
Webnovel original en japonés por: 日向夏 (Natsu Hyūga)
Los diarios de la boticaria
«No parece que me crea», interpretó Maomao. Si él no quería saber más, ella tampoco pensaba hablar. No le gustaba especular. Sin embargo, para explicar por qué la sirvienta había tocado el cuenco, necesitaba demostrarlo. Decidió exponer su opinión con sinceridad en lugar de dar una explicación torpe.
—¿Me puedes explicar por qué lo piensas?
—De acuerdo. Pero le advierto de antemano que esto no es más que una especulación.
—No hay problema.
Primero, habló de la posición especial de la consorte Lishu. Aunque era joven, fue concubina del Emperador anterior y, al poco tiempo, se vio obligada a convertirse en monja. A la mayoría de las mujeres se les enseñaba que debían dedicarse por completo a su esposo, y esto es aún más pronunciado en las que han tenido una buena educación. Así que el hecho de que la consorte Lishu, aunque fuera por un matrimonio político, se hubiera casado con el hijo de su difunto esposo se considera una falta de virtud extrema.
—¿Vio la ropa que llevaba en el banquete?
—...
—Es de no saber de etiqueta, ¿verdad?
Todas sus acompañantes llevaban ropa de un tono muy claro, casi blanco.
—Normalmente, una sirvienta le recomendaría una vestimenta adecuada a su señora, o, al menos, llevaría ropa que combinara con la de ella. Pero en ese caso, la consorte Lishu parecía un simple bufón.
Una sirvienta debía poner a su señora en un pedestal. Es algo que Hongnyang les dijo a las demás damas del Pabellón de Jade. También fue evidente con lo que dijo Yinghua en el banquete. Analizándolo desde este punto de vista, el problema de las sirvientas discutiendo por el atuendo de la consorte Lishu adquiría un nuevo significado. La joven Lishu, seguramente, se dejó convencer por sus sirvientas, quienes le dijeron que la ropa le sentaba bien, y se la puso sin dudarlo. En el palacio interior, todo el mundo es un enemigo y las únicas personas en las que puedes confiar son las damas de compañía que te rodean.
—Y no solo eso, ¿sino que también crees que intentaron meter en problemas a la consorte Lishu al cambiarle el plato? —preguntó Gaoshun, buscando una confirmación.
—Sí. Pero se salvó por los pelos.
El veneno de pez globo no tenía efecto hasta un tiempo después de haber sido ingerido. En otras palabras, si no se hubieran cambiado los platos, Lishu se lo habría comido después de ver que la catadora estaba bien. Habría habido tiempo de sobra.
—Es un método muy vil.
«Hasta aquí llegan mis especulaciones». Maomao cogió de nuevo el cuenco y señaló.
—Estas son probablemente las huellas de los dedos de la persona que incorporó el veneno. Creo que sujetó el borde del cuenco para mezclarlo.
No se debía tocar el borde de un cuenco. Eso también había sido una de las enseñanzas de Hongnyang. Porque no se debía ensuciar con los dedos el lugar donde una persona de alto rango ponía los labios.
—Esa es mi conclusión.
Gaoshun se frotó la barbilla mientras miraba la vajilla de plata.
—¿Puedo hacerte una pregunta? —pidió Gaoshun.
—Por supuesto —dijo Maomao, mientras envolvía el cuenco y se lo entregaba a él.
—¿Por qué intentaste proteger a esa sirvienta? —ante la mirada de recelo de Maomao, Gaoshun añadió—. Por curiosidad.
—Comparada con la de una concubina de alto rango, la vida de una sirvienta es fútil y fácilmente desechable. Y más si es una catadora.
Gaoshun pareció entender lo que Maomao quería decir y asintió levemente.
—Se lo explicaré bien al señor Jinshi.
—Gracias.
Después de ver a Gaoshun marcharse, Maomao se dejó caer pesadamente en la silla.
—En realidad, tengo que agradecérselo.
«Como se tomó la molestia de cambiar los platos, pude detectar el veneno», pensó. Después de todo, el plato envenenado no habría podido caer en mejores manos.
○ ● ○
—Eso es todo.
Al escuchar el informe de Gaoshun, Jinshi se echó el pelo hacia atrás. Su escritorio estaba lleno de documentos que esperaban su sello.
—No sé por qué, pero tu forma de hablar es siempre muy hábil.
—¿De verdad? —respondió el severo sirviente con franqueza.
—Se mire por donde se mire, fue alguien de dentro del palacio, ¿verdad?
—Así lo sugieren las circunstancias.
A Jinshi le empezó a doler la cabeza. Quería dejar de pensar. Desde el día anterior, no había tenido tiempo ni de dormir, ni de cambiarse de ropa. Le daban ganas de dar patadas en el suelo.
—¿Está mostrando su verdadera personalidad...? —bromeó Gaoshun. Sin su habitual sonrisa, Jinshi estaba de mal humor, como un joven de su edad. Al parecer, su lacayo lo entendía a la perfección.
—¡Al menos no hay nadie más aquí...!
—Estoy yo.
—Tú no cuentas.
—Ah.
Jinshi intentó tomarle el pelo, pero no le funcionó con ese hombre tan serio. Era un fastidio que le siguiera acompañando el mismo que lo había cuidado desde que nació.
—Todavía lleva esa horquilla puesta.
—Ah, es verdad.
—Me la puse medio escondida, dudo que nadie se haya dado cuenta.
Sacó la horquilla que llevaba metida en el pelo y observó el trabajo de filigrana del artesano. Tenía la forma de un animal legendario, difícil de distinguir entre un ciervo y un caballo: un Quilin. (NT: Quilin es el título del capítulo. Este ser es una criatura mitológica de origen chino. Es un ser que augura la buena fortuna y aparece en momentos significativos, como el nacimiento de un sabio. Se representa con rasgos de varios animales, como cuerpo de león, piel de pez, y cuernos de ciervo.)
—Encárgate de guardarla, por favor —le pidió Jinshi, y se la lanzó con indiferencia.
—Cuídela. Es un objeto muy importante —respondió Gaoshun.
—Lo sé.
—No lo sabe bien.
Después de terminar su reprimenda, el que había sido su sirviente durante dieciséis años se retiró de su despacho. Jinshi, con cara de niño cansado, se desplomó sobre el escritorio. Le quedaba mucho trabajo por hacer. «Tengo que conseguir algo de tiempo libre pronto...», deseó.
—Vamos allá.
Se estiró y cogió el pincel. Para poder hacer el vago, tenía que terminar su trabajo primero.
Nota de la autora: Bueno, ya os esperabais que fuera así, ¿no?
Xeniaxen: Supongo que aquí la autora hace referencia a quién es Jinshi. Pero no voy a hacer spoiler para los que todavía no lo sepan.
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