio de la confusión, no era capaz ni de ordenar sus sentimientos.




Cuando Kanan preguntó si no se suponía que ya lo habían hablado con anterioridad, Sakuya le explicó que, en realidad, no había mencionado que vendrían ellos dos. Y es que esta operación había surgido como una medida de urgencia, formulada a raíz de la noticia del gran ataque que Sakuya había traído consigo al bando de Kaltcio.

—En cualquier caso, nada de abalanzarse con tu poder de heroína, ¿vale?

—Grrr...

Mientras la heroína Alicia apretaba los puños envuelta en luz y gruñía, el dios oscuro Yuusuke se adelantó con prudencia, escudándose tras la diosa de la guerra Sakuya, para evitar ser el blanco de su ímpetu.



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