07/06/2025

WCC EX - Capítulo 10




Novela original en japonés por: ヘロー天気 (Hero Tennki)
World Customize Creator



Traducido por: Xeniaxen


Capítulo 10
El ser mágico de otro mundo

Para ejecutar su plan, Yuusuke se centró primero en comprender a fondo la estructura de Castle Palace. Determinó qué fábricas debían destruirse y cuáles conservar, y seleccionó qué etnias debían ser trasladadas. Para facilitar todo esto, su objetivo inmediato era dirigirse al centro neurálgico del Gran Sacro y emitir órdenes desde allí.

El Gran Sacro era la instalación central del Castle Palace. En su planta superior se encontraba la residencia del sumo sacerdote. Justo debajo, la sala de mando suprema, desde la cual podían emitirse órdenes con autoridad prioritaria sobre todas las instalaciones y organizaciones de Polvatia. Solo el sumo sacerdote y unos pocos con su permiso podían acceder a este lugar, donde se concentraba toda la tecnología mágica de la que Polvatia se enorgullecía.

Las paredes y el suelo estaban construidos con un material brillante translúcido. No había ni sillas de reunión ni mesas: solo un espacio amplio, tenue y desprovisto de mobiliario. En ese silencioso centro de mando, de repente aparecieron unas partículas de luz que se dispersaron para dar paso a tres figuras humanas.

Eran Yuusuke, Alicia y Kanan, que habían atravesado de un salto, mediante Shift Move, desde el distrito de clase baja hasta la zona superior del Gran Sacro, un área de acceso restringido.

—¡Hecho! Ya hemos llegado.

—¡Oyeee!

El cambio repentino de entorno había dejado a Alicia helada; era la primera vez que experimentaba un Shift Move, y protestó por no haberla avisado de antemano. Pero Yuusuke no pareció darle importancia y empezó a quitarse el uniforme de camuflaje.

—¿Qué estás haciendo...?

—Me estoy desvistiendo.

—¡Eso ya lo veo!

—Entonces no preguntes.

—Qué buen rollo tenéis vosotros dos —se rió Kanan, que se encogió de hombros y sorbió lo que quedaba del té frío en su taza, que había traído sin querer.



En las instalaciones de la base de la Fuerza Sacra, dispuestas en torno al Gran Sacro, los soldados del turno de noche se encontraban en pleno relevo. Uno de los oficiales, que estaba organizando documentos en su escritorio dentro de una sala, se levantó con la intención de ir a por algo de beber. Fue entonces cuando ocurrió.

De repente, todo el entorno se vio envuelto por una luz resplandeciente.

—¿¡Eh!? ¿Qué demonios...?

En un instante, la sala entera quedó bañada en una luz blanca, que acto seguido se descompuso en diminutas partículas que se desvanecieron. Y ante sus ojos apareció el Gran Sacro, alzándose imponente hacia el cielo nocturno.

Al mirar a su alrededor, pudo ver a compañeros y subordinados en pie, inmóviles y perplejos. Ya no estaba la sala de operaciones donde acababan de estar trabajando. De hecho, la propia instalación militar en la que se encontraban había desaparecido.

Al voltear la vista hacia el murmullo que provenía desde otra dirección, observó cómo otro edificio vecino se envolvía en la misma luz, para luego deshacerse en una lluvia de partículas y desaparecer.

En el lugar donde antes se alzaban esas estructuras, solo quedaban personas tan desconcertadas como él: algunas de pie sin saber qué hacer, otras aún sentadas frente a escritorios, congeladas en la postura en la que habían estado trabajando. Incluso había quienes yacían tumbados, probablemente porque estaban durmiendo en ese momento.

—¿Qué... demonios está pasando...? —murmuró el oficial mientras, a sus pies, los documentos que había estado recopilando unos instantes antes se esparcían por el suelo, arrastrados por el viento.



En el centro de la sala de mando se alzaba, solitaria, una estela de piedra de aproximadamente la altura de una cintura humana. Aquel objeto, que en apariencia no era más que una piedra tallada, servía en realidad como dispositivo para operar y controlar las funciones de la sala. Normalmente, no podía activarse sin la llave en posesión del sumo sacerdote. Sin embargo, Yuusuke la había modificado con su habilidad de personalización para poder activarla sin dicha llave.

Utilizando el panel de control en su menú de personalización, comenzó una gran remodelación de todo Castle Palace. Seleccionó las zonas a destruir o conservar dentro de las fábricas, clasificó a los residentes originarios de otros continentes por etnias para proceder con su reubicación, y se aseguró de sellar de antemano los movimientos de las unidades de vigilancia del orden público para evitar interferencias.

La tarea se prolongó hasta bien entrada la madrugada, y no fue hasta casi el amanecer que pudieron emitir las órdenes de traslado a la población.

—A ver... Ahora toca trasladar a todos los del distrito Kuronuma. Ponlos en la esquina superior izquierda, más o menos al lado del grupo anterior.

—A la esquina superior izquierda. Hecho.

Las imágenes de las distintas zonas del Castle Palace flotaban como ilusiones en el aire. Al parecer, cada una de estas proyecciones estaba conectada a un dispositivo de comunicación, de manera que al hablar hacia la imagen, la voz llegaba al otro lado.

Las instrucciones para trasladar a determinados grupos étnicos a áreas designadas las daba Kanan. En ese momento estaba emitiendo órdenes para reubicar a una etnia que trabajaba extrayendo minerales en una sección del distrito de clase baja, según las indicaciones de Yuusuke.

Mientras tanto, el joven oscuro replicaba los dispositivos necesarios para el procesamiento de alimentos, ajustaba los sistemas de agua y, en paralelo, iba construyendo en su menú de personalización los modelos de los ítems clave para el plan.

Aunque casi no se movía del sitio, Yuusuke estaba bastante ocupado entre emitir órdenes y vigilar el traslado de toda la ciudad, igual que Kanan. En comparación, la heroína Alicia, que ejercía de escolta para ambos, no tenía nada que hacer y se encontraba visiblemente aburrida.

—Ya casi amanece. Si se hace de día, el ejército notará la anomalía —comentó, observando la vista exterior proyectada en una de las paredes.

—Nah. Ya se habrán dado cuenta hace rato. Probablemente también sepan que estamos aquí —respondió Yuusuke.

Al tiempo que lo decía, hizo aparecer una gran maza en el suelo, por si los guardias intentaban irrumpir en la sala. Había creado el arma usando materiales que encontró en lo que parecía el almacén de una fábrica de armas.

Eso le hizo recordar a Alicia que hasta ahora había ido desarmada. Encogiéndose de hombros, tomó la maza fabricada por el dios oscuro. Fue entonces cuando notó algo extraño en su cuerpo.

—¿Eh? Es muy ligera... No, más bien, siento como si mi cuerpo se hubiera aligerado...

—Ah, sí. Esta maza está hecho con buenos materiales, así que le añadí efectos de recuperación de energía y curación. Pensé que estarías cansada de estar tanto rato de pie.

—¿Y eso no es demasiado... valioso...?

—Bah. Si los materiales eran gratis. No te preocupes.

Un arma con múltiples efectos curativos era, desde el punto de vista de Alicia, un equipo extremadamente raro y caro. Pero para Yuusuke, fabricar algo así era una tarea menor.

Aunque ya había sellado todos los pasillos que conectaban con esta sala de mando, aún no comprendía del todo la estructura del Gran Sacro. Manipular elementos innecesarios podía provocar fallos en el sistema, así que limitaba los cambios al mínimo indispensable. Por tanto, no podía descartar que hubiera algún pasadizo que se le hubiera pasado por alto, y que en cualquier momento pudieran llegar soldados.

—Puedes romper todas las mazas que quieras, pero protégeme bien, ¿eh? —dijo Yuusuke en tono de broma.

Alcia, sin embargo, asintió con expresión absolutamente seria.



En el distrito industrial de la clase baja, ubicado cerca del perímetro exterior de Castle Palace, los ciudadanos (antiguos residentes de otros continentes) comenzaron a desplazarse hacia las zonas designadas. Murmuraban quejas como: «¿Qué pasa ahora? Si ni siquiera ha salido el sol». Entre la multitud, se veían madres con bebés dormidos en brazos y niños pequeños caminando de la mano de algún adulto.

—Tch... Hasta hace dos días nos tuvieron trabajando en equipo militar y piezas de tanques durante noches enteras, y cuando por fin parecía que podríamos descansar un poco...

—Se supone que ya tienen suficiente equipo para el despliegue. ¿Qué querrán ahora?

—Por cierto, no se ve ni un solo soldado de la Fuerza Sacra.

—Ahora que lo dices, la base está toda oscura. Igual se han tomado el día libre, con todo lo que han trabajado últimamente.

Aunque ahora ya no se divisaba, hasta hacía pocos días se podía observar desde el cielo una vasta extensión de tierra, aparentemente el nuevo objetivo de Polvatia. Era evidente que los días de actividad frenética habían estado dedicados a preparar una ofensiva a gran escala, adaptada a la nueva alineación del terreno.

—Con una tierra tan enorme apareciendo de la nada, quizá estén planeando fundar una nueva ciudad.

—No sería raro. Tal vez todo esto sea para eso.

Muchos llegaron a la conclusión de que, siendo un traslado masivo por etnias, aquellos que tenían familia estarían siendo movilizados como mano de obra para colonizar ese nuevo territorio. Dedujeron que pronto llegarían vehículos aéreos de transporte para recogerlos.

Una vez reunidos en la zona indicada, los ya agrupados por lazos familiares aprovecharon la ocasión para fortalecer vínculos mientras esperaban nuevas instrucciones.



Por otro lado, en el distrito donde se alineaban las instalaciones de la Fuerza Sacra, los soldados que estaban de servicio se hallaban sumidos en la confusión tras la repentina desaparición de la base. No se trataba de una emergencia como el colapso de un edificio, sino de una anomalía en la que toda la zona había quedado, sin previo aviso ni explicación, convertida en un terreno baldío.

A ello se le sumaba una situación crítica: alguien, utilizando la autoridad del sumo sacerdote, estaba emitiendo órdenes desde la sala de mando del Gran Sacro sin autorización.

—¡¿Qué demonios está pasando...?!

La red de comunicaciones militares de alto nivel que conectaba las bases estaba bloqueada por las órdenes prioritarias emitidas desde el Gran Sacro, y no era posible intervenir en la sala de mando. Incluso enviar un mensajero resultaba inútil, ya que todos los pasillos que conectaban con los distritos adyacentes estaban sellados con muros.

La información sobre la situación en cada zona no se podía transmitir correctamente. Los espejos de anuncio, colocados en cada hogar con el fin de transmitir rápidamente los comunicados del Gobierno Sacro, tampoco funcionaban por las mismas razones que el resto de los medios de comunicación. Por tanto, los únicos que eran conscientes de los cambios anómalos en Castle Palace eran los soldados que habían quedado fuera de la base y algunos empleados del Gran Sacro, atrapados tras el cierre de los pasillos.

—¿Aún no hay contacto con el alto oficial sacro?

—No, pero hace un momento nos informaron por comunicación directa que se ha desplegado la unidad especial de seguridad del templo.

—El alto oficial sacro se ha movilizado con un grupo de guardias para establecer contacto y rescatar al sumo sacerdote.

Querrían declarar el estado de emergencia en todo el Castle Palace, pero en la situación actual, los únicos dispositivos de comunicación disponibles eran los artefactos mágicos de transmisión que se usaban en cada pelotón.



—¡Todos a sus posiciones! Sumo sacerdote, la llave, por favor.

—Muy bien.

La unidad especial de seguridad, liderada por el alto oficial sacro, formó en fila frente a la puerta reforzada, con las armas en alto. Tras sortear varios pasillos bloqueados y atravesar la residencia del sumo sacerdote, por fin habían llegado ante la sala de mando.

Cuando el sumo sacerdote desbloqueó la puerta, el grupo de seguridad irrumpió en la sala con el objetivo de someter a los intrusos.

—¡No os mováis! ¡Unidad Especial de la Fuerza Sacra!

—¡Estáis completamente rodeados!

—¡Apartaos del dispositivo y rendíos de inmediato!

Mientras los soldados apuntaban con ballestas de luz a las tres siluetas que parecían ser los intrusos, el sumo sacerdote y el alto oficial sacro observaban desde la entrada junto con su escolta.

Entonces, justo alrededor del monolito central, donde flotaban las ventanas ilusorias que mostraban distintos puntos de Castle Palace, emergió de repente una pared que formó una barrera defensiva envolviendo a los intrusos.

—Esta sala de mando no tenía defensas como esta... —murmuró el sumo sacerdote, ladeando la cabeza, desconcertado.

La unidad fue estrechando el cerco en torno a la barrera. Cuando las tropas de asalto del frente se aproximaban ya a ella, una parte del muro emitió un resplandor y se deslizó hacia afuera.

Desde su parte trasera emergió de golpe una figura que hizo que los soldados abrieran los ojos con incredulidad.

—¡¿Eh?!

—¡La heroína Alicia!

—¡Gaaaaaah!

Con un solo tajo contenido, Alicia derribó a tres de ellos de una vez. Acto seguido, fue despejando a los guardias apostados en torno a la barrera. Para cuando completó el círculo, ni un solo miembro de la vanguardia seguía en pie.

Los de la retaguardia dispararon sus ballestas de luz desde el fondo de la sala, con duda en sus gestos. Alicia repelió los proyectiles con su gran maza mientras se resguardaba tras la barrera. Incluso en el ángulo muerto detrás de ella, creció otra barrera nueva que reforzó aún más su defensa.

—¡Vale, es aquí! —gritó una voz masculina joven desde el otro lado del muro.

En ese instante, el pelotón de apoyo en la retaguardia, alineado contra una de las paredes de la sala, quedó atrapado tras unos barrotes. A continuación, una nueva oleada de partículas de luz se alzó y desapareció, y otra pared emergió frente a cada una de las celdas, mientras que la barrera que protegía el centro de la sala se desvanecía.

Los guardias atrapados entre rejas no podían apuntar a los intrusos que ahora habían aparecido, pues la pared que cubría la parte frontal les bloqueaba por completo la visión.

—¿Esto es...?

El sumo sacerdote dio un paso dentro de la sala. El alto oficial sacro, que debía seguirle, lo hizo también, dirigiendo a los escoltas. Al reconocer a la figura que se alzaba junto al monolito central, alzó la voz.

—¡Es ese heraldo del caos! ¡¿El que controla la tierra?!

—Es Alicia... —musitó el sumo sacerdote con la voz muy grave.

La heroína vestía con su solemne atuendo sagrado, y se detuvo de inmediato al reconocer su presencia.

—¡S-Sumo sacerdote...!

—¡Uoh! ¡¿El sumo sacerdote?! ¿Y también el alto oficial sacro? —exclamó Kanan, que no se esperaba en absoluto que los máximos dirigentes aparecieran en persona.

—¡¿Por qué estás aquí?! ¡¿Qué significa todo esto?! ¡Responde, Alicia! —exigió el alto oficial sacro, al confirmar que se trataba de ella.

Alicia se estremeció visiblemente ante los gritos. La acusaban de haberse aliado con el enemigo y de ser, en el fondo, una heroína fracasada.

A diferencia del tono feroz y acusador del alto oficial sacro, que parecía increparla por devolver con ingratitud todo lo que había recibido hasta ahora, el sumo sacerdote apeló a su conciencia con palabras serenas y llenas de dignidad:

—¿Traicionarás a los fieles de Polvatia? ¿A mí?

Alicia poseía una gran capacidad de combate, pero eso no significaba que su espíritu fuera igual de fuerte. Durante tres años, había recibido formación como heroína en Polvatia. Las duras y afiladas reprimendas del alto oficial sacro, que siempre le habían impuesto un cierto temor, la dejaban encogida. Y el afecto y la comprensión que siempre había sentido por el sumo sacerdote, por su actitud siempre acogedora, se convirtieron en un freno psicológico que sacudía su voluntad.

—Y-Yo...

Era el conflicto que albergaba en su corazón... El sentimiento de culpa hacia su deseo egoísta de que la rutina opresiva de su vida en Polvatia se desmoronara desde los cimientos.

El sumo sacerdote percibió la vacilación en la mirada de Alicia, mientras ella retrocedía un paso con la maza aún alzada. Extendió una mano hacia ella y dio un paso al frente.

—Vamos, baja esa maza y acércate. Hay que tratar a los soldados que has derribado.

Atrapada por el freno psicológico que suponía la figura del sumo sacerdote, Alicia no podía alzar su maza contra él. Justo cuando el alto oficial sacro, que esperaba el momento oportuno para reducirla, iba a dar la orden a sus escoltas, una sombra oscura surgió por detrás de ella y la cubrió por completo.

—Y-Yuusuke...

—Pareces estar pasándolo mal con esto, así que me voy a meter por medio.

Se interpuso entre Alicia y las miradas de presión del sumo sacerdote y el alto oficial sacro, haciendo ondear su capa negra. Esta vez no tropezó con ella ni se la echó por la cabeza. Para Alicia, aquella figura que siempre parecía tan poco fiable resultaba ahora de lo más reconfortante.

—He tomado el control de esta ciudad. Retiraos de Kaltcio.

—Tú eres...

—Guardia de élite del palacio de Fonkrank. Capitán de la Patrulla del Dios Oscuro, Yuusuke Tagami... El dios oscuro de Kaltcio.

Aunque él mismo se sonrojó un poco al decirlo y trató de disimularlo con una sonrisa torpe, para los soldados que tenía enfrente, aquella era sin duda la sonrisa de un dios oscuro. Nunca habían estado cara a cara con un auténtico heraldo del caos, y ver esa leve sonrisa les hizo quedarse paralizados por el miedo.

Yuusuke ya había calculado aproximadamente la posición de todos ellos, así que aprovechó ese momento de vacilación para personalizar el suelo y generar una jaula que atrapó tanto a los escoltas como al sumo sacerdote y al alto oficial sacro.



—Bien. Neutralización completada.

—Ya veo... así que este es tu poder.

A diferencia del alto oficial sacro y los soldados, que se habían alterado por haber sido atrapados en la jaula, el sumo sacerdote mantenía una calma absoluta y hablaba sin perder su dignidad. Extendiendo con naturalidad su mano hacia una de las paredes, activó un dispositivo de control incorporado en su anillo y proyectó una imagen ilusoria sobre la pared. Todas las miradas se dirigieron a la escena en el muro.

—Esto es...

Era la gran flota que transportaba a la Fuerza Terrestre Sacra, la pieza clave de la estrategia de la Gran Ofensiva. La imagen había sido tomada desde arriba mediante un telescopio mágico. La luz de la ciudad de Castle Palace era visible al fondo, por lo que podía deducirse que la flota acababa de salir.

Los soldados y Kanan contemplaban por primera vez el poder del telescopio mágico del sumo sacerdote. Quedaron impresionados por la claridad de la imagen tan alejada que mostraba. Por otro lado, Yuusuke pensó algo completamente distinto: «Vaya. Esto debe ser por lo menos una pantalla de ciento veinte pulgadas».



—Las tropas terrestres llegarán a la costa enemiga por la mañana, y cumplirán allí con éxito la purificación de aquellas tierras —mientras todos tenían la atención fijada en la imagen del telescopio mágico, el sumo sacerdote empezó a hablar con un tono sereno, como si estuviera impartiendo una lección a sus fieles—. Ya es demasiado tarde para impedir la invasión. Continuar provocando disturbios en Castle Palace carece de sentido —los instó a rendirse. La confianza y la solemnidad que emanaban de sus palabras resultaban muy convincentes—. Tu nombre era Yuusuke Tagami, ¿verdad? El hecho de que tú estés aquí significa que aquella ciudad ya no podrá recuperarse de inmediato de los daños que reciba.

—¡...!

El sumo sacerdote reveló entonces que el gobierno sacro ya había comprendido que la ciudad de Sanc Adiet tenía la capacidad de repararse tras los bombardeos o ataques recibidos.

La estrategia que había preparado contra la «portadora de las alas negras» y el «manipulador del terreno» era simple: superarlos en número. En lugar de enfrentarse directamente a los heraldos del caos, era mucho más fácil ocupar primero Kaltcio y luego utilizar a sus habitantes como rehenes para forzar su rendición. En caso de resultar demasiado peligrosos, podrían eliminarles durante ese mismo proceso.

Al fin y al cabo, lo que podía hacer una persona sola era limitado. Y también lo era el área que podía proteger. Por eso, la estrategia consistía en erosionar lentamente sus defensas hasta someterlos.

Aunque la «portadora de las alas negras» había detenido los ataques previos a gran escala, el escuadrón especial de bombarderos había informado sobre los límites de su poder. Todos los aparatos habían sufrido anomalías, pero ninguno había sufrido daños directamente. Esto confirmaba las sospechas iniciales: aquella mujer tenía una defensa excepcional, pero su poder ofensivo era casi inexistente.

La destrucción de la maza había sido simplemente el resultado de convertir su defensa en ataque mediante un contacto extremadamente cercano.

Asimismo, confirmaron que el poder del «manipulador del terreno», quien parecía tener la capacidad de intervenir en objetos materiales, coincidía también con lo que habían previsto. De alguna manera, había accedido a la sala de mandos central, operando el dispositivo sin necesidad de la llave original.

Comparado con los innumerables héroes que habían llegado a Polvatia en el pasado, aquella habilidad era claramente única y peculiar. Sería un valioso espécimen para que Polvatia adquiriera nuevos poderes. Sin duda deseaban analizar y aprovechar aquella capacidad en sus tecnologías mágicas.

—Tu poder podría ser enormemente útil para nuestra nación. ¿Aceptarías cooperar con nosotros?

—¡Sumo sacerdote...! —el alto oficial sacro se sorprendió al oír aquello. Pero inmediatamente recordó que, en el pasado, cuando habían discutido sobre la selección del escuadrón de reconocimiento compuesto por ciudadanos de segunda clase, el sumo sacerdote había mencionado que si aparecía algún héroe verdaderamente «útil», podrían considerar aceptarlo.

Desde luego, aquel hombre vestido de negro encajaba perfectamente en esa categoría. El alto oficial sacro, entonces, comprendiendo la intención del sumo sacerdote, decidió guardar silencio.

—La dominación de Kaltcio por parte de Polvatia ya es inevitable —al ver que el oficial ya no se oponía, el sumo sacerdote continuó hablando, señalando hacia la gran flota que aún se proyectaba sobre la pared—. Pero si decides cooperar con nosotros, podríamos reconsiderar la posición del pueblo de Kaltcio. Se trata de un continente muy amplio, donde sin duda vive mucha gente. El futuro de todos ellos depende únicamente de tu decisión. Por supuesto, me aseguraré personalmente de que no haya represalias contra vosotros por los acontecimientos de hoy, ni contra Alicia ni contra el soldado que os acompaña...

El sumo sacerdote hablaba con un tono cálido y cercano, ofreciendo una propuesta extremadamente ventajosa. Era una condición tentadora, al punto de Yuusuke consideró seriamente su aceptación, especialmente dadas las circunstancias.

—Como primera muestra de buena voluntad, ¿podrías devolvernos a la normalidad las bases militares y fábricas que has convertido en terreno baldío? Estoy seguro de que eso también ha sido obra tuya.

La sala de mandos central quedó envuelta en un profundo silencio mientras todos aguardaban la respuesta del joven oscuro. En ese preciso instante, la imagen proyectada sobre la pared empezó a mostrar un inesperado cambio.



—¿Qué es eso...?

—Ah, es Sakuya.

—¿Sakuya?

La gran flota comenzó a lanzar simultáneamente ráfagas de proyectiles antiaéreos. Entre ellas, unas alas negras trazaban una estela púrpura mientras sobrevolaban la flota. Aquel pequeño ser, que había salido a interceptar la armada invasora, parecía un ave diminuta revoloteando alrededor de numerosas fogatas.

—Ya veo... Es cierto que parece tener una defensa excepcional.

—Está repeliendo absolutamente todos nuestros ataques antiaéreos. Sin embargo, con eso no podrá cambiar nada.

El alto oficial sacro y los demás imaginaron que aquel pequeño e indefenso pájaro negro acabaría agotándose o huyendo. Pero entonces...

—Ah, las alas de Sakuya...

Las alas negras comenzaron a brillar con un intenso resplandor azulado. Luego, bajo aquellas alas aparecieron otras dos nuevas. Ahora envuelta por cuatro alas luminosas semejantes a las de una mariposa, Sakuya se posicionó justo frente a la trayectoria de la gran flota.

En ese mismo instante, una enorme onda expansiva se extendió por la superficie del mar, haciendo que la imagen proyectada por el telescopio mágico temblase por un momento.



Ocurrió algo imposible. El mar se dividió. Como si desde Sakuya se extendiera un círculo negro, apareció un gigantesco agujero en medio del océano.

Los grandes navíos de transporte de la Fuerza Terrestre Sacra de Polvatia fueron engullidos, cual barcos de juguete, por ese hueco abierto en el mar.

—¡¿Q-Qué...?! —ante la visión de Sakuya hundiendo por sí sola toda la flota enemiga, incluso el sumo sacerdote perdió la voz.

¡¿Qué clase de magia podía hacer algo semejante?! Todos fueron testigos de aquel milagro a través de la gran imagen proyectada en la pared por el telescopio mágico.

Mientras todos permanecían paralizados (Yuusuke, Alicia, Kanan, así como el sumo sacerdote, el alto oficial sacro y los soldados de la patrulla de escolta), la risa de Yuusuke resonó, probablemente por el efecto tranquilizante de su uniforme, permitiéndole reaccionar antes que nadie.

Sakuya había protegido a Kaltcio.

—¡JA, JA, JA, JA, JA! Realmente es un ser mágico de otro mundo que cruza dimensiones: ¡toda una diosa de la guerra! Entonces yo también debo cumplir con mi trabajo. ¡Es hora de cambiar Polvatia!

—¿Qué estás diciendo?

—¿Qué significa eso?

El sumo sacerdote y los demás reaccionaron con sorpresa, pero Yuusuke solo les devolvió una sonrisa mientras seleccionaba en su pantalla de personalización los datos del mapa que había preparado previamente. Luego, tras realizar una comprobación final, se dirigió a Kanan para confirmar las posiciones de cada grupo étnico de otros continentes.

—Todo correcto. Están todos en la posición indicada.

—¡Bien, pues adelante!

Ejecutó el modelo de «mapa dividido» de Castle Palace y, mediante el poder de [Creación Personalizada], el mapa se reflejó en la realidad, reescribiendo la ciudad por completo.

Con su forma original semejante a una telaraña que se extendía de manera radial desde el Gran Santuario central, Castle Palace cambió drásticamente de forma mientras una luz intensa emanaba desde el centro, transformando toda la ciudad.



Alrededor del Gran Santuario y en las áreas residenciales de los ciudadanos de alta clase, las viviendas que hasta entonces habían estado claramente separadas según las categorías de ciudadanos aparecieron mezcladas en la misma zona, e incluso los edificios del área comercial se materializaron cerca de ellas.

—¡¿Qué está pasando?! ¡¿Qué sucede aquí?!

—¿Es esta la guía divina de Polva? ¿O quizás la prueba en forma de cataclismo que ocurre al «purificar» un continente impuro?

Ante la anormalidad de los edificios que no paraban de aparecer continuamente, los fieles comenzaron a correr en todas direcciones. Al percatarse de que no podían contactar con el Gobierno Sacro, el pánico se extendió aún más.

—¡¿Habéis visto lo que ha ocurrido junto al Gran Santuario?! ¡Las bases de la Fuerza Sacra han desaparecido!

—Sí, parece que hay soldados corriendo desesperadamente por todas partes.

Los ciudadanos comenzaron a congregarse espontáneamente en las iglesias cercanas, esperando algún tipo de comunicado oficial por parte del Gobierno Sacro.


Las fábricas de producción de armamento en el distrito de clase baja fueron desmanteladas. Alrededor de cada grupo étnico reunido allí, aparecieron nuevos barrios, rodeados por vallas, con edificios residenciales hasta entonces reservados únicamente para la clase alta. También se materializaron plantas de producción de alimentos e instalaciones de purificación de agua.

—¿Esa fábrica qué es? ¿Qué hacen ahí? —preguntó un niño a sus padres, señalando un enorme edificio que no había visto nunca antes.

—Eso no es una fábrica, hijo. Son casas de ricos.

—¿Casas?

Los niños que nacieron después de haber sido absorbidos por Polvatia solo conocían las fábricas y sus instalaciones anexas, donde vivían como si fuesen salas de descanso. Por ello, sintieron una gran curiosidad hacia aquellos edificios destinados únicamente a que las personas únicamente vivieran en ellos. Ni los niños ni los adultos del distrito de clase baja podían siquiera imaginar que, a partir de ahora, ellos mismos vivirían allí.



Yuusuke había creado un mapa para transformar por completo Castle Palace. Había separado la ciudad en gigantescos espacios residenciales delimitados por muros, cada uno destinado a un grupo étnico distinto. El objetivo final de su estrategia era desmantelar y desestabilizar la influencia de los polvatienses, así como de las poblaciones procedentes de otros continentes que habían sido absorbidas por Polvatia. Buscaba así reducir al mínimo los conflictos futuros, creando un entorno en el que cada grupo étnico pudiera vivir en paz dentro de un territorio definido, lo más parecido posible al estilo de vida que originalmente habían tenido.

En esto consistía precisamente la auténtica fuerza de la habilidad de personalización. Manipulando directamente Castle Palace, la había dividido y separado completamente. La ciudad, antes con forma de telaraña, se transformó en algo similar a una estructura de panal de abeja, como una colección de ciudades fortificadas independientes agrupadas en un solo lugar.

Al contemplar este fenómeno en la gran pantalla del muro, tanto el alto oficial sacro como los demás quedaron absolutamente sin palabras. ¿Lo que tenían delante de sus ojos realmente estaba ocurriendo? Tanto la destrucción total de la gran flota como la reestructuración de Castle Palace eran situaciones que les hacían querer creer que aquellas imágenes del telescopio no eran más que ilusiones.

Cuando volvieron sus ojos hacia aquel hombre que se había presentado a sí mismo como el «dios oscuro» de Kaltcio, a quien ellos llamaban «manipulador del terreno», vieron que estaba dirigiendo sus dedos en el aire hacia ellos en aquel gesto suyo característico.

—¡N-No! ¡Detente!

—¡¿Qué piensas hacer?!

—Es hora de que salgáis de escena.

Mientras el alto oficial sacro y sus hombres reaccionaban horrorizados ante el poder desconocido, Yuusuke utilizó Shift Move y los teletransportó tanto a ellos como al resto de soldados fuera del Gran Santuario.

El distrito central quedó designado como área residencial para los habitantes originarios de Polvatia. Lo único que quedaba ahora era explicar a los residentes de cada ciudad amurallada lo sucedido, completar las últimas tareas pendientes, evacuar Castle Palace y, finalmente, desmantelar el Gran Santuario para concluir la operación.

—Uf. Con esto creo que ya hemos terminado, más o menos.

—Realmente... no tengo palabras —comentó Kanan.

—Yo tampoco —asintió Alicia, completamente de acuerdo.

Todo se había resuelto sorprendentemente rápido.




Sin embargo, podría decirse que lo realmente difícil acababa de empezar. Como Yuusuke había explicado en la base provisional del ejército de Polvatia en Kaltcio, hasta ahora simplemente habían detenido los problemas de forma forzosa. Todo lo que se había hecho era, en cierto modo, posponer las cuestiones pendientes, incluida la guerra entre Polvatia y Kaltcio.

En la silenciosa sala de mando provisional, mientras revisaban el estado de cada sector en las pantallas de proyección y ajustaban detalles, Yuusuke y los demás debatieron brevemente sobre las siguientes acciones.

La mayoría de las fábricas de armamento habían sido destruidas, por lo que, aunque quedase conocimiento técnico, reconstruirlas les llevaría bastante tiempo. Sin armas poderosas, guerreros como Alicia cobrarían relevancia.

—Habrá que encargarse cuanto antes de las armas que quedan en Kaltcio.

Lo primero sería crear un entorno donde los polvatienses, bajo la dirección del Gobierno Sacro y aquellos que siguieran a Alicia, pudiesen coexistir cooperando mutuamente. A los antiguos pueblos de otros continentes, que posiblemente intentarían rebelarse en contra de Polvatia, habría que convencerlos de no desgastarse en conflictos y, en su lugar, construir sus propias comunidades independientes dentro del continente.

Aunque tras estabilizarse la situación probablemente se producirían algunas disputas menores, el objetivo sería integrarlos en un sistema de cooperación y convivencia que contaría con el apoyo del lado de Kaltcio. Los enormes muros creados por Yuusuke garantizarían una relativa tranquilidad.

—Parece que la cantidad de fábricas de producción de alimentos y depuradoras de agua que he distribuido es suficiente —comentó Yuusuke.

—La gente del antiguo distrito de clase baja probablemente no conozca a fondo la tecnología, pero seguro que pueden operarlas por sí mismos —dijo Kanan—. A partir de ahí deberían poder salir adelante.

Yuusuke asintió conforme.

—¿Y esos muros que separan cada sector? —preguntó Alicia—. ¿Van a quedarse siempre así?

—Bueno, si la situación lo permite se podrían retirar más adelante, pero seguramente lo mejor será dejarlos así por un tiempo.

En las pantallas podía verse cómo el alto oficial sacro, el sumo sacerdote y los soldados expulsados del Gran Santuario ya comenzaban a organizarse de forma estructurada. Si ellos podían liderar con éxito a una parte del pueblo polvatiense, estaría bien. Aquellos que no quisieran seguirlos formarían un nuevo grupo bajo líderes alternativos, como Alicia, creando así otra estructura independiente.

—Pero yo no sé si seré capaz de asumir semejante responsabilidad...

—No es necesario que lo lideres tú misma —respondió Yuusuke—. Basta con que respaldes a alguien en quien confíes. Intenta escoger a alguien honesto.

La reacción que ella había tenido cuando aparecieron el alto oficial sacro y el sumo sacerdote revelaba claramente su dificultad emocional para enfrentarse a este último.

—Claro que... entiendo que es complicado.

Alicia veía al sumo sacerdote como alguien íntegro e incluso como una figura paterna, lo cual complicaba mucho las cosas.

—Oh, mira, ahí está Sakuya.

Yuusuke encontró las alas azuladas de Sakuya sobrevolando la transformada ciudad de Castle Palace. La observaron dibujar círculos luminosos en el cielo, lo que parecía una bendición sobre la renovada ciudad.

—Parece como si estuviera celebrándolo —comentó Kanan. Tanto Yuusuke como Arcia asintieron de acuerdo con esa impresión.

Mientras tanto, en el puerto militar empezaron a llegar sucesivamente los botes de rescate con soldados del ejército hundido por Sakuya. Yuusuke se encargó de trasladarlos mediante Shift Move directamente a las áreas destinadas a los polvatienses.

Alicia utilizó el comunicador de la sala para tranquilizar a los soldados aterrorizados que veían a sus compañeros desaparecer apenas pisaban el muelle y ordenarles que desembarcaran sin miedo.

—Nos va a llevar al menos dos o tres días ordenar todo esto.

—Deberíamos aprovechar ahora para traer provisiones. Mándame a alguna de las fábricas —sugirió Kanan.

—Yo también voy a ayudar —se ofreció Alicia.

Durante un tiempo, el grupo permaneció en la nueva Castle Palace, ajustando detalles como los puntos de conexión entre los distintos sectores para facilitar intercambios entre las comunidades, realizando así una serie de tareas minuciosas desde la nueva sala de mando provisional.




No hay comentarios:

Publicar un comentario