
Tengo que decir que me gusta este formato de capítulos más cortos. Se nota en la velocidad en la que traduzco, ¿no? ¿A vosotrxs qué os parece?
Por cierto, he actualizado la página principal de World Customize Creator con las portadas y los enlaces de capítulos que faltaban.
-Xeniaxen
Novela original en japonés por: ヘロー天気 (Hero Tennki)
World Customize Creator
Traducido por: Xeniaxen
Capítulo 9
Ofensiva y flores rojas
En las profundidades bosque alrededor del Lago Reflejo Lunar, un grupo armado observaba oculto la Catedral de Kaltcio. Este grupo estaba formado por agentes infiltrados de la Alianza del Esplendor, una organización clandestina de Polvatia, junto con miembros extremistas de la facción supremacista de Gazetta. Algunos de ellos ya se habían infiltrado en la catedral, haciéndose pasar por refuerzos de seguridad, y estaban listos para actuar.
Desde hacía unos días, los representantes de Trent Rietta y Blue Garden se habían reunido allí, y ese día por fin habían llegado también los delegados de Gazetta y Fonkrank.
—Ha llegado el momento.
—Sí. Estaba esperando este día con ansias.
Entre los embajadores enviados por Polvatia para el intercambio diplomático también había infiltrados de la Alianza del Esplendor. La operación comenzaría oficialmente en cuanto aterrizaran sus aeronaves.
El objetivo principal del ataque era el asesinato de Ayuukas, la chamana blanca de Gazetta. De ser posible, también intentarían eliminar al héroe Yuusuke, el dios oscuro de Fonkrank.
A continuación, junto con los embajadores destinados a Gazetta y los ingenieros de armas mágicas que lograran fugarse de la Catedral, debían infiltrarse en Patricia del Norte. Allí montarían su base secreta, ensamblarían las piezas clave en su caza polivalente y, en colaboración con los radicales supremacistas, tomarían la Torre Central. Tras asegurar la custodia del Rey Shinja, proclamarían la insurrección y la fundación del nuevo Estado Imperial.
—Si todo sale según lo previsto, la Alianza del Esplendor tomará prácticamente el control de Gazetta.
—¡Llegan! —alertó uno de los infiltrados al avistar los transportes aéreos de Polvatia.
—Ha llegado la hora. ¡Que comience la fiesta!
—Preparad el fuego de apoyo.
Un joven supremacista de Gazetta asintió con decisión y retiró la lona de camuflaje que cubría la ballesta de luz antiaérea automática mejorada.
Desde la terraza de la Catedral de Kaltcio, los vigías anunciaron la llegada de las aeronaves de transporte con los embajadores de Polvatia.
—Bien, están nerviosos —comentó Ayuukas, que ya conocía bien a los emisarios—. Los guiaré yo misma.
—¡Hivodir, ve tú también! —Yuusuke le dio un pequeño empujón—. O Ayuukas se llevará todos los méritos.
—¡C‑Claro! ¡Yo también los conozco, así que la acompaño!
—¡Venga, que no te pille desprevenido!
A punto de abandonar la sala de conferencias con porte altivo, Ayuukas se echó a correr murmurando de sorpresa cuando vio a Hivodir levantarse de su asiento.
Entre los embajadores destacados en la operación había tanto expertos en tecnología mágica polvatiense como quienes apenas sabían en qué consistía. Conseguir que uno de los más cualificados se uniera a la delegación de intercambio dependía por completo de la habilidad negociadora de cada país: era cuestión de llegar primero.
—¡A que no me pillas! —clamó Ayuukas en lo que salía disparada hacia la entrada.
Hivodir se reunió con sus subordinados y la siguió precipitadamente.
Mientras Fonkrank y Gazetta se enzarzaban en su particular táctica, los demás representantes suspiraron, medio incrédulos, medio admirados.
—Esa mujer es de lo que no hay... No se puede perder de vista ni un instante —comentó Vermeer.
—Como estratega de la corona de Gazeta, no tiene rival —añadió Hinke.
—Sin duda —asintió Yuusuke. Luego buscó con la mirada a Kou para preguntarle por la intención de repartir esas flores luminosas... pero el muchacho había desaparecido—. ¿Dónde se ha metido Kou?
—Eh... Cuando la señora Ayuukas salió corriendo, él también abandonó la sala —respondió Hisotta con timidez.
—¿En serio?
—Ni me había dado cuenta —confesó Yuusuke sorprendido.
Al ser en realidad un ente espiritual sin cuerpo físico permanente, Kou tenía la costumbre de perderse fácilmente entre la multitud. Solo Hisotta, que poseía la facultad de percibir sutiles variaciones en el viento, advirtió su salida de la sala cuando usó precisamente sus artes aéreas de rastreo para detectar la llegada de los embajadores polvatienses.
Poco después, llegaron los enviados de Polvatia, escoltados por Ayuukas e Hivodir. En sus pechos brillaban tenuemente las mismas flores de luz creadas por Kou.
Él regresó con aire satisfecho tras repartir sus flores y, justo cuando Yuusuke iba a llamarlo... ¡apareció Sakuya! Al parecer, acababa de teletransportarse directamente desde la Tierra.
—Oh. Hola, Yuusuke —saludó con un gesto algo sombrío, como si hoy le faltara energía.
—¡Hooola! ¿Qué tal? —respondió Yuusuke, con naturalidad—. Oye, Kou, ven aquí.
—Mmm... Mi espíritu acaba de avisarme de que hay «presagios de un enfrentamiento».
—¿Un enfrentamiento?
Según Sakuya, su espíritu familiar le había enviado una advertencia de peligro inminente.
—Oye, Sakuya, creo que habla de la Alianza del Esplendor —intervino Kou.
—¿Qué es eso?
—Son unos operativos de Polvatia que se mueven a escondidas en Gazetta. Es una organización clandestina, nunca se ha mostrado públicamente.
—¡...!
—¡¿...?!
Ku contó que la Alianza, enemiga de la Venerable Cofradía de la Luz Verdadera del sumo sacerdote, tenía ya varios infiltrados en la sala. Al oírlo, Vermeer y Zhahid miraron a su alrededor, alarmados.
—Kou, ¿has leído eso directamente en sus mentes?
—Sí, y los he marcado con mis flores. Las he hecho con magia, y al añadirles cierta energía cambian de color.
Dijo que había dado flores de diferentes colores a los guardias mezclados con los infiltrados y a otros espías de los distintos países.
—Así que servían para eso...
—¿Y qué se trae entre manos la Alianza del Esplendor?
—Verás, primero quieren armar un lío afuera con bombardeos. Cuando todos miren hacia allí, empezarán la operación principal.
—¿Quieren iniciar una reyerta?
—Sí, van a intentar asesinar a Ayuukas y, de paso, a quien ellos llaman el «héroe Yuusuke».
El rostro de los presentes palideció. Sabían que algo inquietante sucedía en Gazetta, pero que todo ello dependiera de Polvatia lo hacía aún más grave. Entonces Kou miró fijamente a Sakuya y añadió:
—Voy a señalar a los que vigilo.
Ambos se quedaron en un curioso silencio, mirándose mutuamente. Los miembros de la Patrulla del Dios Oscuro, extrañados, volvieron la vista hacia ellos.
—Tranquilos. Probablemente usan algo así como telepatía, o las «voces» de sus espíritus, para comunicarse —aclaró Yuusuke.
—¿Espíritus?
—Sí, algo así como hablar a través de los pensamientos.
—Vale —en ese instante Sakuya, tras su comunicación con Kou, alzó la mirada—, ya los tengo ubicados.
Había conectado mediante «hilos» a cada infiltrado para que, de mostrar el menor movimiento sospechoso, pudieran ser neutralizados de inmediato.
—Siento apoyarme tanto en vosotros —se disculpó Yuusuke.
—No te preocupes. Cada cual hace lo que puede. Pero ojo, puede que queden algunos sin detectar, así que manteneos alerta.
Los miembros se agruparon junto a Yuusuke y, poco después, los embajadores polvatienses y los demás representantes se sentaron en sus sitios. La reunión estaba a punto de comenzar.
—Quizá debería informar también a Ayuukas... —murmuró Yuusuke, con la mirada fija al frente.
Sentada frente al representante de Fonkrank tras la mesa central, ella había estado pendiente de las confidencias entre Kou y Sakuya. Al cruzar la mirada con Yuusuke, pareció entender que habían acabado.
—¿Qué? Tenéis cara de haber hablado de algo grave. ¿Alguna noticia importante?
Las miradas de los representantes de Blue Garden y Trent Rietta se clavaron en ellos. Entonces Sakuya y Kou, a ambos lados de Yuusuke, intercambiaron una mirada cómplice: un silencioso «Ya sabéis cuándo actuar».
Yuusuke meditó por un instante. Según el plan que les había revelado Kou, la Alianza del Esplendor bombardearía desde fuera la Catedral de Kaltcio y, en medio del caos, tratarían de asesinar primero a Ayuukas y luego a él. Aquel bombardeo serían, seguramente, flechas de las ballestas antiaéreas modificadas que Gazetta había sustraído durante la guerra.
Al observar la sala, vio que todos los embajadores polvatienses y los guardias estaban en sus puestos. Ahora, justo antes de que empezara la ofensiva enemiga, podían contraatacar por sorpresa.
Tomó aire, miró a su equipo y notó que Sun se le acercaba. Juntaba las manos contra su pecho, preocupada.
—¿Qué son estas caras tan serias?
—Mhm... —musitó Yuusuke, con una pequeña sonrisa.
Sun apretó su brazo un instante, se apartó y posó la mano sobre de su carcaj. El resto del equipo adoptó su habitual expresión de: «Confiamos en usted decida lo que decida, capitán».
Yuusuke sonrió resignado, aflojó los hombros y, con un gesto para llamar la atención de Kou, abrió el menú de personalización. Seleccionó el mapa de la Catedral de Kaltcio en su interfaz, preparó los refuerzos y reparaciones, y se volvió hacia Ayuukas. Una extraña onda de poder divino empezó a emanar de él y de su equipo, suscitando murmullos entre los representantes.
—Veréis —anunció con voz firme—, hemos descubierto que el grupo que Ayuukas mencionó, el que opera en Gazetta, se ha infiltrado también dentro de esta sala.
—¿Ah, sí...? —Ayuukas entrecerró los ojos. Sus guardias se tensaron y escudriñaron la sala—. ¿Y sabéis cuándo piensan actuar?
—Sí, tenemos una idea aproximada. Y estamos estudiando sus planes.
La sala se agitó aún más; algunos guardias palidecieron al escuchar eso. Yuusuke intercambió una leve mirada con Sakuya, que asintió imperceptiblemente: era el momento.
—Bien. Kou, es tu turno.
—¡Sí!
Todos los ojos en la sala se posaron en él. Kou avanzó hasta el centro, se plantó erguido y alzó los brazos anunciando:
—¡Radiación de éter!
Un destello de energía mágica, similar al aura de una arte divina, irradió desde él. En ese instante las flores luminosas que adornaban los pechos de los guardias y embajadores, hasta entonces blancas, estallaron en tonos rojos y amarillos.
—¿¡Eh!?
—¿Qué significa esto...?
—¿¡...!?
—Los que tienen la flor roja son de la Alianza del Esplendor —explicó Kou, sin titubear—. Quienes la tienen amarilla son miembros de la facción supremacista de Gazetta.
Aquellas flores brillantes, de un rojo intenso o un amarillo vivo, señalaban inequívocamente a los enemigos y a los aliados.
—Es que... ¡puedo leer la mente de la gente!
Un murmullo recorrió la sala: los soldados señalados retrocedieron al verse descubiertos. Quienes lucían la flor roja o amarilla se vieron aislados de inmediato.
—¡Maldita sea! —gruñó un joven guardia con flor amarilla, desenvainando su espada. Otros dos guardias amarillos hicieron lo mismo.
Pero entonces, junto a Ayuukas, dos guerreros cayeron fulminados con un golpe seco y un destello azul pálido: Sakuya había enviado un relámpago a través de los «hilos» de su hechizo previo. Los guardias rojos, hostigados por sus propios camaradas, ni se atrevieron a moverse.
En ese momento, un estruendo sacudió la catedral: había explotado algo afuera. Yuusuke consultó el menú de personalización, comprobó que un tramo de muro exterior estaba dañado y activó la reparación.
Las grietas se cerraron en un resplandor, convirtiéndose en polvo de luz ascendente. El temblor cesó y el ruido del bombardeo se alejó.
—Yuusuke, ¿has sido tú?
—Sí. Nos han querido bombardear desde fuera, así que reforcé la catedral.
Luego se dirigió en voz alta hacia todos:
—Las puertas están selladas. No podrá entrar ni salir nadie. ¡Rendíos!
Los marcados como enemigos se miraron entre sí. Entonces un hombre maduro con flor roja dio un paso hacia adelante y dijo, con respeto:
—Vaya, Yuusuke de Kaltcio… Parece que nuestro plan ha fracasado.
Tras él, los otros agentes enmascarados de la Alianza se reunieron en un rincón. Justo cuando los guardias con flor blanca se disponían a rodearlos...
—¡Van a sacar armas de fuego! —advirtió Kou.
Al instante, los agentes de la Alianza desenfundaron pequeños fusiles mágicos de cerca, y dispararon sin aviso. Esas «pistolas mágicas», similares a las ballestas de energía concentrada, alcanzaron a Kou, atravesaron la armadura de un guardia y obligaron a Sakuya a anular el ataque con un rayo.
Varios resultaron heridos, pero gracias a los escudos de Sakuya y a las barreras protectoras de Yuusuke, el equipo y los representantes comunitarios no sufrieron daños graves.
—Perdón por reaccionar tan tarde.
—No podías hacer más.
La advertencia y los disparos sucedieron casi al mismo tiempo, y mantener la guardia contra un ataque tan repentino habría exigido un nivel sobrehumano de concentración.
—Ha sido pura suerte que nadie haya muerto de un impacto directo.
En ese momento llegó el jefe de seguridad de Gazetta y se inclinó con pesar hacia ellos:
—Lo siento... Ha sido negligencia nuestra.
Lamentó que el niño se hubiera visto atrapado en medio del fuego cruzado.
—De hecho, a Kou le ha dado una bala.
—¡Capitán! ¡¿Cómo puede estar ileso?! —exclamó Zaisha, desconcertada al ver la calma de Yuusuke.
—Ya os lo dije, ¿no? Kou no es un niño humano, sino un ente espiritual inmortal.
Aparentemente, aquel detalle no había calado del todo entre los presentes.
—Tranquilos, no puede morir —intervino Sakuya.
Todos se giraron: Kou se incorporó ante sus ojos. La herida de bala en su cabeza ya no existía; no quedaba ni rastro de ella.
—¡Reviví!
Los guardias que acudieron para socorrerle, los sanadores y los representantes, todos presenciaron atónitos aquel milagro.
—¿Inmortal...? —susurró alguien incrédulo.
—Más que inmortal, parece que carece de un cuerpo real... por eso no puede morir —añadió otro.
—Tranquis, coleguinchis, que no soy un zombi —canturreó Kou con su despreocupada voz habitual, en lo que regresó junto a Yuusuke.
Desde hacía unos días, los representantes de Trent Rietta y Blue Garden se habían reunido allí, y ese día por fin habían llegado también los delegados de Gazetta y Fonkrank.
—Ha llegado el momento.
—Sí. Estaba esperando este día con ansias.
Entre los embajadores enviados por Polvatia para el intercambio diplomático también había infiltrados de la Alianza del Esplendor. La operación comenzaría oficialmente en cuanto aterrizaran sus aeronaves.
El objetivo principal del ataque era el asesinato de Ayuukas, la chamana blanca de Gazetta. De ser posible, también intentarían eliminar al héroe Yuusuke, el dios oscuro de Fonkrank.
A continuación, junto con los embajadores destinados a Gazetta y los ingenieros de armas mágicas que lograran fugarse de la Catedral, debían infiltrarse en Patricia del Norte. Allí montarían su base secreta, ensamblarían las piezas clave en su caza polivalente y, en colaboración con los radicales supremacistas, tomarían la Torre Central. Tras asegurar la custodia del Rey Shinja, proclamarían la insurrección y la fundación del nuevo Estado Imperial.
—Si todo sale según lo previsto, la Alianza del Esplendor tomará prácticamente el control de Gazetta.
—¡Llegan! —alertó uno de los infiltrados al avistar los transportes aéreos de Polvatia.
—Ha llegado la hora. ¡Que comience la fiesta!
—Preparad el fuego de apoyo.
Un joven supremacista de Gazetta asintió con decisión y retiró la lona de camuflaje que cubría la ballesta de luz antiaérea automática mejorada.
Desde la terraza de la Catedral de Kaltcio, los vigías anunciaron la llegada de las aeronaves de transporte con los embajadores de Polvatia.
—Bien, están nerviosos —comentó Ayuukas, que ya conocía bien a los emisarios—. Los guiaré yo misma.
—¡Hivodir, ve tú también! —Yuusuke le dio un pequeño empujón—. O Ayuukas se llevará todos los méritos.
—¡C‑Claro! ¡Yo también los conozco, así que la acompaño!
—¡Venga, que no te pille desprevenido!
A punto de abandonar la sala de conferencias con porte altivo, Ayuukas se echó a correr murmurando de sorpresa cuando vio a Hivodir levantarse de su asiento.
Entre los embajadores destacados en la operación había tanto expertos en tecnología mágica polvatiense como quienes apenas sabían en qué consistía. Conseguir que uno de los más cualificados se uniera a la delegación de intercambio dependía por completo de la habilidad negociadora de cada país: era cuestión de llegar primero.
—¡A que no me pillas! —clamó Ayuukas en lo que salía disparada hacia la entrada.
Hivodir se reunió con sus subordinados y la siguió precipitadamente.
Mientras Fonkrank y Gazetta se enzarzaban en su particular táctica, los demás representantes suspiraron, medio incrédulos, medio admirados.
—Esa mujer es de lo que no hay... No se puede perder de vista ni un instante —comentó Vermeer.
—Como estratega de la corona de Gazeta, no tiene rival —añadió Hinke.
—Sin duda —asintió Yuusuke. Luego buscó con la mirada a Kou para preguntarle por la intención de repartir esas flores luminosas... pero el muchacho había desaparecido—. ¿Dónde se ha metido Kou?
—Eh... Cuando la señora Ayuukas salió corriendo, él también abandonó la sala —respondió Hisotta con timidez.
—¿En serio?
—Ni me había dado cuenta —confesó Yuusuke sorprendido.
Al ser en realidad un ente espiritual sin cuerpo físico permanente, Kou tenía la costumbre de perderse fácilmente entre la multitud. Solo Hisotta, que poseía la facultad de percibir sutiles variaciones en el viento, advirtió su salida de la sala cuando usó precisamente sus artes aéreas de rastreo para detectar la llegada de los embajadores polvatienses.
Poco después, llegaron los enviados de Polvatia, escoltados por Ayuukas e Hivodir. En sus pechos brillaban tenuemente las mismas flores de luz creadas por Kou.
Él regresó con aire satisfecho tras repartir sus flores y, justo cuando Yuusuke iba a llamarlo... ¡apareció Sakuya! Al parecer, acababa de teletransportarse directamente desde la Tierra.
—Oh. Hola, Yuusuke —saludó con un gesto algo sombrío, como si hoy le faltara energía.
—¡Hooola! ¿Qué tal? —respondió Yuusuke, con naturalidad—. Oye, Kou, ven aquí.
—Mmm... Mi espíritu acaba de avisarme de que hay «presagios de un enfrentamiento».
—¿Un enfrentamiento?
Según Sakuya, su espíritu familiar le había enviado una advertencia de peligro inminente.
—Oye, Sakuya, creo que habla de la Alianza del Esplendor —intervino Kou.
—¿Qué es eso?
—Son unos operativos de Polvatia que se mueven a escondidas en Gazetta. Es una organización clandestina, nunca se ha mostrado públicamente.
—¡...!
—¡¿...?!
Ku contó que la Alianza, enemiga de la Venerable Cofradía de la Luz Verdadera del sumo sacerdote, tenía ya varios infiltrados en la sala. Al oírlo, Vermeer y Zhahid miraron a su alrededor, alarmados.
—Kou, ¿has leído eso directamente en sus mentes?
—Sí, y los he marcado con mis flores. Las he hecho con magia, y al añadirles cierta energía cambian de color.
Dijo que había dado flores de diferentes colores a los guardias mezclados con los infiltrados y a otros espías de los distintos países.
—Así que servían para eso...
—¿Y qué se trae entre manos la Alianza del Esplendor?
—Verás, primero quieren armar un lío afuera con bombardeos. Cuando todos miren hacia allí, empezarán la operación principal.
—¿Quieren iniciar una reyerta?
—Sí, van a intentar asesinar a Ayuukas y, de paso, a quien ellos llaman el «héroe Yuusuke».
El rostro de los presentes palideció. Sabían que algo inquietante sucedía en Gazetta, pero que todo ello dependiera de Polvatia lo hacía aún más grave. Entonces Kou miró fijamente a Sakuya y añadió:
—Voy a señalar a los que vigilo.
Ambos se quedaron en un curioso silencio, mirándose mutuamente. Los miembros de la Patrulla del Dios Oscuro, extrañados, volvieron la vista hacia ellos.
—Tranquilos. Probablemente usan algo así como telepatía, o las «voces» de sus espíritus, para comunicarse —aclaró Yuusuke.
—¿Espíritus?
—Sí, algo así como hablar a través de los pensamientos.
—Vale —en ese instante Sakuya, tras su comunicación con Kou, alzó la mirada—, ya los tengo ubicados.
Había conectado mediante «hilos» a cada infiltrado para que, de mostrar el menor movimiento sospechoso, pudieran ser neutralizados de inmediato.
—Siento apoyarme tanto en vosotros —se disculpó Yuusuke.
—No te preocupes. Cada cual hace lo que puede. Pero ojo, puede que queden algunos sin detectar, así que manteneos alerta.
Los miembros se agruparon junto a Yuusuke y, poco después, los embajadores polvatienses y los demás representantes se sentaron en sus sitios. La reunión estaba a punto de comenzar.
—Quizá debería informar también a Ayuukas... —murmuró Yuusuke, con la mirada fija al frente.
Sentada frente al representante de Fonkrank tras la mesa central, ella había estado pendiente de las confidencias entre Kou y Sakuya. Al cruzar la mirada con Yuusuke, pareció entender que habían acabado.
—¿Qué? Tenéis cara de haber hablado de algo grave. ¿Alguna noticia importante?
Las miradas de los representantes de Blue Garden y Trent Rietta se clavaron en ellos. Entonces Sakuya y Kou, a ambos lados de Yuusuke, intercambiaron una mirada cómplice: un silencioso «Ya sabéis cuándo actuar».
Yuusuke meditó por un instante. Según el plan que les había revelado Kou, la Alianza del Esplendor bombardearía desde fuera la Catedral de Kaltcio y, en medio del caos, tratarían de asesinar primero a Ayuukas y luego a él. Aquel bombardeo serían, seguramente, flechas de las ballestas antiaéreas modificadas que Gazetta había sustraído durante la guerra.
Al observar la sala, vio que todos los embajadores polvatienses y los guardias estaban en sus puestos. Ahora, justo antes de que empezara la ofensiva enemiga, podían contraatacar por sorpresa.
Tomó aire, miró a su equipo y notó que Sun se le acercaba. Juntaba las manos contra su pecho, preocupada.
—¿Qué son estas caras tan serias?
—Mhm... —musitó Yuusuke, con una pequeña sonrisa.
Sun apretó su brazo un instante, se apartó y posó la mano sobre de su carcaj. El resto del equipo adoptó su habitual expresión de: «Confiamos en usted decida lo que decida, capitán».
Yuusuke sonrió resignado, aflojó los hombros y, con un gesto para llamar la atención de Kou, abrió el menú de personalización. Seleccionó el mapa de la Catedral de Kaltcio en su interfaz, preparó los refuerzos y reparaciones, y se volvió hacia Ayuukas. Una extraña onda de poder divino empezó a emanar de él y de su equipo, suscitando murmullos entre los representantes.
—Veréis —anunció con voz firme—, hemos descubierto que el grupo que Ayuukas mencionó, el que opera en Gazetta, se ha infiltrado también dentro de esta sala.
—¿Ah, sí...? —Ayuukas entrecerró los ojos. Sus guardias se tensaron y escudriñaron la sala—. ¿Y sabéis cuándo piensan actuar?
—Sí, tenemos una idea aproximada. Y estamos estudiando sus planes.
La sala se agitó aún más; algunos guardias palidecieron al escuchar eso. Yuusuke intercambió una leve mirada con Sakuya, que asintió imperceptiblemente: era el momento.
—Bien. Kou, es tu turno.
—¡Sí!
Todos los ojos en la sala se posaron en él. Kou avanzó hasta el centro, se plantó erguido y alzó los brazos anunciando:
—¡Radiación de éter!
Un destello de energía mágica, similar al aura de una arte divina, irradió desde él. En ese instante las flores luminosas que adornaban los pechos de los guardias y embajadores, hasta entonces blancas, estallaron en tonos rojos y amarillos.
—¿¡Eh!?
—¿Qué significa esto...?
—¿¡...!?
—Los que tienen la flor roja son de la Alianza del Esplendor —explicó Kou, sin titubear—. Quienes la tienen amarilla son miembros de la facción supremacista de Gazetta.
Aquellas flores brillantes, de un rojo intenso o un amarillo vivo, señalaban inequívocamente a los enemigos y a los aliados.
—Es que... ¡puedo leer la mente de la gente!
Un murmullo recorrió la sala: los soldados señalados retrocedieron al verse descubiertos. Quienes lucían la flor roja o amarilla se vieron aislados de inmediato.
—¡Maldita sea! —gruñó un joven guardia con flor amarilla, desenvainando su espada. Otros dos guardias amarillos hicieron lo mismo.
Pero entonces, junto a Ayuukas, dos guerreros cayeron fulminados con un golpe seco y un destello azul pálido: Sakuya había enviado un relámpago a través de los «hilos» de su hechizo previo. Los guardias rojos, hostigados por sus propios camaradas, ni se atrevieron a moverse.
En ese momento, un estruendo sacudió la catedral: había explotado algo afuera. Yuusuke consultó el menú de personalización, comprobó que un tramo de muro exterior estaba dañado y activó la reparación.
Las grietas se cerraron en un resplandor, convirtiéndose en polvo de luz ascendente. El temblor cesó y el ruido del bombardeo se alejó.
—Yuusuke, ¿has sido tú?
—Sí. Nos han querido bombardear desde fuera, así que reforcé la catedral.
Luego se dirigió en voz alta hacia todos:
—Las puertas están selladas. No podrá entrar ni salir nadie. ¡Rendíos!
Los marcados como enemigos se miraron entre sí. Entonces un hombre maduro con flor roja dio un paso hacia adelante y dijo, con respeto:
—Vaya, Yuusuke de Kaltcio… Parece que nuestro plan ha fracasado.
Tras él, los otros agentes enmascarados de la Alianza se reunieron en un rincón. Justo cuando los guardias con flor blanca se disponían a rodearlos...
—¡Van a sacar armas de fuego! —advirtió Kou.
Al instante, los agentes de la Alianza desenfundaron pequeños fusiles mágicos de cerca, y dispararon sin aviso. Esas «pistolas mágicas», similares a las ballestas de energía concentrada, alcanzaron a Kou, atravesaron la armadura de un guardia y obligaron a Sakuya a anular el ataque con un rayo.
Varios resultaron heridos, pero gracias a los escudos de Sakuya y a las barreras protectoras de Yuusuke, el equipo y los representantes comunitarios no sufrieron daños graves.
—Perdón por reaccionar tan tarde.
—No podías hacer más.
La advertencia y los disparos sucedieron casi al mismo tiempo, y mantener la guardia contra un ataque tan repentino habría exigido un nivel sobrehumano de concentración.
—Ha sido pura suerte que nadie haya muerto de un impacto directo.
En ese momento llegó el jefe de seguridad de Gazetta y se inclinó con pesar hacia ellos:
—Lo siento... Ha sido negligencia nuestra.
Lamentó que el niño se hubiera visto atrapado en medio del fuego cruzado.
—De hecho, a Kou le ha dado una bala.
—¡Capitán! ¡¿Cómo puede estar ileso?! —exclamó Zaisha, desconcertada al ver la calma de Yuusuke.
—Ya os lo dije, ¿no? Kou no es un niño humano, sino un ente espiritual inmortal.
Aparentemente, aquel detalle no había calado del todo entre los presentes.
—Tranquilos, no puede morir —intervino Sakuya.
Todos se giraron: Kou se incorporó ante sus ojos. La herida de bala en su cabeza ya no existía; no quedaba ni rastro de ella.
—¡Reviví!
Los guardias que acudieron para socorrerle, los sanadores y los representantes, todos presenciaron atónitos aquel milagro.
—¿Inmortal...? —susurró alguien incrédulo.
—Más que inmortal, parece que carece de un cuerpo real... por eso no puede morir —añadió otro.
—Tranquis, coleguinchis, que no soy un zombi —canturreó Kou con su despreocupada voz habitual, en lo que regresó junto a Yuusuke.
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