21/06/2025

WCC Kalvatia - Capítulo 6



Como curiosidad, este capítulo (el número 6 del Tomo Kaltciadia) se llama igual que el capítulo 6 del Tomo EX. ¿Por qué? Supongo que como para hacer el guiño, pero realmente lo que se relata en uno y el otro no tiene nada que ver. En este caso, de momento, parece una trama secundaria. Aunque quién sabe si no se acaba juntando con la trama principal.

Por cierto, creo que no lo había contado. Kaltciadia tiene 32 capítulos: «Prólogo», luego numerados del 1 al 30, y luego un capítulo «Final».


-Xeniaxen



Novela original en japonés por: ヘロー天気 (Hero Tennki)
World Customize Creator



Traducido por: Xeniaxen


Capítulo 6
Antes de la tormenta...

En el corazón del continente de Kaltcio se extendía el Lago Reflejo Lunar. En una de sus orillas, donde se alzaba imponente la Catedral de Kaltcio, habían aumentado últimamente los barcos de carga que transportan mercancías por agua.

La catedral se ubicaba casi en el punto más meridional de Fonkrank. El bosque que la rodeaba, aunque no era tan densos como el de Trent Rietta, guardaba una espesura considerable.

Antes, la luna de Kaltcio flotaba sobre el Lago Reflejo Lunar, pero tras la fusión con el continente de Polvatia se había desplazado para ocupar una posición sobre el mar que separaba ambas tierras. Algo más grande ahora al haberse unido con el de Polvatia, el astro emitía un fulgor tenue que bastaba para distinguir el horizonte nocturno incluso sobre las olas. Con aquel cambio, las sombras en torno al Lago Reflejo Lunar ganaron en profundidad.

En medio de esos bosques, avanzaba un grupo cargado con voluminosos fardos. Se trataba de la Alianza del Esplendor, la facción polvatiense infiltrada, junto a los miembros más radicales de la facción conservadora de Gazetta. Entre otras cosas, transportaban las ballestas de luz automáticas antiaéreas modificadas que, tras el fin de la guerra, Gazetta había sustraído en secreto de la red de control de Yuusuke.

—Paremos aquí.

—Sí... se acerca el amanecer. Preparémonos para acampar.

Los agentes de la Alianza del Esplendor y los jóvenes radicales de la facción supremacista se apresuraron a envolver los fardos con telas de camuflaje, entre risas nerviosas.

—Encontrarlas luego nos va a llevar su tiempo, ¿eh?

—La delegación de Kaltcio no regresará hasta dentro de un tiempo. No hay prisa. Lo mejor es avanzar con calma y seguridad.

Dado que aún tenían margen de sobra, los infiltrados tranquilizaron a los más impacientes.

Pocos días antes, la heroína de alas negras, que era muy cercana al héroe de Fonkrank, se había acercado al rey de Gazetta. Alarmados, los agentes de la Alianza decidieron desistir de nuevas acciones en Patricia del Norte y, junto a parte de los supremacistas, huyeron del territorio de Gazetta.

Atravesaron el dominio de Blue Garden a orillas del Lago Reflejo Lunar y se adentraron luego en Fonkrank.

—Aún tenemos ese as bajo la manga. La operación va a ser un éxito.

—¿Te refieres a aquello de lo que hablaste...? Pero, ¿cómo piensas transportar algo tan grande?

—No te preocupes; lo desmontaremos. Podemos llevarlo perfectamente mezclado con el resto del cargamento. Ya lo han comprobado nuestros compañeros que han ido de embajadores.

Mientras ellos ejecutaban el plan de asesinato de la chamana Ayuukas y, de paso, del héroe de Fonkrank, el grupo que quedó oculto en Patricia del Norte estaba montando su arma secreta. Solo quedaba esperar esa baza, asaltar la Torre Central y, con la sublevación simultánea de los progresistas vacilantes y los supremacistas, proclamar el «Reestablecimiento del Imperio del Clan Blanco».

—Nosotros y vosotros seremos la piedra angular de este primer paso. Nuestra gloria comienza ahora.

—Así es. Ha llegado la hora de poner a prueba nuestra fuerza y nuestra fe.

—Debemos mostrar al rey Shinja el auténtico renacer del Imperio del Clan Blanco.

Los jóvenes guerreros blancos, que al principio habían sido convencidos de luchar por el rey, la nación y el pueblo, no se daban cuenta de que estaban siendo guiados hacia una meta distinta: reemplazar al monarca y erigir a la Alianza como líder. Su fervor y su sentido del deber, confundidos por su exceso de idealismo, les empujaban a cometer aquella locura.



Mientras los miembros más extremistas de la facción conservadora de Gazetta y los operativos de la Alianza del Esplendor, ocultos cerca de la Catedral de Kaltcio, ultimaban los preparativos para el asesinato de la chamana, Sakuya llegó a la mansión de Yuusuke, situada en un extremo del barrio noble de Sanc Adiet.

—¡Hola, buenos días, Yuusuke!

—¡Hola, Yuusuke! ¡Perdona que moleste!

—Pasad, pasad... ¡Ah! ¡También ha venido Kou!

—Sí. Como hoy traíamos a Nelia, hay algo que quería ver.

Yuusuke los recibió de buen grado y les hizo pasar. Aquel día se lo había tomado de descanso, así que podría acompañar a Rectima y a Sakuya en ese pequeño evento de reencuentro.

En la mansión estaban Sun, Raazsha, Rasanaasha y también Parcer, que seguía durmiendo. En el salón, Sun y Rasanaasha esperaban a los recién llegados; Raaisha, en cambio, había salido al sótano a revisar unos preparados alquímicos.

—Me encantaría que Rectima y Nelia se conocieran cuanto antes —dijo Sakuya mirando a Kou.

En ese instante, junto a Kou apareció Heinelia, la asistente androide compañera de Rectima. Seguramente había emergido del «bolsillo interdimensional» que Kou llevaba consigo.

Yuusuke no se sorprendió demasiado, pues había visto algo de aquel poder cuando acompañó a Hou a cazar al señor demonio, pero Sun, Rasanaasha y el resto del servicio abrieron los ojos de par en par.

—¡Cuánto tiempo sin veros! —saludó Heinelia con cortesía.

Dirigió entonces la mirada hacia la habitación donde Rectima permanecía en modo reposo, sentada y con los ojos cerrados sobre un sillón de recarga. Al parecer, las asistentes androides compartían algún tipo de señal y podían localizarse mutuamente.

Todos se dirigieron al cuarto. Heinelia se situó ante Rectima y, mediante su vínculo de comunicación, comenzó a llamarla en voz baja. A cierta distancia, el grupo observó la escena hasta que Rectima finalmente abrió los ojos.

—Ah... Ya has despertado.

Kou se acercó y, sin decir nada, se quedó mirando fijamente a Rectima. Ella no se levantó, ni habló; simplemente permaneció sentada en la silla con los ojos abiertos, inmóvil.

Yuusuke percibió un cierto aire extraño y ladeó la cabeza. Entonces Sakuya, aprovechando para aclarar la situación, explicó la capacidad de Kou:

—Puede leer el pensamiento de las asistentes androides. Está comprobando el estado de Tima.

—Había oído que leía la mente de la gente, pero ¿la de una máquina...? ¿Será que puede procesar fórmulas y números?

—No, no —respondió Sakuya—. Las asistentes androides utilizan inteligencia artificial espiritual; y Kou capta sus juicios a partir de la «voz» de su espíritu.

Según Sakuya, lo que Ku estaba evaluando era si la afiliación de Rectima o sus órdenes prioritarias requerían ser restablecidas, tras haber sido extraída sin permiso de las ruinas.

—Claro, porque oficialmente se la sacó de la instalación arqueológica sin autorización —añadió Sakuya.

—Ya veo... Podría tener activados protocolos de seguridad o algo así.

Mientras Yuusuke asentía, convencido, Sun y Rasanaasha se miraban entre sí, desconcertadas, sin entender del todo la explicación que acababan de escuchar.



—Según la observación de Ku y el análisis de Heinelia, Rectima no estaba en modo reposo para ordenar sus recuerdos, sino que eso respondía a un protocolo de antirrobo.

Cuando recobró la memoria, el sistema intentó confirmar sus coordenadas, pero al no localizar la instalación de la que procedía, el programa de seguridad determinó que la unidad había sido sustraída sin autorización y bloqueó todas sus funciones.

Como no había constancia oficial de un robo, Rectima entró en «stand by», emitiendo una señal de socorro y manteniendo sus sistemas en modo seguro, a la espera de instrucciones desde el control.

—Ya veo...

—Heinelia ha accedido al canal privado de las asistentes androides y ha liberado temporalmente ese bloqueo. Ahora podremos cambiar su asignación de forma correcta.

En ese momento, Sakuya recibió de manos de Kou una máscara con el rostro extremadamente realista de un anciano.

—¿¡Qué es eso!?

—Es el jefe Leed, un antiguo supervisor de la civilización de las ruinas, que tenía autoridad para dar órdenes a las asistentes androides.

Sakuya se colocó la máscara y se ajustó la pulsera con el código de autenticación incorporado. Al presentarse ante Rectima, esta reconoció de inmediato en ella a su responsable legítimo y desactivó todos los bloqueos restantes.

—Responsable del departamento identificado. He levantado algunas restricciones de mis funciones. Buenos días, jefe Leed.

Rectima se levantó de la silla y saludó con una reverencia. Sakuya, actuando como el jefe Leed, tomó la palabra con un tono que intentaba sonar grave y masculino, aunque su voz real femenina le restaba solemnidad.

—Rectima, ha habido un cambio repentino: vamos a modificar tu adscripción.

—¿Ah, sí?

Según Kou, Heinelia siguió un protocolo muy similar al cambiar su propia asignación.

—A partir de ahora, toda la autoridad sobre ti se transfiere a Kou —anunció Sakuya como jefe Leed.

Con esa orden, el espíritu artificial que gestionaba los recuerdos de Rectima registró a Kou como nuevo propietario, completando así el cambio de asignación.



—Sí, parece que todo ha salido bien. Gracias por tu ayuda también, Yuusuke.

—De nada. Además, tú has sido la que más ha hecho. Oye, ¿no deberías quitarte ya la máscara y la pulsera?

—Los asistentes androides reconocen la identidad de forma bastante poco estricta —explicó Sakuya mientras se retiraba el atuendo de jefe Leed.

—¿Cómo?

—Al parecer, en aquella civilización antigua algunos podían cambiar no solo de género, sino hasta su edad aparente.

—Vaya...

—Dicen que, entre los muy ricos, había quien a sus sesenta años aparentaba ser un niño de diez. Solo era cuestión de apariencia, pero aun así...

Teniendo en cuenta que dejaron joyas como Rectima, una constructo de más de tres mil años que parecía una niña de doce, era asombroso lo fluida que había sido la identificación. Al fin y al cabo, no todos los datos de la persona estaban registrados de antemano. Si de pronto alguien distinto usaba los pocos datos registrados, el sistema no era capaz de distinguirlo.

—Pero seguro que hay más métodos de verificación, ¿no? —comentó Yuusuke.

—Imagino que sí. Por lo que he leído, aquella civilización tenía una red de vigilancia mundial. Quizá no hacía falta que los asistentes androides tuvieran un sistema de autenticación tan sofisticado.

Mientras Yuusuke y Sakuya reflexionaban sobre aquel sistema social y la laxitud del reconocimiento en los asistentes androides, Sun y Rasanaasha, que apenas seguían la conversación, contemplaban la escena con cara de no entender ni papa.



No hay comentarios:

Publicar un comentario