
Novela original en japonés por: ヘロー天気 (Hero Tennki)
World Customize Creator
Traducido por: Xeniaxen
Capítulo 9
La infiltración en Polvatia
Con el objetivo de resolver la situación antes de que comenzara la gran ofensiva del ejército de Polvatia, el dios oscuro Yuusuke se había adentrado él mismo en territorio enemigo. Aunque hubo algún que otro contratiempo, logró encontrarse cara a cara con la heroína, como dos personas llamadas por los espíritus del mundo intermedio.
Desde el combate en la playa, era la primera vez que Alicia volvía a verse directamente con Yuusuke. Se sintió desconcertada al ver que su porte no se parecía al de un estratega como ella imaginaba, sino que más bien parecía una persona normal.
Cuando trató de tantearle, pensando que esa normalidad era precisamente la prueba de que sí era un estratega...
—En líneas generales, no te equivocas al juzgarme por lo que ves.
...él le aseguró que, básicamente, era una persona corriente. Al igual que ella, solo había recibido poder al ser invocado; antes de eso, era un ser humano completamente normal. Incluso más que Alicia, que aspiraba a convertirse en aventurera, podía decirse que Yuusuke era un auténtico ciudadano de a pie.
Como estaba en guardia, Alicia se sintió algo decepcionada y dejó caer los hombros, soltando un suspiro.
—Tengo la sensación de que he estado haciendo el tonto yo sola.
—Tampoco vas desencaminada con eso.
—¡Tch! —Alcia lanzó una mirada afilada a Yuusuke por asentir tan cruelmente con tanta naturalidad, pero no encontró argumentos para replicarle y acabó mordiéndose el labio.
Al ver aquello, Yuusuke pensó que su reacción era muy entretenida y se escondió detrás de Sakuya.
—No te pongas detrás de mí. Deja de hacer tonterías y muévete ya para poner en marcha el plan —le apremió Sakuya, echando al dios oscuro, mientras comenzaba a explicarle a Alicia el plan de infiltración de Yuusuke.
Yuusuke consultó con Kanan sobre en qué zona de la base del ejército sagrado de Polvatia sería más seguro aterrizar.
—Ya veo... —al oír el plan, Alicia se cruzó de brazos y dejó escapar un murmullo pensativo—. Usarme como escolta es un enfoque bastante atrevido. Pero si eso puede detener esta guerra, cooperaré.
—Gracias, Alicia.
—Aunque, bueno, en realidad solo la vamos a parar por la fuerza. Si no gestionamos bien lo que venga después, puede que surjan problemas más adelante.
—Primero hay que detener cuanto antes la invasión de Polvatia sobre Kaltcio. Ya pensaremos después en lo que venga —Yuusuke concluyó con esas palabras.
Alcia dio su aprobación. Entonces, como Kanan ya estaba listo, eligieron al azar uno de los cazas polivalentes disponibles en el recinto de la base y se subieron a bordo.
La heroína Alicia cruzó con determinación entre los soldados que trabajaban en la base. Como siempre, los soldados de la Fuerza Sacra, también creyentes, le dirigían miradas de admiración y respeto.
Acompañada por dos jóvenes soldados, se dirigió a la pista de aterrizaje de los transportes. Dijo al soldado de guardia que tenía que volver urgentemente a Castle Palace y le informó de que utilizaría uno de los cazas polivalentes. El soldado de guardia, que ya iba a darles paso, se fijó de pronto en el emblema del joven soldado que la seguía.
—Alto. Pareces de la unidad de cazas bombarderos, ¿por qué estás ahora en la base?
Yuusuke, disfrazado de soldado de la Fuerza Sacra y caminando junto a Kanan justo detrás de Alicia, se desconcertó al ser interpelado así. Había elegido ese uniforme entre los de los soldados de la primera escuadrilla de bombarderos que había aterrizado de emergencia cerca de la ciudad, sin fijarse en que el emblema indicaba una unidad concreta.
Kanan, que había sido reclutado de manera repentina y había partido de inmediato, tampoco se había dado cuenta del fallo en el disfraz de Yuusuke.
EL joven oscuro dudaba sobre qué responder. Mientras los seguía de cerca en modo sigiloso, Sayuka también se vio en apuros al no saber cómo actuar sin levantar sospechas entre los demás soldados. Fue entonces cuando la voz de Alicia retumbó con una firmeza que cortó el aire.
—¡He dicho que es una urgencia!
—¡Ah...! M-M-Mis disculpas, heroína...
No sabían si aquello era su aura de heroína, pero una sensación punzante se propagó como ondas concéntricas desde donde se encontraba Alicia y atravesó el cuerpo de los soldados. El centinela, sobrecogido por el grito, se encogió de miedo.
Los demás soldados le lanzaron miradas frías, como diciendo que bastaba con pensar un poco para entender que debía de haber algún motivo para que alguien fuera acompañado por la heroína. El soldado quedó completamente desanimado. Aprovechando el momento, los infiltrados se subieron rápidamente al caza polivalente. Parecía que habían conseguido salir del apuro.
—He molestado a la heroína y he provocado su ira... Oh, gran dios de la tierra, Polva, te ruego que me perdones... —Mientras observaba despegar el caza polivalente desde la base, el soldado en cuestión ofreció una plegaria de arrepentimiento por su falta de devoción.
—Ahh... —exhaló la propia Alicia, sumida en la autocompasión—. Seguro que ahora piensan que soy una mujer autoritaria y desagradable...
—Qué va, qué va —la consoló el líder de la primera patrulla de reconocimiento—. Si nos has salvado con un reflejo increíble.
—Eso, eso —siguió Yuusuke—. Has estado imponente, con mucha presencia. Impresionante, de verdad.
Al confirmar que los tres habían partido rumbo a Polvatia sin problemas, Sakuya dio media vuelta para regresar y encargarse de la defensa de Sanc Adiet. Se dejó ver un instante junto a la ventanilla del caza que pilotaba Kanan, saludando con la mano, para luego desvanecerse suavemente mientras se alejaba... «Como un fantasma», pensaron la heroína y el dios oscuro, no sin cierto escalofrío.
Durante el trayecto, ya más calmada, Alicia decidió volver a preguntar por los detalles del plan de Yuusuke, pues hasta ahora solo había recibido una explicación bastante general. Lo que sabía era que su papel consistía en escoltarle hasta que provocase una gran alteración en Polvatia. Quería confirmar cómo pensaba infiltrarse en el núcleo de Castle Palace, qué información necesitaba conseguir y si contaba con más colaboradores, pero...
—No, eso es todo.
—¿Eh...? ¿Eso es todo? ¿Cómo piensas obtener información sobre las instalaciones de la ciudad? ¿Y por dónde planeas acceder al núcleo?
—Eso se ve tocándolo. Supongo que lo más fácil será explicarte cómo funciona mi habilidad.
Yuusuke le habló de su misterioso poder, [Creación Personalizada]. Su habilidad de dios oscuro le permitía interferir con cualquier objeto, transformarlo o alterar sus propiedades. No solo edificios: si un conjunto formaba una estructura agrupada, aunque fuese una ciudad entera, podía editarla como un todo. Y si lograba llegar a un extremo de la ciudad, podía usar Shift Move para ir a cualquier punto. Pasillos, puertas o niveles no suponían un obstáculo para él: podía desplazarse directamente al fondo de un complejo desde la entrada.
—Ya veo... Así que aquella técnica que me desconcertó en la playa funcionaba así.
La batalla en la playa había tenido lugar, literalmente, sobre la palma del dios oscuro. En aquel momento estuvo tan volcada en rescatar a Kanan que no se dio cuenta, pero, al pensarlo ahora, Alicia reconocía que le faltó mucha más calma.
En cualquier caso, tal y como habían sentido al contemplarla desde Kaltcio, la ciudad sacra de Castle Palace era una gran urbe completamente conectada y organizada. Con su habilidad de personalización, Yuusuke pensaba que podría moverse por ella con bastante libertad.
—Entonces, ¿qué harás al llegar allí?
—Dominar toda la estructura de la ciudad me llevará tiempo, así que primero hay que encontrar un lugar seguro y discreto donde esconderme.
—En ese caso, en el distrito residencial general hay un sitio perfecto —propuso Kanan—. Vamos allí.
Explicó que era su casa, donde solía quedarse cuando bajaba a la ciudad durante sus días de permiso. Mientras los tres hablaban de ese plan, una alarma sonó en la nave, alertando de la cercanía de aliados. Miraron por la ventanilla hacia el cielo nocturno y vieron varias sombras negras agrupadas en vuelo.
—¿Qué es eso? —preguntó Yuusuke
—Una unidad especial de bombarderos —respondió Kanan—. Parece que los de arriba van muy en serio.
Al parecer, era un escuadrón que se dirigía a bombardear Sanc Adiet durante la noche. Se trataba de una fuerza formada por los mejores del grupo de bombardeo en altitud, con un historial impecable desde su creación: todas sus misiones habían sido exitosas y nunca se había derribado ni una sola de sus aeronaves.
—Sakuya protegerá la ciudad. Llevadme a Polvatia cuanto antes.
Dedicando apenas una mirada a los bombarderos que sobrevolaban la zona, Yuusuke volvió su atención hacia el continente de Polvatia, cuyas luces empezaban ya a divisarse en el horizonte.
Un caza polivalente con compartimento de carga aterrizó en una zona del aeródromo militar de la Fuerza Aérea Sagcra. Al confirmarse que era una aeronave perteneciente a las tropas terrestres que habían partido para establecer una base en el Continente Impuro, fue guiada hacia la zona donde se alineaban los hangares para transporte de suministros.
Uno de los soldados encargados de la señalización se acercó a la cabina de Kanan y le habló.
—¿Solo una nave?
—Sí, regresamos con personal a bordo. Justo ahora nos hemos cruzado arriba con la unidad de bombarderos especiales. ¿Se acerca la ofensiva?
—Sí, parece que también las fuerzas terrestres están ya en preparativos.
Kanan desvió la atención sacando el tema de los bombarderos, la unidad más admirada de la Fuerza Aérea Sacra, y del inminente ataque general. Aprovechando esa distracción, Alicia condujo a Yuusuke hasta uno de los hangares.
Ocupado con la charla informal sobre lo que se avecinaba, el vigilante pareció algo sorprendido al saber que la heroína Alicia iba a bordo. Sin embargo, al ver que acompañaba a un joven soldado aparentemente retirado del frente, no mostró mayor sospecha y lo dejó pasar sin más.
—¿Un novato que ha abandonado su primer combate? Vaya suerte la suya, que la heroína en persona lo haya atendido... Seguro que será un buen recuerdo en el futuro.
—Sí... Supongo.
La apariencia naturalmente inexperta y débil de Yuusuke resultó, inesperadamente, de gran ayuda.
Después de atravesar el hangar donde se encontraba estacionado un caza polivalente en mantenimiento, Yuusuke y Alicia se adentraron en las instalaciones de la base, donde aguardaron a Kanan. Por los pasillos pasaban numerosos soldados, todos enfrascados en conversaciones sobre la inminente gran ofensiva.
—Jamás habíamos lanzado una ofensiva de purificación sobre una tierra impura, ¿verdad? Solo lo hemos estudiado en los textos sagrados.
—Sí... Debe de ser una tierra profundamente corrompida. Dicen que había tres heraldos del caos.
—¿Eran los que representaban la «destrucción», el «engaño» y el «conflicto», no? La heroína parece que eliminó al heraldo de la destrucción, pero el del conflicto parece más complicado.
Dentro del ejército de Polvatia, los llamados heraldos del caos que habitaban en las tierras de Kaltcio habían recibido nombres en clave.
- El heraldo de la destrucción poseía una fuerza comparable a la de la heroína: la pequeña niña de cabello blanco violáceo.
- El heraldo del conflicto era capaz de resistir incluso los ataques de la heroína: la chica de las alas negras.
- El heraldo del engaño logró confundir a la heroína y obstaculizó su avance: un joven capaz de modificar el terreno.
—Dicen que el heraldo del engaño tiene habilidades de tipo soporte, así que mientras los otros dos no estén presentes, no representa gran peligro.
—Al parecer, el plan es inmovilizar al heraldo del conflicto durante la ofensiva y aprovechar para lanzar las tropas terrestres de los caballeros sacros.
—Si todo va según lo previsto con la purificación, seguro que nos mandan a barrer a los bárbaros también.
Mientras intercambiaban ese tipo de conversaciones, los soldados pasaban junto a Yuusuke y Alicia, que estaban esperando a Kanan, sentados en un banco. Cabe señalar que la anulación de los mechas acorazados a manos del heraldo del engaño era un dato que no se había divulgado entre los soldados rasos.
—¿Lo has oído? Parece que te están subestimando —susurró Alicia con disimulo para observar su reacción.
—¡Perfecto! Eso me viene de lujo —respondió Yuusuke, tan descarado como sincero.
—...
No es que ella se quedara sin palabras, sino que se sentía cada vez más desconcertada al no terminar de comprender del todo la naturaleza del chico.
«Un simple cobarde no se embarcaría en una operación tan arriesgada... ¿No tiene orgullo? ¿O es que, al contrario, tiene un temple enorme?»
Alguien que no se detenía en nimiedades, que priorizaba la eficacia frente a la reputación. Viéndolo así, había tenido sentido su forma de combatir en aquella playa: una estrategia que evitó que sus subordinados resultaran heridos, que él mismo apenas se agotara, y que desgastó únicamente al enemigo y a los terceros implicados, logrando su objetivo con habilidad.
«Posee un poder descomunal, pero en persona parece alguien completamente normal. Esa habilidad para camuflarse... Debe de ir por ahí la cosa.»
Sin darse cuenta, Alicia ya tenía un pie metido en el habitual círculo de malentendidos que rodeaban a Yuusuke.
No eran pocos los sectores de Polvatia que albergaban descontento hacia el actual sistema de gobierno. Yuusuke iba a ofrecerles ahora la oportunidad de alzarse y alcanzar la independencia. Y todo ello mediante un método arriesgado que no implicaba ningún tipo de conflicto armado.
Con solo bloquear mediante su habilidad de personalización las entradas y salidas del Gran Santuario y de las demás instalaciones, podría encerrar a las figuras clave y paralizar por completo el funcionamiento de Castle Palace. Pero en lugar de lanzar un asalto, el objetivo era provocar su autodestrucción. Arrebatarle el poder al Gobierno Sacro.
—Entiendo tu objetivo, pero... Si la clase dominante que mantiene sometidos a los ciudadanos de clase baja pierde su capacidad de control...
Alicia expresó sus dudas: eso podría acabar provocando muchas bajas en ambos bandos. No obstante, no disponían del tiempo necesario para trazar un plan a largo plazo con la calma que requeriría.
Tras dejar atrás la base aérea, se dirigieron hacia el distrito residencial general, donde se encontraba la casa de Kanan. Se vistieron con ropas propias de los fieles comunes y atravesaron la zona baja de la ciudad para no llamar la atención.
Era una zona de descanso, similar a un distrito comercial. Sin adornos, funcional, con calles formadas por edificios de hormigón; el ambiente recordaba a una ciudad de estética industrial.
—Vaya... Pues parece que hay gente que vive con bastante normalidad —murmuró Yuusuke sorprendido, en lo que observaba la ajetreada vida de los civiles por las calles.
—Solo una parte —respondió Kanan, encogiéndose de hombros—. Aquí solo unos pocos viven bien.
Ese distrito, catalogado como zona de ciudadanos de clase alta, albergaba a los ciudadanos de segunda y tercera clase. Aunque esa zona aún conservaba cierta normalidad, con sus tiendas y paseos arbolados, al adentrarse en los barrios de los ciudadanos de clase baja, el ambiente cambiaba por completo. Allí todo tenía la apariencia de una enorme fábrica, y sus habitantes vivían en condiciones de trabajo ininterrumpido.
Los ciudadanos de primera clase trabajaban en el distrito central, donde se erguía el Gran Santuario. Los ciudadanos de segunda y tercera clase residían en la zona alta, mientras que los antiguos habitantes de otros continentes estaban hacinados en los barrios de clase baja. Cada estrato vivía en condiciones y entornos totalmente distintos. Lo que podría considerarse vida cotidiana solo podía encontrarse, en realidad, en ciertas zonas del distrito de clase alta.
En el distrito central, la vida de los fieles consistía enteramente en tareas de servicio religioso. En los barrios de clase baja, los originarios de otros continentes eran obligados a realizar trabajos forzados disfrazados de servidumbre.
Eran una mayoría compuesta por ciudadanos de clase baja, empleados como mano de obra básica; una minoría de ciudadanos de alto rango encargados del consumo y la producción para mantener el sistema; y una élite aún más reducida que controlaba todo desde el núcleo central.
Ese era el esquema que daba forma a Castle Palace.
—Esta es la casa. En principio tiene todo lo necesario para vivir, aunque no hay muchas provisiones —dijo Kanan.
Se adentraron desde la calle principal en un callejón algo apartado y él se detuvo ante una puerta. Insertó una llave con forma de tarjeta en el panel al lado de la entrada. No era del tipo que se desliza para escanear, sino que la introdujo y la giró.
—En realidad, con que podamos escondernos aquí un día ya es suficiente, porque tenemos que resolverlo hoy o mañana como mucho. ¡Con permisooo!.
—¿Hoy o mañana, dices...? No es que desconfíe de ti o de Sakuya, pero... me cuesta hacerme a la idea.
Según el capitán oscuro, iban a provocar una gran transformación en el Castle Palace no en uno o dos días, sino en una sola noche. Alicia comprendía lo que pretendía hacer, ya que él le había explicado su poder, pero aun así no estaba muy convencida.
Los tres se tomaron un respiro dentro de la casa. Yuusuke se sentó en una silla cualquiera y, sin perder tiempo, abrió el menú de personalización para empezar a analizar toda la estructura de la ciudad. Desde dentro, apenas se oía el bullicio de la calle.
Mientras, Alicia pasaba un momento de tranquilidad en el salón, con una taza de té que Kanan había preparado, pensando en lo que les esperaba a partir de ahora. Si se fijaba bien, incluso ella podía distinguir vagamente el marco de luz flotando frente a Yuusuke.
Esa misteriosa habilidad que permitía hacer modificaciones de objetos en aquel marco y reflejarlas después en el mundo real... Alicia se imaginó por un momento poseyendo una habilidad así, y lo primero que le vino a la mente fue a sí misma fabricando adornos a su gusto y pequeños utensilios para aventuras. Sonrió con amargura. Antes, quizá se habría imaginado una versión más aguerrida de sí misma. Pero ahora, tras haber recibido el poder de heroína en otro mundo, parecía desear una vida tranquila más que nada.
En ese momento, Kanan se sentó a su lado y le habló:
—Así estás mejor.
—¿Eh? ¿El qué?
—Siempre has tenido un aire tenso, como si estuvieras conteniéndote. Pero ahora haces buena cara.
—Ah...
Ella lanzó una breve mirada hacia Yuusuke. Al darse cuenta de ese deseo que llevaba dentro, sintió que era algo egoísta, incluso mezquino por su parte, y bajó la cabeza.
En su día a día, eran pocos con quienes podía relajarse de verdad, y siempre se esperaba de ella que se comportara como una heroína. El hecho de haber aceptado sin dudar la petición de ayuda de Sakuya, y sentirse más relajada en esta situación tan fuera de lo común, era prueba de que su vida en Polvatia estaba llena de una sensación de ahogo de la que, en el fondo, deseaba escapar.
—Digo que uso mi poder por el bien de Polvatia y sus habitantes, pero, en realidad...
—Ah. No hace falta que lo digas —la interrumpió Kanan, alzando la mano y ofreciéndole su comprensión y apoyo—. No es algo que solo te pase a ti. No deberías preocuparte tanto.
Para quienes no estaban completamente adoctrinados por la educación religiosa de Polvatia, esta ciudad gigantesca y hermosa podía ser también un lugar asfixiante y complicado donde vivir.
Con la taza todavía medio llena en la mano, Kanan murmuró que el té se había enfriado un poco y se dispuso a levantarse para preparar más. Entonces, aún trasteando en el aire con los dedos, Yuusuke se dirigió a ellos:
—Vale. Con esto ya está... Oye, ¿hay algún lugar desde donde se puedan dar órdenes para trasladar a la población agrupada por clases?
Alicia y Kanan se miraron entre sí.
—¿Agrupada por clases?
—Sí, algo como: «¡Todos los del continente tal, que se dirijan de inmediato al distrito cual!» —explicó Yuusuke—. Quiero poder moverlos de forma lo más individualizada posible.
Ambos se pusieron a pensar.
—Si es para dar órdenes de desplazamiento... ¿el centro de mando del supervisor sacro, quizá?
—No, desde ahí no te puedes comunicar con el pueblo —replicó Kanan—. Dan órdenes a los ejércitos o a los escuadrones de cada oficial sacro, pero si quieres mover a los ciudadanos... tendrá que ser desde el centro de mando del sumo sacerdote, en la parte superior del Gran Santuario.
—Pero ahí solo pueden entrar el sumo sacerdote y las personas autorizadas por él.
—Hmm... Entiendo. Vale, pues vayamos allí.
—¿Y cómo piensas hacerlo?
—Así.
Con la mirada puesta en la sala llamada «Centro de mando» que aparecía en la parte superior del mapa del Gran Santuario dentro de su menú de personalización, Yuusuke deslizó el dedo y ejecutó un Shift Move. Un destello de luz brotó bajo los pies de los tres. En cuanto las partículas brillantes desaparecieron, ya no quedaba rastro de ellos en el salón de la casa de Kanan.
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