
Se viene capítulo largo...
-Xeniaxen
Novela original en japonés por: ヘロー天気 (Hero Tennki)
World Customize Creator
Traducido por: Xeniaxen
Capítulo 7
Sanc Adiet se defiende
Las tierras de Kaltcio y Polvatia, unidas verticalmente, iban fusionándose cada día más, suavizando poco a poco el ángulo que las conectaba. La ciudad sacra de Castle Palace, que hasta entonces se había alzado en el cielo del norte de Kaltcio como si los observara desde lo alto, fue desvaneciéndose poco a poco más allá de un horizonte cada vez más brumoso.
Las dos lunas, que no giraban alrededor de la tierra como el sol, ya habían completado su propia fusión. Ahora convertidas en una nueva luna algo más grande, se habían desplazado hacia el centro de la tierra combinada, estabilizando su órbita vertical.
Antes del amanecer, mientras la luna se alejaba del cielo, en la base aérea de la Fuerza Aérea Sacra de Polvatia aguardaban listos para despegar los vehículos de asalto de la fuerza sacra, los cazas bombarderos y los cazas multiuso encargados de transportar materiales para la construcción de una base avanzada. La primera oleada, compuesta únicamente por cazas bombarderos, ya había partido. Poco después lo haría la segunda.
—Heroína Alicia, es casi la hora del despegue.
—Entendido.
Asignada como escolta de la unidad de cazas que protegería la construcción de la base, Alicia dirigió una última mirada a la imponente catedral que se alzaba tras ella, antes de girarse sobre sus talones y subir al primer vehículo.
Para poder enviar las armaduras sacras (la fuerza de asalto terrestre) era necesario neutralizar los movimientos de aquel heraldo del caos vestido de negro. El plan consistía en atacar directamente el cuartel general enemigo desde el aire y destruir el palacio del centro de su ciudad. A raíz de que las armaduras del equipo de exploración fueran neutralizadas y capturadas, se había decidido evitar el combate directo todo lo posible.
Las unidades comenzaron a elevarse una a una, y la segunda oleada de cazas entró en formación de salida. Con su gran maza cargada al hombro, Alicia contemplaba desde lo alto las luces de la base sacra, y no pudo evitar pensar en la posibilidad de volver a encontrarse con Sakuya durante esta batalla.
«¿Seré capaz de luchar contra ella de nuevo?»
Alicia sentía que su determinación como heroína estaba tan tambaleante, como su lealtad y fe en Polvatia. Había asumido el papel de heroína como su misión, como algo por lo que debía luchar. Pero ni siquiera en el lugar que debía proteger encontraba el calor que en el fondo deseaba. Ahora que era consciente de cuánto había evitado enfrentarse a esas falsedades, su motivo para luchar se había debilitado.
Mientras divagaba con esos pensamientos, un joven soldado de la Fuerza Sacra, que viajaba en el mismo vehículo, le habló:
—Esto... Heroína Alicia...
—¿Sí?
—Esta es mi primera misión en combate, y es un honor poder salir al frente junto a una heroína como usted.
—Ah, vale.
Esos jóvenes creyentes, a diferencia de los altos cargos del gobierno, le mostraban una admiración genuina y directa. Aunque, claro, siempre mediada por su fe en el dios Polva.
Sakuya había dicho que la fusión con Kaltcio podría cambiar la situación actual de Polvatia. Si algún día esa fe y esas doctrinas dejaran de atarlos, ¿cómo cambiaría la forma en que los jóvenes creyentes se relacionaban con ella?
—Eh... Ah... Esto... Yo...
El joven, que había reunido el valor para hablar con su heroína ideal, se puso nervioso cuando Alicia lo miró fijamente. Al ver su reacción, ella esbozó una sonrisa y lo tranquilizó:
—Te protegeré mientras me queden fuerzas. Tú cumple con tu deber.
—¡S-Sí! ¡Gracias por protegernos!
Mientras la primera oleada de ataque penetraba en territorio de Kaltcio, la segunda oleada que transportaba a Alicia partía de la base de la Fuerza Aérea Sacra de Polvatia.
Alrededor del amanecer, en Sanc Adiet, los mensajes de emergencia volaban sin cesar a través de transmisiones secretas de artes aéreas, provocando un aumento repentino en el nerviosismo y la tensión en la ciudad. Desde la línea costera del norte y desde Paula, la ciudad fortificada de Blue Garden, habían llegado reportes alertando sobre la aproximación de numerosas aeronaves enemigas, presumiblemente del ejército de Polvatia. En el Palacio de Volance, mensajeros y guardias corrían frenéticamente de un lado a otro.
Convocaron con urgencia al palacio a Yuusuke, que inusualmente dormía a esas horas, donde tomó posición junto a Ayuukas para dirigir la defensa y el contraataque.
En esta ocasión, los miembros de la Patrulla del Dios Oscuro tenían la misión de asistir directamente a Yuusuke y Ayuukas. Vermeer estaba a cargo como asesor estratégico al lado de ambos. Hisotta y Hinke eran responsables de llevar mensajes, mientras que Zhahid y Zaisha estaban asignados a la defensa personal y a la curación en caso de emergencia. La operación de las ballestas antiaéreas modificadas desplegadas por toda la ciudad estaba enteramente bajo el control de Yuusuke, por lo que, en la práctica, era él quien lideraba la respuesta defensiva.
—¿Cuál es la situación actual?
—El ejército de Polvatia acaba de cruzar la línea costera. Son alrededor de ciento veinte unidades, aparentemente más grandes que los cazas del otro día —informó Vermeer.
—Son muchos... —Yuusuke empezó a analizar la posible composición y objetivos del enemigo—. ¿Puede que lleven mechas acorazados dentro?
—Si el comandante enemigo es un completo idiota, podría ser —respondió Ayuukas, tomando asiento junto a Yuusuke y activando de inmediato su propio menú de personalización para tomar el control de la red de Shift Move—. Pero no lo creo probable.
Si desplegaban mechas acorazados, los inutilizarían y capturarían a sus pilotos, entregando así más muestras de su tecnología militar al bando de Kaltcio. Dado lo sucedido con los exploradores anteriores, Yuusuke y Ayuukas coincidieron en que el comandante enemigo no sería tan insensato. Por lo tanto, concluyeron que debían prepararse para un ataque aéreo masivo desde gran altura.
Un mensaje urgente resonó claramente en todo el palacio:
«¡Se ha confirmado el avistamiento de fuerzas enemigas aproximándose desde el norte!»
—Capitán, esperamos sus órdenes.
—En cuanto empiecen a bajar la altitud, abrid fuego simultáneo.
Lo primordial era evitar que se acercaran demasiado. Siguiendo las órdenes de Yuusuke de disparar constantemente sin preocuparse demasiado por acertar en blancos específicos, las ballestas antiaéreas en la zona norte de Sanc Adiet comenzaron a lanzar simultáneamente ráfagas de proyectiles luminosos hacia el cielo.
La ciudad de Sanc Adiet, sumida en la penumbra previa al amanecer, se iluminó con una sucesión de destellos. Para las fuerzas de Polvatia que descendían desde lo alto, esperando dar comienzo al ataque, parecía como si repentinamente una parte de la ciudad hubiese comenzado a emitir intensos destellos. Entonces, numerosos proyectiles luminosos empezaron a surcar el aire.
—¿Qué está pasando? ¿¡Qué ha sido eso!?
—¡Nos están atacando desde tierra! Es como si fueran arcos de luz.
Justo después, una ráfaga de proyectiles luminosos impactó contra las aeronaves. Aunque el acorazado logró resistir la mayoría de impactos directos, la fuerza de los golpes era suficiente como para desestabilizar las naves.
—Imposible... ¡Esos salvajes no deberían tener armas así!
Los proyectiles luminosos continuaron rozando los cascos de las aeronaves. El comandante del primer escuadrón de ataque había escuchado rumores de que algunas naves y algunos mechas habían caído en manos enemigas durante el enfrentamiento con los exploradores, pero la cantidad de fuego antiaéreo que estaban recibiendo ahora excedía por mucho lo que podrían haber reutilizado. Ante la intensidad del fuego enemigo, el comandante empezó a considerar otras posibilidades.
—Esperad un momento. ¿No dijeron que poseían una habilidad especial de crear proyectiles falsos?
—Eso dicen los informes. ¿Cree usted que esta lluvia de luz podría ser...?
El comandante asumió entonces que el enemigo podría estar usando las armas capturadas en combinación con proyectiles ilusorios generados mediante su habilidad especial. Interpretó que los pocos impactos efectivos se debían simplemente a mala suerte, únicamente de las ballestas de luz auténticas que les habían confiscado.
—Bien. Comunica a todas las unidades: dispersaos y destruid la torre central objetivo. Después, que cada unidad ataque libremente.
Incluso juntando todas las armas luminosas que habían capturado las unidades enemigas anteriormente, apenas alcanzarían unas diez. Eso era claramente insuficiente para cubrir una ciudad tan extensa.
—Probablemente todas sus armas auténticas estén concentradas en la torre central. Evitad acercaros demasiado y que os derriben por accidente. Al fin y al cabo, nuestras propias armas sacras son extremadamente potentes.
El comandante intentó relajar y motivar a sus subordinados con un comentario desenfadado. Sin embargo, los mensajes de las otras unidades pulverizaron de inmediato su optimismo.
«Aquí, el Escuadrón 4. La mitad de nuestras naves han sido alcanzadas, tenemos problemas para mantener el vuelo estable. Solicitamos permiso para regresar».
«Escuadrón 2 al habla. Muchas de nuestras aeronaves han sufrido daños en sus cañones. Continuar aproximándonos es demasiado peligroso».
—¡Comandante! ¡Nos han informado de que el líder del Escuadrón 3 ha resultado herido de gravedad!
La avalancha de malas noticias paralizó momentáneamente al comandante, quien volvió en sí gracias al impacto de un proyectil que golpeó fuertemente la coraza externa de la aeronave de mando. Entonces, tomó una decisión inmediata:
—¡Retroceded! Informad inmediatamente al cuartel general en la Capital Sacra. Nos reagruparemos y atacaremos simultáneamente desde todas las direcciones.
Las aeronaves del primer escuadrón de ataque ascendieron rápidamente, ejecutando maniobras evasivas de emergencia para alejarse del espacio aéreo de Sanc Adiet. No obstante, algunas habían perdido demasiada potencia tras los impactos y trataron desesperadamente de realizar aterrizajes forzosos en las afueras de la ciudad.
Al ver cómo se retiraban las aeronaves de Polvatia, los guardias de Sanc Adiet lanzaron gritos de júbilo. Algunos de los artilleros encargados de las ballestas de luz modificadas dispararon flechas de luz a modo de celebración.
Desde los niveles superiores del palacio, Yuusuke estaba recibiendo continuamente informes sobre la situación de la ciudad. Tras confirmar que ningún daño había sido registrado hasta el momento, soltó un leve suspiro de alivio. Las aeronaves enemigas que habían realizado aterrizajes forzosos en las afueras estaban siendo interceptadas por unidades bajo el mando del Rey Esvobus.
—Bueno, ahora viene lo serio.
—Sí. Seguramente intentarán algo por tierra también.
Mientras Yuusuke y Ayuukas discutían cuál sería el próximo movimiento del ejército enemigo, llegó la noticia de que una nueva fuerza había atravesado la línea costera. Esta vez, el reporte indicaba aproximadamente treinta aeronaves de combate grandes, similares a las anteriores, veinte naves largas aparentemente cargadas con mechas acorazados, y cerca de cuarenta aeronaves más pequeñas con la parte trasera en forma de caja.
—Son muchos otra vez... ¿Qué piensas tú? —le preguntó Yuusuke a Vermeer.
—Probablemente sea como dicen ustedes dos —le respondió su subordinado—; la primera unidad solo intentaba distraernos con ataques aéreos. Dependiendo de la cantidad de armaduras móviles, este nuevo contingente podría tratarse de una fuerza de ataque terrestre o bien una unidad encargada de establecer una base avanzada.
Según la información que recabaron de los prisioneros, esas aeronaves pequeñas se usaban también para transportar materiales. Así pues, las aeronaves tipo caja probablemente llevarían recursos para construir un campamento.
—Sería un fastidio que trajeran soldados de infantería...
—Bueno, pero es posible. Aunque...
Si el enemigo intentaba reducir riesgos, sería extraño que decidiera lanzar tropas de infantería, teniendo a su disposición armas tan prácticas como los mechas acorazados.
—A menos que quieran deshacerse de soldados molestos...
—Conociendo la forma en que gobiernan, lo veo improbable —intervino Ayuukas para refutar la hipótesis de Vermeer.
Incluso suponiendo que enviaran tropas desechables como los hombres de Kanan, esos soldados, que no estaban del todo sometidos al adoctrinamiento religioso, podrían desertar fácilmente con armas valiosas de Polvatia. Una pérdida significativa durante un combate real afectaría además la autoridad moral del Gobierno Sacro.
—Ya veo —asintió Yuusuke, convencido por el razonamiento de Ayuukas.
Según lo que habían contado Kanan y sus compañeros, las llamadas «purificaciones» del continente realizadas por Polvatia siempre habían sido contra adversarios fáciles. Al parecer, la Fuerza Sacro nunca había sufrido verdaderos daños durante esas campañas. Una situación como la actual, donde no podían llevar a cabo una purificación rápida y sencilla, representaba una anomalía considerable para ellos.
—Parece que ahí tendremos nuestra vía de negociación.
—Jefe, ¿se refiere usted a ese «nuevo hecho» que mencionó Ayuukas?
—Bueno, no es que lo que propuse sea exactamente una solución tan sencilla como un mero compromiso.
Ahora que se había revelado la falsedad en torno a la antigua Fe de los Cuatro Grandes Dioses, y que las diferencias sociales habían comenzado a relajarse, era improbable que la rígida estructura religiosa de Polvatia tuviera una gran influencia sobre la emergente cultura libre de Kaltcio. Por el contrario, era más probable que los ciudadanos de Polvatia fueran quienes se vieran atraídos por esta nueva y hasta ahora inexistente «cultura extranjera». Para Polvatia, un territorio que no podían controlar ni someter como Kaltcio, era algo así como un veneno que lentamente se extendería hasta llegar a colapsar su sistema desde dentro.
—Mientras no nos absorban a nosotros, tenemos ventaja. Ellos serán incapaces de avanzar.
—Ah, eso tiene sentido. Con una fuerza rival tan pareja, ya no podrán dedicarse a atacar tranquilamente a otros continentes.
—Exactamente.
Justo cuando la conversación entre Yuusuke y Ayuukas llegó a una pausa natural, el aviso de un nuevo contingente enemigo acercándose desde otra dirección resonó a través del palacio mediante artes aéreas de transmisión. Yuusuke dio inmediatamente la orden de atacar con la misma estrategia anterior: disparar sin descanso en cuanto los enemigos entraran en alcance.
Mientras tanto, tras recibir el mensaje urgente del primer escuadrón, la segunda unidad de la Fuerza Aérea Sacra de Polvatia ya había aterrizado en el punto previsto y estaba procediendo a construir una base avanzada. Luego, enviaron rápidamente un equipo de reconocimiento hacia la ciudad objetivo.
Una aeronave equipada con un único mecha acorazado, especialmente modificado para el reconocimiento con telescopio de larga distancia, se aproximó a baja altitud para investigar qué clase de defensas antiaéreas tenía la ciudad. Lo que descubrieron fue que, sobre casi todos los edificios, estaban instaladas armas muy parecidas a las ballestas de luz sacras de Polvatia.
También identificaron lo que parecían plataformas flotantes dispuestas en los alrededores de la ciudad, desde las cuales se lanzaba una lluvia constante de proyectiles de luz. Además, estas armas parecían ser ligeramente superiores en rendimiento respecto a las de la Fuerza Sacra. Su alcance era sorprendentemente largo y no mostraba signos de agotamiento de energía mágica. El escuadrón de bombarderos del primer ataque estaba siendo repelido sin conseguir acercarse en absoluto.
—¡¿Pero qué demonios es esto...?!
—¿Cómo puede una ciudad bárbara tener semejantes defensas...?
Mientras los pilotos de la nave contemplaban atónitos Kaltcio, convertida en una especie de fuente gigantesca que no paraba de lanzar proyectiles luminosos hacia el cielo, el operador del mecha lanzó una advertencia urgente:
—¡Hemos sido avistados!
Inmediatamente después, varios proyectiles luminosos volaron hacia ellos desde la ciudad.
—¡Mierda! ¡Esto se pone feo!
—Aquí, el equipo de reconocimiento: ¡hemos sido descubiertos! ¡Procedemos a retirarnos!
—¡Cuidado! ¡Las plataformas flotantes parecen poder atacar también objetivos terrestres!
Agitados por las explosiones cercanas, los miembros del equipo de reconocimiento escaparon de regreso apresuradamente hacia la base del segundo escuadrón.
Después de recibir sus informes, en el Gran Santuario de Castle Palace se convocó rápidamente una reunión de emergencia con los altos oficiales sacros para decidir las medidas a tomar.
Dada la escala descrita en los reportes, se llegó a la conclusión de que las armas luminosas del enemigo debían haber estado instaladas desde hacía tiempo, lo que indicaría que podrían haber subestimado el nivel de civilización de Kaltcio. Así pues, procedieron a revisar sus predicciones.
—Si fueron capaces de utilizar con tanta destreza las ballestas de luz robadas de nuestros exploradores, seguramente sea porque ya disponían de armas similares.
—En efecto. Eso tendría sentido.
—Debemos reconocer que nuestra incapacidad para descubrir unas defensas tan extensas fue fruto de un exceso de confianza.
Los oficiales sacros asintieron con expresión solemne, sin imaginar en absoluto que esas defensas habían sido instaladas a toda prisa en apenas un par de días.
Cuando ambos soles, alineados en su órbita, alcanzaron lo más alto del cielo, uno situado casi directamente encima del otro, en Sanc Adiet se estaba procediendo al relevo de personal. Entre tanto, mantenían la alerta ante los exploradores que llegaban esporádicamente por tierra y algunos cazas enemigos que rondaban en círculos justo al límite del alcance de las ballestas de luz mejoradas.
Al parecer, la primera oleada de cazas enemigos, que había intentado aproximarse en varias ocasiones, sufrió pérdidas considerables y finalmente decidió retirarse.
—Ahora mismo estamos en una pequeña tregua, ¿eh? —se dijo Yuusuke para sí mismo, al observar cuidadosamente la situación, intentando deducir cuál sería el siguiente movimiento del enemigo.
—Me preocupan más las tropas terrestres —respondió de inmediato Vermeer—. La frecuencia con la que mandan exploradores es demasiado alta.
—Ciertamente —añadió Hisotta—. Es posible que ya hayan establecido una base cercana desde la que observarnos.
La especialista en artes aéreas de la Patrulla del Dios Oscuro tenía razón: era bastante probable que ya hubiesen creado una base terrestre. Actualmente, la guardia de Fonkrank estaba colaborando con las unidades de élite de Blue Garden, inspeccionando minuciosamente la llanura desde Sanc Adiet hasta la costa norte. Según los informes de las tropas apostadas en la costa, ocasionalmente se habían detectado vuelos de naves procedentes de Polvatia.
—¡Yuusuke! ¡Ayuukas! ¡Os he traído la comida! —la alegre voz de Violet resonó en la sala mientras entraba, acompañada de varios sirvientes empujando un carrito de comida.
La sala de mando temporal desde la que Yuusuke y su equipo dirigían las operaciones se encontraba en una zona superior del palacio. Los pasillos hacia allí estaban parcialmente bloqueados como medida de seguridad durante la batalla. Sin embargo, Violet corría habitualmente por los pasillos superiores del palacio, y conocía perfectamente los caminos alternativos, por lo que entraba y salía con bastante libertad.
—Hace ya rato que la situación se ha calmado. ¿Cómo están las cosas ahora?
—Probablemente ambos lados estemos esperando ver cuál será el siguiente movimiento del otro.
—Habrá que ver qué hacen después. ¿Has traído frituras de pescado?
Mientras Ayuukas, ignorando la explicación de Yuusuke, empezaba a comer tranquilamente, comentó que lo ideal sería que el enemigo decidiese negociar directamente, aunque claramente sugería que la batalla aún no había terminado. De momento, gracias al intenso fuego antiaéreo, estaban rechazando al enemigo con daños considerables y sin sufrir bajas propias. Pero como Yuusuke ya había señalado anteriormente, esta estrategia defensiva no era infalible; bastaría con que el enemigo encontrara una brecha para revertir la situación.
—Sería ideal que se lanzaran desesperadamente contra nosotros y luego, al final, vinieran a ofrecernos negociaciones...
—¡Ja, ja! Yuusuke, eso solo sería posible si su líder fuera un completo idiota.
—Lo que dice Ayuukas es difícil de entender, pero, entonces, ¿la situación no es ni buena ni mala? Supongo que tendrás algún plan por si explotan ese punto débil del que hablas, ¿verdad, Yuusuke?
—Bueno, más que un plan en sí... Si eso pasa, intentaré aparentar que sus ataques no nos afectan y aguantar con esa farsa lo que pueda.
La estrategia de Yuusuke era, básicamente, un recurso desesperado para minimizar las pérdidas humanas mediante el engaño. Ahora bien, dada la enorme diferencia tecnológica entre Polvatia y Kaltcio, no podía hacer mucho más. En una situación donde el enemigo podía enviar soldados continuamente, mientras ellos ni siquiera podían devolver el ataque, solo quedaba esperar que el adversario se cansara cuanto antes.
—Hmm... Aunque podamos rechazarlos, si el enemigo sigue atacando continuamente, los ciudadanos no podrán hacer su vida tranquilos... —señaló Violet con preocupación.
—Ese es precisamente el problema...
Mantener constantemente el estado de alerta acabaría paralizando la vida cotidiana. Aunque las reparaciones de la ciudad se podían hacer rápidamente, el daño económico sería inevitable si la situación se prolongaba demasiado. El suministro de bienes podía garantizarse con la red de transporte mediante Shift Move, pero la destrucción de campos de cultivo y ganadería sería catastrófica. Por todo ello, prolongar el conflicto suponía una clara desventaja para ellos. Pero de momento no habían recibido respuesta alguna ante sus acercamientos para intentar negociar.
Mientras los tres discutían cómo resolver la situación, una nueva alarma anunciando la proximidad del enemigo resonó en el palacio.
—Ahí están otra vez. Volveré junto a mi padre, entonces.
—Vale. Ten cuidado.
La princesa salió de la sala de mando temporal rápidamente, seguida por los sirvientes que empujaban el carrito de la comida. Gracias a ella, la patrulla al mando no se había quedado sin almorzar.
—Considerada y atenta. Tiene potencial para convertirse en una buena reina —comentó Ayuukas.
Yuusuke se limitó a asentir, sin apartar la mirada del menú de personalización.
Los edificios derrumbados recuperaban su forma original dejando tras de sí partículas de luz, y las losas de piedra destrozadas volvían a conformar calles ordenadas como si nada hubiera ocurrido.
Tal y como se había previsto, los daños en la ciudad podían repararse de inmediato, pero las bajas entre los soldados que operaban las baterías defensivas eran más serias de lo esperado. El número de heridos estaba aumentando considerablemente.
«¡Hay dos plataformas flotantes destruidas en el área 1, al norte!»
«¡La batería del muro del barrio noble ha quedado inservible!»
«La batería del ala este de la mansión Voldier está inutilizada por un derrumbe.»
Los informes de daños continuaban llegando uno tras otro mediante las transmisiones por artes aéreas. Desde pasado el mediodía, las fuerzas de Polvatia habían cambiado su estrategia. Tal y como Yuusuke había temido, comenzaron a atacar desde fuera del alcance efectivo de sus defensas.
Aunque la cantidad de aviones enemigos había disminuido, ahora realizaban ataques de bombardeo desde grandes altitudes lanzando columnas de piedra que explotaban al impactar contra el suelo. Además, habían establecido una posición al norte de la ciudad desde la que llevaban a cabo continuos ataques con artillería de largo alcance.
Este fuego de artillería también utilizaba columnas explosivas. Como la personalización del alcance de las ballestas de luz modificadas tenía sus límites, resultaba difícil responder cuando el enemigo atacaba continuamente desde una distancia segura.
Inicialmente, las fuerzas de Polvatia habían realizado ataques desde baja altura, no solo debido a limitaciones de equipo, sino también con la intención de mostrar su superioridad tecnológica y militar desde una posición inalcanzable para Kaltcio.
—Esos ataques están siendo muy duros.
—Nos atacan desde arriba y desde un costado simultáneamente. Ahora mismo, Shinja y sus tropas están avanzando hacia la posición terrestre enemiga.
Mientras respondía a Yuusuke, Ayuukas desplazó mediante la red Shift Move al escuadrón de la Legión Blanca de Gazetta utilizando su pantalla de personalización. Colocó sobre la mesa un marcador que representaba su posición en el mapa estratégico.
El escuadrón de la caballería blanca liderado por Shinja avanzó rápidamente hacia la posición enemiga desde la que se lanzaban las columnas explosivas. Dado que la zona era una extensa llanura con escasos obstáculos, no tardaron en localizarla.
—Ahí está. Bajad de vuestras monturas, desde aquí continuaremos a pie.
Dejando atrás los caballos y parte del escuadrón a una distancia segura para asegurar una retirada efectiva, los guerreros de la Legión Blanca avanzaron por tierra, cubiertos por artes aéreas que potenciaban sus movimientos.
Eran los mismos veteranos que ya habían participado en la operación de reconquista de Patricia del Norte. En esta ocasión, portaban un arma especialmente diseñada para enfrentarse a las fuerzas de Polvatia: una ballesta de luz mejorada por Yuusuke para uso humano, tomando como base el arma de los mechas acorazados capturados. Además, llevaban equipados «trucos de dios oscuro», por lo que podían desplazarse a máxima velocidad pese al peso del armamento que cargaban.
La posición de Polvatia constaba de cuatro grandes plataformas de artillería y varias estructuras provisionales. Dentro del recinto podían verse varios mechas acorazados y cazas polivalentes con cabina trasera en forma de caja. Al notar el acercamiento de los hombres de Shinja, varios soldados enemigos comenzaron a moverse con urgencia, mientras las alarmas resonaban en el campamento.
En cuanto llegaron a una distancia en que podían distinguirse claramente los rostros, las defensas enemigas abrieron fuego con arcos de luz montados en el muro, al tiempo que sus mechas acorazados enemigos salían al encuentro. Entre ellos, también parecía encontrarse Alicia.
—¡Concentraos en destruir sus plataformas de artillería! Ignorad a los acorazados y a la heroína. Mejor dicho, ¡esquivadlos!
Con esa orden, Shinja encabezó personalmente la ofensiva. Moviéndose velozmente alrededor de la posición enemiga, comenzaron a disparar con los arcos de luz hacia las plataformas. Aunque lo ideal habría sido destruir todo el campamento enemigo junto con las baterías, los enfrentamientos directos con los mechas y Alicia favorecían claramente al enemigo, por lo que prefirieron evitar el combate cuerpo a cuerpo.
Su plan era concentrar los ataques únicamente en la artillería de largo alcance y, tras destruirla, retirarse rápidamente hasta la red de Shift Move para regresar inmediatamente a Gazetta.
La combinación de la velocidad innata de los guerreros desvalidos, la asistencia de movimiento proporcionada por las artes aéreas, y el refuerzo adicional otorgado del equipo con «trucos de dios oscuro» dotaba a los guerreros blancos de una movilidad impensable para personas comunes. Esquivaban ágilmente cada intento de ataque por parte de los mechas. Aprovechaban la maniobrabilidad que solo un cuerpo humano podía proporcionar, disparando certeramente flechas de luz contra las baterías enemigas.
Las ballestas de luz adaptadas no eran armas fáciles de manejar por cualquiera debido a su peso y al retroceso tras el disparo. La táctica de correr a gran velocidad, disparando con precisión en pleno combate, solo era posible gracias a la excepcional condición física de estos guerreros.
El impacto directo de una flecha de luz en la columna explosiva cargada en uno de los cañones provocó una fuerte explosión. Hizo pedazos la artillería que, al desplomarse, destrozó también el cañón vecino.
Mientras la zona era devorada por las llamas, los operarios del campamento se pusieron a correr desesperadamente, intentando extinguir el incendio y trasladar a un lugar seguro tanto las piezas de artillería restantes como las columnas explosivas aún almacenadas.
—¡Malditos bárbaros! —insultó el enemigo desde uno de sus mechas.
—No te falta razón —respondió Shinja con una sonrisa provocadora.
Tras esquivar sin esfuerzo el mandoble descendente del mecha, Shinja saltó sobre el brazo de su armazón. Notó claramente cómo el piloto contenía el aliento, sorprendido. El Rey Blanco recorrió velozmente el cuerpo de la máquina hacia arriba, dio un salto y, desde la altura, disparó desde el aire contra otra batería de artillería. La flecha de luz golpeó directamente la zona más sensible del cañón, causando una pequeña explosión seguida de una columna de humo negro.
Consciente de los puntos débiles del enemigo, Shinja utilizó hábilmente el retroceso de la ballesta para cambiar de dirección en pleno aire, aterrizando a una distancia prudencial del mecha que había utilizado como trampolín. Inmediatamente, otro mecha acorazado cargó contra él, pero reaccionó con agilidad felina, saltando hacia atrás al mismo tiempo que disparaba y utilizando incluso el retroceso del arma para esquivar el ataque. Había dominado perfectamente la nueva arma, cosa que mantenía confundido al enemigo.
Alicia era probablemente la única que podía igualar físicamente a Shinja y sus guerreros, pero se encontraba impotente frente a sus tácticas impredecibles. En un enfrentamiento frontal, ella habría ganado fácilmente, pero dado que el objetivo de Shinja era exclusivamente destruir las baterías enemigas, evitaron sistemáticamente cualquier combate directo con ella, logrando así cumplir su misión sin complicaciones.
—¡Retirada!
La unidad de caballería de la Legión Blanca se retiró rápidamente. Las fuerzas de Polvatia, ocupadas en extinguir el incendio y restaurar el orden en el campamento, apenas intentaron una breve persecución antes de dar media vuelta.
Gracias a las acciones de los guerreros desvalidos, la ciudad de Sanc Adiet ahora solo tenía que concentrarse en defenderse de los ataques aéreos. Aunque sus disparos de luz no alcanzaban directamente a los bombarderos enemigos, sí podían destruir en el aire las columnas explosivas lanzadas, minimizando así considerablemente los daños.
Aunque la metralla de las columnas caía sobre la ciudad, los escudos incorporados en las armas antiaéreas bastaban para proteger eficazmente a los soldados que las operaban. Eventualmente, los bombarderos agotaron sus proyectiles y comenzaron a retirarse hacia el continente de Polvatia.
Cuando quedó claro que ya no caerían más columnas explosivas, los soldados a cargo de las baterías antiaéreas se desplomaron, exhaustos. A diferencia del entusiasmo con que celebraron tras repeler el primer ataque al comienzo del combate, esta vez ningún soldado levantó la voz en señal de victoria. Todos permanecían en silencio, con rostros marcados por el agotamiento.
En la sala de mando provisional del palacio, Yuusuke y Ayuukas, frente a sus pantallas de personalización, soltaron un suspiro mientras terminaban de reparar la ciudad.
—¡Por fin! Hemos logrado aguantar...
—Aunque si continúan así, lanzando ataques nocturnos, no sé si podremos resistir mucho más...
No habían quedado daños visibles en la ciudad, por lo que, probablemente, su táctica de aparentar que no recibían daños todavía estaba funcionando contra Polvatia. No obstante, las pérdidas humanas a causa de los bombardeos de gran altitud y la artillería de larga distancia desde tierra eran más graves de lo que habían anticipado.
Aunque podían controlar las armas antiaéreas mediante personalización remota, su precisión se reducía considerablemente. Si solo se tratara de disparar sin parar para evitar que los enemigos se acercaran, sería suficiente con apuntar al azar, pero para interceptar las columnas explosivas era indispensable la habilidad manual de un tirador.
El sistema combinaba una percepción precisa del espacio mediante artes aéreas y dependía inevitablemente de contar con usuarios expertos de rastreo. Si aumentaban aún más las tropas terrestres enemigas, ni siquiera Shinja y sus hombres serían capaces de manejar la situación. El plan inicial de sorprender al enemigo con una demostración de fuerza para luego negociar la paz empezaba a desmoronarse.
Mientras el joven oscuro y la chamana blanca discutían en voz baja en aquella tranquila sala de mando, Violet entró acompañada por un mensajero.
—Yuusuke, Ayuukas, venid los dos a la sala de reuniones del piso superior. Dicen que quieren discutir qué estrategia seguiremos a partir de ahora.
Al parecer, las pérdidas sufridas por los soldados desde los ataques de la tarde habían resultado preocupantes, por lo que los altos mandos militares habían decidido que la estrategia actual no era sostenible. Después de reemplazar rápidamente al personal de cada batería usando Shift Move, dejaron la sala provisional de mando, con sus pantallas de personalización abiertas para vigilar cualquier eventualidad.
Con el Rey Esvobus encabezando la reunión, los capitanes y oficiales de cada unidad de guardias del palacio debatían sobre la estrategia frente a Polvatia junto con los burócratas, entre ellos el marqués Volard. Nada más comenzar la reunión, el bando belicista propuso que quizá deberían lanzar el primer ataque, pero los pacifistas se opusieron de inmediato, calificando la idea de temeraria.
—Para empezar, ¿cómo se supone que vamos a atacar a una nación de un continente que posee un nivel tecnológico tan alto? ¿Cómo enviaríamos nuestras tropas?
—Si el terreno se nivelara, ¿no podríamos cruzar el mar?
—Nos hundirían antes siquiera de llegar a la otra orilla.
—Pero si seguimos a la defensiva como hasta ahora, solo estaremos acumulando bajas inútilmente.
Aunque intentaran entablar negociaciones de paz, el enemigo no parecía tener intención alguna de responder. Y para hacerles pensar que salir a combatir no les saldría rentable, tendrían que infligirles un daño considerable o mostrar una fuerza equiparable. Pero la realidad era que, frente a un Polvatia que aún disponía de recursos para desplegar numerosas tropas por aire y mar, desde el principio, Kaltcio tenía poco margen.
Todos comprendían el argumento del bando belicista: si no lograban frenar el ímpetu invasor del enemigo, acabarían siendo aplastados antes de lograr intimidarles. Sin embargo, lo cierto era que no se les ocurría ninguna forma efectiva de oponer resistencia.
—¿Y si enviamos una unidad reducida directamente al corazón de su territorio?
—¿Como cuando Gazetta tomó Patricia del Norte? Las condiciones de entonces son demasiado distintas...
No tenían información básica sobre las ciudades enemigas, ni sobre su estructura de mando, ni sobre la ubicación de sus instalaciones clave, ni sobre la identidad o el aspecto de los gobernantes. Tampoco sabían nada sobre cómo estaban desplegadas sus tropas ni sobre el estado de sus defensas. Y lo más crucial: con la única opción de cruzar el mar como medio para infiltrarse, el propio plan resultaba inviable.
—Aun así... si no tomamos alguna medida, nos aniquilarán.
—Pero entonces, ¿qué se supone que debemos hacer?
—Señor Yuusuke, ¿no tiene usted ninguna idea?
Todas las miradas se volvieron hacia el único que parecía capaz de ofrecer una respuesta: el capitán de la Patrulla del Dios Oscuro.
—Mrmgh... —El joven oscuro, que había permanecido en silencio observando el curso del debate, dejó escapar un gruñido pensativo con los brazos cruzados—. En realidad, creo que conozco a alguien que podría hacer algo, así que, ¿os importaría esperar a que logre contactar con esa persona?
Con esa respuesta, Yuusuke desvió con ligereza el ambiente cargado que amenazaba con teñirse de desesperanza. A su lado, Ayuukas se encogió de hombros, mirándolo con expresión cansada y comprensiva, pensando para sus adentros: «Ah... Debe de estar agotado».
Algunos de los burócratas del palacio, más apegados al protocolo, fruncieron el ceño ante la actitud poco solemne del joven capitán, pero el marqués Volard intervino rápidamente para suavizar la situación. No era el momento de exigir formalidad en las respuestas o en la forma de exponer ideas.
—Entonces, ¿eso significa que hay una vía efectiva que seguir?
—No sé si llamarlo vía o más bien contacto... Digamos que hay una persona capaz de infiltrarse con seguridad hasta el corazón del enemigo.
Un murmullo contenido recorrió la sala. Los que tenían buen ojo para los asuntos de inteligencia ya se imaginaban de quién hablaba. Aunque no se había hecho público el detalle, desde que intervino en el combate contra los primeros exploradores, no habían sido pocas las ocasiones en que se había visto cerca del capitán de la Patrulla del Dios Oscuro a una misteriosa muchacha de cabello negro.
Según los testimonios de los guardias que estuvieron en el lugar, aquella chica volaba por el cielo con unas alas negras enormes y era capaz de curar heridas graves en cuestión de segundos. Incluso se decía que, frente al ataque brutal de una guerrera excepcional considerada heroína de Polvatia, ella no solo no se inmutó, sino que desvió su arma de un solo golpe y la derrotó con una estocada envuelta en rayos.
—No tenemos prácticamente ninguna información sobre ella, así que no resulta fácil juzgarla, pero... ¿ es de fiar?
—Al menos parece que está del lado de Kaltcio.
Yuusuke explicó cómo se había posicionado Sakuya ante él, y comentó que intentaría pedirle su cooperación.
Después de aquello, no surgió ninguna propuesta especialmente brillante para afrontar a Polvatia. La reunión se centró en detalles menores, como hasta qué punto debían permitir la presencia de soldados extranjeros en la defensa de la ciudad. Finalmente, la junta se dio por concluida.
En cuanto al contacto del capitán oscuro, solo cabía esperar la llegada de la interesada. Si se alcanzaba algún acuerdo, se notificaría adecuadamente al Rey Esvobus.
Mientras todos se dispersaban para volver a sus puestos, Yuusuke y Ayuukas se dirigieron de nuevo hacia la sala de mando provisional. Entonces Violet se les unió.
—Ahora que lo pienso, todavía no he llegado a conocerla... Esa tal Sakuya, ¿dijiste que era de tu tierra natal, Yuusuke?
—Sí, vivía como... a dos pueblos del mío, más o menos.
Yuusuke sonrió; le había hecho ilusión oír hablar de su mundo original.
—Yuusuke... —con una expresión algo complicada, Violet se atrevió a preguntarle con cautela—. Tú... ¿no tienes ganas de... volver?
—Bueno. Hasta hace poco, un poco sí, pero ahora ya no tanto.
—¿De verdad?
—Sí. Al parecer hay otro yo en ese mundo, y gracias a Sakuya puedo enterarme de cómo le va.
Yuusuke ya no sentía nostalgia, sino más bien la sensación de haber dejado atrás todo lo que lo retenía. Si pudiera ir y venir como Sakuya, quizá se lo pensaría, pero con las cosas como estaban, no se le pasaba por la cabeza abandonar este nuevo mundo en el que había vivido desde hacía ya más de un año.
—Además, tengo que quedarme a ver cómo te conviertes en una gran reina.
—Y-Yuusuke...
Violet se quedó medio pasmada, medio emocionada al notar cómo él, por una vez, le revolvía el pelo con la mano.
—Qué buena pareja hacéis. ¿No quieres acariciarme a mí también la cabeza? —comentó Ayuukas con un tono ligeramente travieso, mientras observaba la escena con ternura.
—Eh... No sé, me parece que eres un poco mayor para mí.
—¡Bah! Qué muermo.
—¿Muermo...?
Yuusuke pensó que no sabía muy bien cómo reaccionar ante una niña de tres mil años que se le ponía mimosa.
—Depravado... —soltó Sakuya, que volvió a aparecer de la nada, en voz baja.
—¡Para nada! —se apresuró Yuusuke a desmentirlo.
—P-Pero, ¡¿qué...?!
—Ya me habían hablado de ella, pero vaya manera de aparecer...
Sakuya Tsuzuki. Descendió como una aparición luminosa en el pasillo del palacio. Antes de poder pedirle su ayuda en la batalla que decidiría el destino de Kaltcio, el dios oscuro Yuusuke tuvo que empezar aclarando su inocencia... respecto a sus supuestas inclinaciones.
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