16/06/2025

WCC Kalvatia - Capítulo 1




Novela original en japonés por: ヘロー天気 (Hero Tennki)
World Customize Creator



Traducido por: Xeniaxen


Capítulo 1
Entablando negociaciones de paz

Ese día, en la sala de juntas del Palacio de Volance se celebraba el primer encuentro de los miembros que asistirían próximamente a la conferencia de las Cuatro Grandes Naciones en la Catedral de Kaltcio.

En la misión diplomática que se dirigiría al continente de Polvatia estaba prácticamente decidido que Hivodir, de la Patrulla de Fuego, fuera el representante de Fonkrank. Esta elección respondía en buena parte a un motivo de protocolo: Yuusuke, el responsable de la separación de la antigua ciudad sacra Castle Palace, la capital central de Polvatia, resultaría demasiado polémico como enviado directo. Además, fue idea de Yuusuke proponer a Hivodir. Él mismo intentó entablar diálogo en el primer encuentro antes de ser atacado, lo que lo convertía en el candidato más idóneo.

Junto a Hivodir y sus escoltas, Yuusuke y los miembros de la Patrulla del Dios Oscuro acudirían a la Catedral de Kaltcio.

—Hace tiempo que no trabajamos todos juntos —comentó Hivodir, entusiasmado por la gran responsabilidad que se le había confiado.

—Es verdad —respondió Yuusuke—. Desde aquella primera escaramuza en la costa contra los exploradores de Kanan, no hemos hecho más que defender la ciudad.

En la sala de juntas, además de ellos, había varios escoltas de la Patrulla de Fuego y el «autodenominado habitante del bosque». Yuusuke se dirigió a él. Como siempre, Reifold permanecía en un rincón de la sala tratando de pasar desapercibido.

—¿Esta vez vienes oficialmente?

—Yo... Como siempre, supongo.

Es decir, de nuevo viajaría en modo sigiloso, sin aparecer en los registros oficiales.

—¿No vas a colarte al otro lado...?

—No, eso sí que no. Aunque pueda aparecer de la nada, ni con mis artes especiales de viento puedo cruzar ese inmenso mar hasta el otro continente. Las artes aéreas no funcionan a distancias tan largas, ¿sabes?

—Bueno, y además los medios para cruzar de un continente a otro están más que limitados.

Por primera vez en mucho tiempo, Reifold le dio a Yuusuke el esquema de su misión especial: su cometido principal sería preparar el terreno para sondear la situación interna de Gazetta.

—Si me lo cuentas es porque la cosa exige extremar las precauciones, ¿no?

—Mmm... Por ahora no puedo afirmarlo con certeza. Pero ya sabes, nunca está de más ir preparado.

Reifold encogió los hombros sin profundizar más en el asunto.



Pasados unos días, en las ciudades y aldeas de Kaltcio daba comienzo el Festival de la Cosecha. Yuusuke y Sun regresaron por la carretera oriental a su aldea natal, Rufk, a bordo de un vehículo motorizado de gran tamaño con forma de furgón. En esta ocasión, les acompañaban Raazsha, Rasanaasha, Parcer y Rectima.

—Sun y yo nos bajaremos a mitad de camino para ir a la conferencia de las Cuatro Grandes Naciones; os dejo el volante a vosotros para la vuelta.

—Vale. Yo me encargo —Parcer aceptó sin dudarlo.

Cuando estuvo prisionera en las profundidades de Castle Palace, la antigua capital de Polvatia, no podía moverse libremente, pero en más de una ocasión el sumo sacerdote la subió a vehículos creados con magia, así que estaba familiarizada con la conducción de artilugios motorizados.

De este modo, antes del mediodía llegaron sanos y salvos a Rufk.

Cuando Yuusuke apareció por primera vez en Rufk, la población rondaba los 240 habitantes, repartidos en unas 60 familias. Sin embargo, el goteo constante de personas que llegaban de las aldeas cercanas había cuadruplicado el asentamiento.

—A este ritmo, ya casi podríamos llamarlo ciudad.

—Sí, es muy posible —asintió Sun, juntando las manos con cariño. Parecía emocionada al contemplar el espléndido desarrollo de la aldea donde nació, y saber que el artífice de todo aquello era, además, la persona de la que estaba enamorada.

La antigua zanja perimetral de defensa había sido sustituida por imponentes muros de piedra: el robusto sistema de protección que Yuusuke levantó con su habilidad de personalización. Al franquear la puerta del muro, los guardias destacamentados en la aldea les dieron un solemne saludo militar. Desde allí, el vehículo motorizado continuó su marcha hasta detenerse frente a la residencia de Zeshald.

La aldea de Rufk había crecido: tanto las casas como los vecinos se habían multiplicado. Antes, cuando Yuusuke y Sun regresaban, casi todo el pueblo salía a recibirlos en una gran fiesta; ahora, apenas se acercaban conocidos o allegados a saludar, y con el resto de aldeanos se mantenía una respetuosa distancia amistosa.

—¡Ah, Tía Bahana!

—Estaba segura de que vendrías a recibirnos, Tía Bahana.

—Bienvenidos, Sun, Yuusuke. Vaya séquito que traéis, ¿eh?

—Gracias, Tía Bahana.

—¡Hola, tía Bahana!

Tras saludarse desde la ventanilla del vehículo, bajaron para descargar el equipaje. Al contemplar al grupo, Bahana sonrió con picardía y dijo:

—¡Menuda colección de bellezas! ¿Son todas tus esposas, Yuusuke?

Tal y como Yuusuke había previsto, las chicas no tardaron en responder y pasaron a presentarse:

—Yo soy su esclava.

—Yo soy su amante.

—Yo solo estoy de inquilina en su casa.

—Yo soy su protegida.

En orden, fueron Raazsha, Rasanaasha, Parcer y Rectima. Al recibir una señal de Raazsha, Sun no quiso quedarse atrás y se unió al turno:

—Yo... soy su novia.

Pero, claro, le resultó demasiado vergonzoso proclamarse así y, con el rostro sonrojado, apartó la mirada.

—Sun... no tienes por qué seguirles el rollo si no te apetece.

Ese gesto era terriblemente lindo y encantador, pero Yuusuke, ya medio rendido, dio su opinión con total sinceridad. Por su parte, Bahana estalló en carcajadas. En fin, frente a la casa de Zeshald vivieron una estampa animada y entrañable.



La casa de Zeshald había sido ampliada gracias a las personalizaciones de Yuusuke. Ahora contaba con un amplio terreno y hasta un aparcamiento. Por cierto, tras la segunda fase de la guerra contra Polvatia también se acondicionaron de golpe la residencia del alcalde y las instalaciones de la guarnición local.

—Cuando vienes tú, siempre montas jaleo —comentó Zeshald con una carcajada al recibirles.

—Perdón por el alboroto...

Zeshald seguía ejerciendo como médico en la aldea de Rufk y mantenía una excelente relación tanto con Bellusha, la ex-asesina reconvertida en su eficaz ayudante, como con Elfiona, otra ex-asesina que se dedicaba a cuidarlo.

Durante los próximos días se alojarían aquí y disfrutarían todos juntos del Festival de la Cosecha.

—Aun así... —murmuró Yuusuke, mientras tomaba el té frente a Zeshald y echaba un vistazo al bullicioso salón—. Vaya, el desequilibrio de género aquí es increíble, ¿no?

—Sí...

Sumando a quienes vivían allí y a Bahana, que había venido a echar una mano, de diez personas, ocho eran mujeres.

—Bueno, en gran parte es culpa tuya —comentó Zeshald.

—Mhrm...

Aunque todo hubiera sido fruto del azar y de los cruces que había tenido, Yuusuke suspiró, pensando que no le extrañaría que Hinke siguiera burlándose de él llamándolo «dueño de un harén».

Aquella noche, durante la cena, se reunieron todos alrededor de una mesa repleta de manjares. Aunque el ambiente era distendido y hablaban con entusiasmo de la festividad que empezaría al día siguiente, los temas que salían a relucir giraban en torno a los movimientos de Gazetta y a la posible reacción de Polvatia.

—¡Ey! ¿No podemos hablar de algo un poco más ameno? —intentó Yuusuke, por cambiar de conversación.

—¡Ni hablar! ¡Es un tema importante! —lo interrumpió Raazsha.

—El asunto de tu futuro afecta al destino de todos los que estamos aquí —intervino Parcer.

Le recordaron que, con o sin su voluntad, mientras se mantuviera como el Dios Oscuro de este mundo, Yuusuke era el verdadero «reformador» de Kaltcio.

—En los próximos diez o doce años no puedes caer enfermo ni un solo día. Al menos debes vivir tanto como este buen hombre —dijo Parcer, señalando a Zeshald.

—¡Jo, jo, jo! —rió este, jugueteando alegremente con su barba.

En cualquier caso, era imprescindible contener el contacto entre la facción conservadora, que empezaba a causar problemas en el interior de Gazetta, y los belicistas de Polvatia, que ansiaban aprovechar el caos en Kaltcio.

«Vaya... Cuando lo dice alguien que ha vivido 1200 años, se nota el peso de la autoridad...», reflexionó Yuusuke. Las palabras de Parcer, la antigua heroína de Polvatia, resonaban con un peso distinto a las de Ayuukas, la chamana de Gazetta.

—Pero eso es algo que debe resolver Gazetta, ¿no crees?

Por mucho que fueran protagonistas en esta cuestión y estuviesen en el punto de mira de la facción conservadora, con respecto a los asuntos internos de Gazetta ellos seguían siendo, al fin y al cabo, forasteros.

—De todas formas, en la conferencia de las Cuatro Grandes Naciones acabaremos abordando ese tema queramos o no, así que ahora vamos a disfrutar del festival.

—Mmm... Yuusuke, tú siempre tan optimista —dijo Raazsha, con el ceño fruncido.

—Ju, ju, ju. Con Yuusuke parece que esa es la mejor forma de que todo salga bien, ¿no? —la calmó Rasanaasha, con una caricia en el hombro.

—Entiendo —asintió Parcer, convencida de la lógica de Yuusuke—: elegir cuidadosamente los problemas y el momento adecuado; esa es su manera de actuar.

—Vamos, no hace falta que le demos tantas vueltas...

—Todos estamos preocupados por ti, Yuusuke —añadió Sun, rascándose la cabeza.

—Bueno... Eso lo entiendo, sí.

De una forma u otra, ellas se preocupaban por él. Al contemplar a aquellas mujeres disfrutando de una cena mucho más animada de lo habitual, Yuusuke pensó para sus adentros: «Ciertamente, no puedo morir tan fácilmente».



Mientras Yuusuke y los demás disfrutaban del Festival de la Cosecha en Rufk, en uno de los enclaves fortificados en el centro del continente de Polvatia, en un barrio repleto de edificios de viviendas, un hombre con atuendo de fiel ordinario se acercó a la puerta de un piso y tocó con los nudillos.

—¿Quién es? —se oyó muy bajito desde el otro lado.

—Soy yo —respondió él.

Desde dentro, giraron la llave y la puerta se entreabrió. El inquilino, tras reconocer al visitante, inspeccionó rápidamente el pasillo y lo hizo pasar.

En la penumbra de aquella habitación, con las cortinas corridas, una docena larga de jóvenes y hombres de mediana edad rodeaban la mesa donde tenían desplegados un mapa del continente de Kaltcio y un plan de acción. Estaban en la fase de discusión casi definitiva.

—No nos han seguido, ¿verdad?

—No, nadie. Ahora la gente de la sede anda distraída preparando la dichosa reunión.

El hombre que había sido admitido se unió al círculo de debate y comenzó a informar sobre la situación de la organización en la que militaba oficialmente. Aparentemente, la vigilancia individual sobre sus miembros se había relajado día tras día.

—No creo que nos estén siguiendo.

—Así es. Estos días, todo el mundo en la sede anda demasiado ocupado con los preparativos de la conferencia.

Los presentes eran oficiales que antes formaban parte de las unidades de la Fuerza Sacra de Polvatia. El día en que Yuusuke dividió la antigua ciudad sacra Castle Palace y derribó el Gobierno Sacro, los polvatienses se fragmentaron en varias facciones.

La más numerosa fue la Venerable Cofradía de la Luz Verdadera, el nuevo cuerpo organizado con rapidez por el sumo sacerdote, que heredó gran parte de la estructura del antiguo organismo. Pero algunos oficiales, excluidos de ese cuerpo por considerárseles arrogantes con los fieles, formaron su propio grupo. Estos disidentes eran los que estaban reunidos en la sala.

El más reciente de ellos, el hombre que acababa de llegar, mantenía en público el papel de alto mando en la Cofradía de la Luz Verdadera, pero en privado consideraba al sumo sacerdote y su organización como restos inofensivos de un viejo régimen inofensivo, y conspiraba para erigirse él mismo como el auténtico poder central de Polvatia. Su plan consistía en aprovechar la venida de los emisarios de Kaltcio para el diálogo de paz. Durante las negociaciones, quería enviar también algunos embajadores de buena voluntad como parte del intercambio de misiones diplomáticas. Ellos se infiltrarían entre esos enviados y contactarían con los agentes que ya habían enviado a Kaltcio como avanzadilla.

Además de la Venerable Cofradía de la Luz Verdadera, en Polvatia había otra potencia: el Viento del Alba, apoyada por la heroína Alicia, donde también se habían infiltrado sus seguidores. No obstante, su verdadera lealtad residía en la agrupación oculta llamada Alianza del Esplendor.

—¡Por la restauración de nuestro antiguo esplendor!

—¡Que la riqueza y el poder retornen a su lugar legítimo!

—¡Viva la revolución!

Con esos gritos, los miembros de la Alianza del Esplendor sellaron en voz baja su compromiso de actuar en cuanto llegara la señal.



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