15/12/2025

Los diarios de la boticaria 3 - 31




Webnovel original en japonés por: 日向夏 (Natsu Hyūga)
Los diarios de la boticaria
Volumen 3



Traducido por: Xeniaxen


Capítulo 31
Lahan

Jinshi golpeaba sus pies con impaciencia mientras ojeaba los documentos, desviando la mirada hacia la ventana de vez en cuando.

—Señor Jinshi... —Gaoshun, su supervisor, lo fijó con la mirada—. Debe concentrarse en su trabajo.

Aunque el comentario era obvio, Jinshi no pudo asentir con sinceridad. La muchacha que, hacía pocos días, había ejecutado una cata de veneno a vida o muerte, se encontraba ahora guardando reposo en el palacio interior. «¿Qué sentido tiene que la persona que sermonizaba sobre cómo la comida podía matar haya terminado por desmoronarse al ingerirla?», se preguntó. Para colmo, aquella farsa la había montado para apaciguar una disputa que ni siquiera le concernía directamente.

Por ello, Jinshi no podía perdonar a Gaoshun, su fiel supervisor. Este, no solo había hecho la vista gorda ante las maquinaciones de la chica, sino que había cooperado con ella a sabiendas de lo que Maomao haría. Y todo sin informar a su señor, Jinshi.

—...

Jinshi puso las manos sobre los documentos con una mirada de rebeldía.

—Señor Jinshi —Gaoshun arrugó el entrecejo y posó una mano sobre la pila de papeles—. Esta información la obtuvimos gracias a las acciones de Maomao. Si desea desperdiciarla, puede seguir mirando por la ventana.

—Ya lo sé —masculló.

Los documentos que tenía en sus manos correspondían a las personas señaladas por Lakan durante el banquete. La lista de nombres incluía a individuos cuya presencia sorprendió al propio Jinshi. Al investigarlos a fondo, se había levantado una polvareda de sospechas. Nunca se habría imaginado que estuvieran conectados de tal manera...

Meses antes, había habido un incidente en el que un alto funcionario casi fue envenenado por su hermano menor. Este, que fue capturado como sospechoso, murió en prisión, supuestamente por una intoxicación alimentaria. El caso se cerró sin saber si fue una intoxicación de verdad o un asesinato, pero ahora, una sombra de sospecha volvía a emerger. Una de las personas señaladas en la lista de nombres era alguien que se había beneficiado directamente de la muerte del alto funcionario. Además, existían otros incidentes extraños y recientes vinculados con los nombres de la lista, si bien todos fueron tratados como accidentes en lugar de crímenes, y ninguno se resolvió con la identificación de un culpable. El resultado de todos ellos beneficiaba a las personas que Lakan había señalado.

Existe el dicho de que «Si sopla el viento, el tonelero gana dinero», y la ganancia parecía ser el resultado de ese tipo de causalidad. Por ello, nadie sospecharía jamás que los propios beneficiarios estuvieran implicados.

—Es sospechoso, sí, pero...

—No tenemos ninguna prueba material —añadió Gaoshun, sin que hiciera falta.

Al final, lo que Maomao había logrado fue tan solo enfurecer a Lakan, el hombre al que nadie en la corte deseaba tener por enemigo. Al enterarse de que su hija no fue envenenada por las personas que señaló durante el banquete, Lakan pareció perder el interés en acosarles. Ahora se había obsesionado con la situación médica de Maomao y había fracasado ya tres veces en su intento de irrumpir en el palacio interior para comprobar su estado. «¡Que deje de usar pólvora dentro de los límites de la corte, por favor!», deseó Jinshi.

En medio de la tensa atmósfera, se oyó el tintineo de una campanilla. Gaoshun observó el espejo instalado en la habitación. Inclinó ligeramente la cabeza y esperó la llegada del visitante frente a la puerta del despacho.

Entró un funcionario de baja estatura, de cabello rizado y gafas redondas. Aparte de los ojos rasgados como los de un zorro y el pelo indomable, el joven carecía de rasgos distintivos.

Con ese aire vagamente familiar, el joven se inclinó en reverencia con las manos escondidas en las mangas. Jinshi se percató de que llevaba algo enganchado en el cinturón. Al fijarse, le pareció distinguir un ábaco.

—Es un honor. Mi nombre es Lahan —se presentó, de forma sumamente sencilla. Luego sonrió con suficiencia.

Al oír el nombre, Jinshi reconoció el parecido con claridad. Solo dos personas del clan Luo se atrevían a pronunciar ese nombre en el palacio exterior: Lakan y su hijo adoptivo. La única adición reciente al clan era Luomen, el hombre que había vuelto a entrar recientemente al palacio interior como médico. Jinshi se preguntó qué podría querer el hijo adoptivo de Lakan.

—¿Y bien? ¿Hay algo que desees de mí?

Por rango, Jinshi estaba por encima, y la irrupción de Lahan podía considerarse descortés. No obstante, en un ambiente como la corte, mostrar enfado por cada falta de respeto era ineficaz. Había muchos otros funcionarios que se dirigían a Jinshi con más descortesía aún, escudándose en que él era un eunuco.

—He venido a mostrarle esto.

El joven sacó un pergamino de su manga y se lo entregó a Gaoshun, que ya estaba esperando que lo hiciera. Este lo examinó con los ojos entrecerrados antes de pasárselo a Jinshi.

Dado que era el hijo adoptivo de Lakan, Jinshi supuso que traería algo de importancia. Procedió a desenrollar el contenido.

—¡...!

—¿Qué le parece?

Lahan lo miró con una sonrisa desagradable y triunfante. Parecía decir: «¿Qué opina? ¿No es asombroso?», y el contenido del pergamino estaba a la altura de su orgullo. Era una mera lista de números y palabras, pero su significado cambiaba por completo según cómo se interpretara.

—Esto pertenece a las personas a las que mi padre adoptivo causó problemas el otro día.

«Causó problemas —Jinshi se fijó especialmente en esas palabras—. ¿Por qué me dice esto precisamente a mí?», se preguntó. Se suponía que él no había estado presente en el banquete. Debería habérselo comunicado a cualquier otra persona. Sin embargo, Lahan tenía un propósito específico con Jinshi.

El joven con mirada ladina habló con un tono ligeramente compasivo, aunque el pergamino que había presentado no reflejaba esa supuesta pena. Era un extracto de un libro de cuentas. Si uno pertenecía al departamento encargado de la tesorería nacional, era un documento al que se podía acceder. Incluso para los de fuera, se podía consultar siguiendo el procedimiento correcto.

—Me pareció que lo mejor sería que viera los originales, pero como la cantidad es considerable, he seleccionado un extracto de las partes que me parecieron más destacables.

Aunque lo llamó extracto, estaba ordenado de una manera que incluso Jinshi, que no era experto, podía entender. Lo que se hacía evidente era que ciertas oficinas habían visto aumentar drásticamente el flujo de sus presupuestos en los últimos años.

—Es fascinante. En los últimos años no hemos tenido ni sequías ni plagas de langosta, ¿por qué ha subido el precio del grano? Como me pareció extraño, investigué los precios en la calle y resultaron ser los más estables de los últimos años —Lahan habló con un aire deliberado. Parecía que aprovechaban la subida de otros precios para aumentar sutilmente el valor del grano cada mes—. Y otra cosa. El precio del hierro también ha subido. Esto significa que el valor del metal ha aumentado en todo el país. ¿Estarán haciendo alguna estatua gigantesca en algún sitio?

Jinshi comprendió perfectamente lo que quería decir. Dejó el pergamino y miró al joven, cuya astucia era idéntica a la de su padre adoptivo. La subida del precio del grano en sí misma no parecía gran cosa, pero el volumen de la mercancía era inmenso. Si subía el precio, la diferencia en la cuenta final se volvía colosal. Lahan estaba sugiriendo que esa diferencia se estaba malversando.

En cuanto al metal, el aumento generalizado de su precio significaba un aumento de la demanda. Cuando se emprendían proyectos ostentosos (como, por ejemplo, la estatua gigante para mostrar el poder que Lahan había sugerido), el metal se recogía de todas partes. Se fundían ollas e incluso herramientas agrícolas para su uso. La única otra razón para que el precio subiera sería...

—Tengo la capacidad de investigar la distribución y el flujo de mercancías de los últimos años.

Lahan articuló en voz alta exactamente lo que Jinshi deseaba. Era como si hubiera acudido a su despacho precisamente para hacerle esa oferta.

Jinshi vio que los ojos de Lahan parecían suplicar algo. Esa debía ser la razón por la que le había traído tal información. Esta clase de persona no se movería a menos que hubiera una convergencia de intereses.

—¿Y bien, qué demandas a cambio? —preguntó Jinshi con franqueza.

Como si hubiera estado esperando esas palabras, el semblante de Lahan se relajó. Sacó un trozo de papel de su pecho con una expresión ligeramente incómoda.

—Por favor, ¿podría hacernos un pequeño descuento en la cantidad de aquí?

Lo que había en el papel era un presupuesto para la reparación del muro del palacio interior. El mismo que el padre adoptivo de Lahan, el estratega Lakan, había destruido con pólvora.



No hay comentarios:

Publicar un comentario