21/11/2025

Los diarios de la boticaria 3 - 18




Webnovel original en japonés por: 日向夏 (Natsu Hyūga)
Los diarios de la boticaria
Volumen 3



Traducido por: Xeniaxen


Capítulo 18
Bashin

Al norte de la capital, se extendía una región granera. (NT: Un territorio que, debido a la riqueza de su suelo y a su clima favorable, produce grandes cantidades de grano (trigo, maíz, cebada, etc.).) Un río caudaloso fluía de oeste a este, y había una dispersión de ciudades y aldeas agrícolas. Mientras que en el sur se cultivaba arroz, en el norte predominaban el sorgo y el trigo. (NT: El sorgo es un cereal ancestral originario de África y Asia, que se utiliza para consumo humano (como harina sin gluten, en ensaladas o para hacer palomitas) y animal (como forraje).) Más al norte se extendía el bosque y, más allá, una zona montañosa. Desde el bosque hacia el norte, se encontraba la provincia de Zibei, que no estaba bajo la jurisdicción directa del Emperador. El territorio que rodeaba la capital se constituía como la provincia de Huazhong y, aparte de esta, había otras tres grandes provincias con más de diez regiones más pequeñas que cubrían el espacio restante.

Con el nombre de Zibei (que significa «Norte de Zi»), se podía adivinar su relación con alguien conocido. El alto funcionario Zichang era originario de la provincia de Zibei. (NT: Zi es el apellido familiar del funcionario. La familia Zi es la fundadora y la regente de la región del norte que no está bajo jurisdicción del Emperador.) «¿Cómo será la historia de la fundación de esa región?», se preguntó Maomao.

El país donde vivía Maomao se llamaba Li. El simple nombre, de un solo carácter, acarreaba la historia de su fundación. El carácter del país ("茘") se componía del carácter de hierba ("艹") y de tres caracteres de fuerza o espada ("力"). El carácter de hierba cogía el significado de "華" (esplendor), y representaba al fundador del país, de quien se decía que era una mujer. Los caracteres de espada ("力") representaban a tres guerreros habían estado al servicio de la fundadora.

Había muchas más historias intrincadas detrás del nombre del país, pero Maomao no recordaba mucho porque había estado bostezando mientras las escuchaba. Lo único que recordaba era que las tres espadas tenían diferentes tamaños, siendo la espada superior más grande que las dos inferiores. Por eso, entendía por qué el actual Emperador tenía que someterse a ciertas personas.

El norte, es decir, la espada superior, había convocado a los altos funcionarios para una ostentosa cacería de halcones. Pese a que el Emperador no iba a asistir en persona, se decía que iban a estar presentes muchas figuras importantes. Esto se lo explicó el oficial militar que estaba frente a ella.

¡Cataplum, cotoplom! En ese momento, Maomao viajaba en un carruaje. La velocidad era de unos diez kilómetros por hora. Llevaban casi seis horas viajando. «Me duele el trasero», fue la conclusión más honesta a la que llegó Maomao. Tenía ganas de sugerir una mejora inmediata de las condiciones, pero al menos tenía un cojín. Como todos estaban en la misma situación que ella, no tenía sentido quejarse. Así pues, la boticaria se limitó a mirar por la ventana.

A pesar de la invitación de Zichang, resultaba difícil ir desde la capital hasta la provincia de Zibei. No era una distancia que se pudiera recorrer en uno o dos días. Zichang tenía su residencia en la capital y otra en Zibei. De hecho, la provincia de Zibei estaba gobernada actualmente por el clan de Zichang.

El oficial militar que le explicó estas cosas, que a Maomao no le interesaban en absoluto, era Bashin. Con su cara de pocos amigos, le dio la explicación completa y luego se cruzó de brazos, en silencio. El resto de los oficiales que compartían el carruaje también estaban agotados de escucharlo. Era joven, pero de alto rango, y los oficiales de menor rango no podían dormir delante de él. Jinshi y Gaoshun viajaban en otro carruaje.

Maomao, que no tenía por qué mantener la compostura ante ese oficial, estaba tan medio dormida que se le escapaba un hilo de saliva, sin embargo, a Bashin ese gesto le pareció extrañamente adorable.

—¿Por qué mi padre tuvo que...? —murmuró Bashin, tras chasquear la lengua.

«¿Su padre...? —razonó Maomao—. ¡Con razón me parecía familiar! ¡Este hombre es el hijo de Gaoshun! Pero... —dudó. Había algo que no encajaba, pero decidió no decir nada—. ¡¿Cómo puede ser que el eunuco Gaoshun tenga un hijo?!», concluyó. Pero al fin y al cabo, no todos los eunucos nacían como tales. Por su edad, no era extraño que él tuviera uno o dos hijos.

Desde que escuchó la historia, Maomao pensó en la jefa de doncellas de treinta y tantos años del Pabellón de Jade. Sabía que, debido a la falta de oportunidades en su lugar de trabajo, a menudo murmuraba que incluso un eunuco le serviría, y miraba mucho a Gaoshun.

Mientras pensaba en esto, una gran mansión apareció al otro lado de la ventanilla. Bashin desdobló los brazos, indicando que por fin habían llegado, y los otros oficiales sintieron alivio. Maomao se frotó el trasero y contempló la imponente residencia.



La mansión era impresionante. El pueblo en sí no era muy grande, por lo que aquella vivienda parecía como sacada de otro mundo. Tenía la escala y la construcción suficientes para alojar a personas acostumbradas a la capital. Era un edificio de tres pisos con pilares rojos prominentes, y el remate de las tejas estaba tallado en forma de bestias. Alrededor de la mansión había un foso, donde nadaban carpas de color brocado. (NT: El brocado no es un color, sino un tipo de tela de lujo con diseños en relieve entretejidos con hilos de oro, plata o de diferentes colores. Se utiliza en la confección de saris indios, vestimentas imperiales o litúrgicas.) En las paredes de estuco, se habían incrustado dragones y tigres. Los artesanos debieron haberlos creado cuidadosamente con una llana. (NT: Herramienta de albañilería que consiste en una plancha plana y lisa (generalmente metálica) con un mango, utilizada para extender, alisar y nivelar materiales como yeso, mortero, cemento o enlucidos en paredes y suelos.) Era una decoración poco común incluso en la capital.

Xeniaxen: Con una novela japonesa, aprendemos vocabulario español.

En lo que Maomao observaba fijamente, alguien la codeó. Al levantar la vista, vio que Bashin la fulminaba con la mirada, así que le siguió en silencio.



Al entrar en la habitación asignada, Jinshi estaba recostado perezosamente en el diván. Sobre la mesa había una tela de colores sofocantes, que Maomao se dio cuenta de que era una especie de velo para la cabeza. «Ya veo», valoró. Ser demasiado hermoso era un pecado. Tener que cubrirse el rostro para ocultarse de los demás durante un viaje... Ciertamente, solo con que este hombre sonriera, una doncella de pueblo inocente podría sufrir un paro cardíaco. «¡Qué cara tan problemática!», se dijo.

La habitación era para invitados y, a juzgar por la distribución de la mansión, estaba destinada a los huéspedes de más alto rango. Los muebles y los enseres eran imponentes, pero como Maomao estaba acostumbrada al Pabellón de Jade y a la residencia de Jinshi, pensó que era aceptable. Aun así, era una estancia adecuada para un invitado de honor.

«Pero qué calor hace en esta habitación...», pensó. Las ventanas estaban cerradas, y en su lugar se habían encendido farolillos. Quería aflojarse el cuello, pero tuvo que contenerse. Jinshi ya se había desabrochado el pecho, así que lo miró con los ojos de quien ve una rana aplastada después de mucho tiempo. ¿Sería porque solo estaban Maomao, Gaoshun y Bashin en la habitación por lo que se relajaba tanto? ¿Sería por la luz parpadeante del farol que el rostro de Jinshi parecía ensombrecido?

—¿Cómo le llamamos aquí? —preguntó Bashin a Gaoshun.

—Dentro de la habitación, como de costumbre está bien. Fuera, su nombre es Kousen.

—Entendido: señor Kousen —respondió Jinshi en lugar de Gaoshun.

Maomao ladeó la cabeza y miró a Gaoshun. Este se acarició la barbilla y miró a Jinshi, y este último entrecerró los ojos y miró a Maomao. Bashin se mostró aún más confuso ante esa escena. Se acercó a Gaoshun y preguntó en voz baja:

—Padre, ¿qué significa esto?

Gaoshun frunció ligeramente el ceño y le hizo una seña a Jinshi. Luego tiró del brazo de Bashin y le susurró algo en una esquina de la habitación. Tras lo que dijo Gaoshun, imperceptible para la boticaria, Bashin miró a Maomao con asombro. Parecía que le estaba refutando, pero Gaoshun se limitó a golpear a su hijo en la cabeza.

«Vaya, qué espectáculo», pensó ella. No era asunto suyo, así que decidió desempaquetar sus cosas. Si no hacía su trabajo correctamente, Suiren se enfadaría más tarde.



La cacería de halcones se llevaría a cabo al día siguiente, así que pasarían la noche en la mansión. Se estaba celebrando un banquete en el jardín, pero Jinshi y los demás no parecían tener intención de salir. Simplemente se estaban entreteniendo leyendo o jugando Go a puertas cerradas.

Aunque la habitación era calurosa, se había vuelto un poco más tolerable gracias al hielo que habían recibido. El hielo, que trajo un caballo rápido desde la cámara de hielo, era el mayor lujo en verano. Como Maomao miraba el hielo con tanta envidia, Gaoshun le dio un trozo en secreto. Era un eunuco realmente considerado.

«¿Por qué no abren las ventanas?», dudó Maomao, y no pudo evitar preguntar. Formuló la pregunta a Gaoshun, pero Jinshi fue quien respondió.

—Por ahora, prueba el veneno de la cena. Lo sabrás si lo haces —dijo el eunuco celestial con una expresión de asombro.



Tal y como le dijeron, cuando trajeron la cena, Maomao sirvió una porción en un plato pequeño y comenzó la cata de veneno habitual.

—...

—Ya te has dado cuenta, ¿verdad? —dijo Jinshi, mirando la suntuosa comida con aire de asombro.

La comida, servida en carretillas, parecía de la más alta cocina preparada con los mejores ingredientes, pero...

—Carne de suppon —dijo Maomao. (NT: Tortuga de caparazón blando, valorada en la gastronomía asiática como un manjar, especialmente en Japón. Algunos cuentos extraños cuentan que estas tortugas lanzan una maldición sobre los dueños de restaurantes que se especializan en cocinarlas. Es considerada en algunos lugares como un tipo de monstruo acuático. Al igual que el kappa, es culpado por las muertes por ahogamiento de niños y se teme como un devorador de hombres que arrastra a los nadadores bajo el agua para sacarles el ano.)

Era una criatura conocida por no soltar lo que mordía. Su sangre se usaba como afrodisíaco. Por supuesto, la carne también tendría ese efecto. Probó el aperitivo y, pese a que parecía refrescante con zumo de fruta, contenía un licor bastante fuerte. Desde el aperitivo hasta el postre, la comida estaba repleta de ingredientes que prometían dar vigor.

Gaoshun sacó comida de emergencia de su equipaje en silencio. Parecía que tendrían una cena modesta a pesar de tener tan espléndidos platos delante.

—¿No van a comer? No hay veneno.

—Aunque no haya veneno, no es comida para nosotros. Además, ¿cómo puedes comerla con tanta indiferencia?

Jinshi y Gaoshun se quedaron mirándola con incredulidad. Bashin estaba hirviendo agua en un rincón de la habitación. Debía hacer un calor tremendo al lado del fuego que había encendido.

—¡Está deliciosa! ¿Puedo comerla yo si la van a dejar, para que no sospechen?

—¡Haz lo que quieras! —dijo Jinshi, entrecerrando los ojos y con un ligero puchero al ver el rostro satisfecho de Maomao.

Ella disfrutó del caldo de suppon. Jinshi la miró fijamente.

—¿Está bueno?

—Sí. No tengo buenos recuerdos del suppon, pero este está muy rico.

—¿A qué recuerdos te refieres? —preguntó Jinshi con curiosidad, tomando el tazón del caldo.

—No es gran cosa, pero... —empezó Maomao.

Cuando era pequeña, ayudaba a su padrastro. Solía ir al mercado a comprar ingredientes para medicinas, y en una ocasión se encontró con un adulto desagradable. Era un exhibicionista que se desabrochaba el cinturón y abría su túnica por completo. Solía haberlos en invierno. Asustada, intentó huir, pero terminó arrojándole el paquete que llevaba en la mano.

—Ese paquete contenía un suppon vivo, y...

—¡Ahh! Está bien. Ya basta. No tienes que decirlo.

Jinshi dejó el tazón y miró a lo lejos. Padre e hijo hicieron lo mismo. «A las cortesanas les hacía gracia —rememoró Maomao, mientras dejaba el plato vacío—. Parece que la gente de buena cuna no comparte mis gustos. Realmente, es una pena».

—La comida, aparte del suppon, también está deliciosa. ¿Seguro que no van a comer nada? —preguntó.

No estaba bien ofrecer comida a medio terminar, pero era demasiada cantidad para que ella se la terminara sola. Además, la carne seca rehidratada y la comida de viaje no llenarían los estómagos de los tres hombres.

—¿Crees que puedo comerlo...? —preguntó Jinshi a Maomao, para asegurarse.

—Adelante —dijo Maomao, pensando que sería un desperdicio.

—¿De verdad puedo?

Jinshi miró fijamente a Maomao. Esta ladeó la cabeza, sin entender por qué se lo preguntaba tanto. Entonces, Gaoshun se interpuso. Jinshi asintió a regañadientes ante la sacudida de cabeza de Gaoshun.

—Yo paso. Bashin, tú puedes comer.

—Si el señor Kousen lo dice...

Bashin se sentó en la silla ceremoniosamente. Maomao le ofreció la copa del aperitivo. El oficial se la bebió lentamente.

—¡Está delicioso!

—Me alegro.

—Solo que...

—¿Qué...?

Bashin se detuvo, y la sangre comenzó a gotear de su nariz. Su cara estaba roja, y parecía estar aguantando algo. Jinshi se acercó a mirar, y Bashin se estremeció.

—¡¿Por qué esta chica está tan tranquila?!

—¿Me lo preguntas a mí? —dijo Maomao.

No había otra cosa que decir más que «Es su constitución. Está acostumbrada». Los ojos de Bashin estaban vidriosos. Sus mejillas estaban sonrojadas, y miraba a su alrededor como si buscara algo.

—Bashin..., vete a dormir.

—Sí, padre.

Bashin se tambaleó hacia la habitación contigua y se desplomó.

—¿Está bien? —preguntó Maomao.

—Déjale dormir aquí. Yo dormiré en la habitación de al lado —dijo Jinshi.

—Señor Jinshi, puedo llevarle a su habitación.

—Estarás cansado.

—Pero...

Como Jinshi lo había dicho, Gaoshun cedió y acostó a su hijo en el catre con dosel. Maomao ayudó un poco. Como parecía que tenía calor, le aflojó el cinturón, y su color de cara mejoró un poco. Se disculpó un poco porque la sangre de la nariz había manchado la sábana.

Jinshi durmió en la habitación de al lado, y Maomao usó la habitación de al lado de esa. «¡Qué lujo tener una habitación para mí sola!», celebró. Estaba un poco feliz de haber podido darse un baño.



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