
-Xeniaxen
Webnovel original en japonés por: 日向夏 (Natsu Hyūga)
Los diarios de la boticaria
Volumen 3
Yinghua y las demás fueron a ver a Maomao mientras empacaba sus cosas. Guiyuan estaba asombrada por la cantidad de hierbas que no paraban de aparecer de todos los rincones, por mucho que limpiara, y Ailan estuvo a punto de gritar al ver una cola de lagarto disecada.
—De verdad, eres un culo inquieto, ¿no? —bromeó Yinghua, mientras ayudaba a limpiar.
—Son gajes del oficio —dijo Maomao.
Por mucho que dijera que era parte de su profesión, no estaba segura de si realmente era así. Seguramente, si hacía bien su trabajo, Jinshi le daría alguna hierba extraña como recompensa, o tal vez un libro de medicina extranjera. Pero había algo más, diferente a eso, que la estaba motivando a volver con él. «Qué incordio...», pensó. Odiaba tener que hacer esto, pero más se detestaba a sí misma por actuar así. Suspiró mientras metía sus herramientas de alquimia en un pañuelo de tela, y Yinghua la miró como si se hubiera acordado de algo.
—Por cierto, ¿ese es tu padre, Maomao?
—Sí, algo así.
Lo dejó así porque su relación parentesca era complicada. Omitió los detalles para evitar entrar en detalles.
—No se parece en nada a lo que me imaginaba. Es como... normal, o algo así.
—¿Qué pensabas...?
—Bueno, qué quieres que te diga...
Guiyuan y Ailan asintieron mirándose la cara, dando la razón a las palabras de Yinghua. Maomao no podía entender qué se imaginaban.
Al salir del palacio interior, el aire en el palacio exterior se sentía un poco diferente. El palacio interior estaba aislado; apenas se sentía el aire de fuera. Solo de vez en cuando, se notaba el viento que se filtraba por las grietas de la pared. No sabía si el ambiente era tenso o si había una desconfianza generalizada. Pero parecía que algo había cambiado en solo unos meses.
—El ambiente parece un poco diferente... —le dijo Maomao a Gaoshun, como indirecta.
Gaoshun había venido a buscarla. Le dio su equipaje a un sirviente que esperaba afuera, y Maomao se dirigió a los aposentos de Jinshi.
—Pronto tendremos una conferencia con otros países —dijo el fiel eunuco con su habitual concisión, andando a un ritmo rápido.
Era inusual que un hombre que normalmente se preocupaba por el ritmo de Maomao caminara tan rápido ahora. Ella lo siguió a paso rápido también. No entendía la situación política. Sabía que, por mucho que le preguntara, no entendería ni la mitad.
Después de llegar al pabellón de Jinshi, decidió hablar con Gaoshun asegurándose de que su señor no estuviera presente. Sabía que si el eunuco celestial se enteraba de lo que ella planeaba hacer, sería problemático.
Durante los días de preparación, Maomao ayudó a Suiren a atender las necesidades personales de Jinshi. El hermoso maestro, al que miró fijamente, parecía más demacrado que antes, tal vez por una razón diferente. Normalmente tenía una sonrisa empalagosa. A menudo mostraba su mal humor frente a la boticaria, pero rara vez mostraba esa expresión en público, especialmente dentro del palacio interior. Se podría decir que era un hombre con una fachada imperturbable, pero también parecía llevar una máscara. Mientras la llevaba, todos se dejaban engañar por su belleza inhumana. Debido a su extraordinaria belleza, solo unos pocos podían notar sus grietas. Y el único lugar donde podía mostrar esas grietas sin ocultarlas era en su propio pabellón.
Al regresar del trabajo y entrar a la sala, Jinshi se desplomó en el diván. Siguiendo las instrucciones de Suiren, Maomao le dio agua de fruta con miel. Él bebió la mitad y luego miró los documentos que Gaoshun le había traído. Maomao los curioseó de reojo. Parecían ser documentos sobre la próxima conferencia con un país extranjero. Incluso ella entendía el significado de los aranceles. (NT: La mención de los aranceles en los documentos de la conferencia con el país extranjero indica que la reunión tratará sobre términos comerciales y económicos.) Aunque pensó que espiar no era bueno, sus ojos se posaron en algo que le intrigó.
—...
—¿Pasa algo? —preguntó Jinshi al darse cuenta de que su recién llegada dama, menuda y pecosa, lo miraba fijamente.
—La conferencia no se llevará a cabo en la capital, ¿verdad?
Al mirar el nombre del lugar, vio que era una ciudad en la frontera noroeste. Teniendo en cuenta la distancia desde la capital, sería un viaje largo. No sabía quién asistiría, pero seguramente no regresarían por unos meses.
—Parece que ellos tampoco tienen la intención de venir hasta aquí —respondió el eunuco, encogiéndose de hombros.
De hecho, que los emisarios del país extranjero se trasladaran hasta aquí se podría interpretar como que están cediendo. Sin embargo, lo que le preocupaba a Maomao era la ubicación de la ciudad anfitriona. El lado occidental era la frontera con otro país, y el lado norte era territorio propio, pero estaba habitado por grupos étnicos extranjeros desde la antigüedad. Era un lugar que requería vigilancia en dos direcciones, oeste y norte. Un lugar ciertamente más desprotegido que la capital.
—Honestamente, no es un lugar que me emocione —admitió Jinshi.
—Claro. No podrá descansar mucho —comentó Maomao.
Aunque los grupos étnicos extranjeros también eran personas, sus culturas eran diferentes. Su padre también había sentido esto cuando fue a estudiar a Occidente. Como el idioma es diferente, la comunicación se vuelve difícil. Con la adición de los cambios en la comida, la vestimenta, el estilo de vida y las creencias, la estancia allí se vuelve bastante difícil.
—También es eso, pero tienen la costumbre de comer cosas extrañas —dijo Jinshi, bebiendo el resto del agua de fruta con una expresión de hastío—. Incluso parece que sirven insectos en sus comidas normalmente —añadió, suspirando.
«Qué blandengue», pensó Maomao. Para ella, que comía serpientes y ranas, los insectos no eran nada repulsivos. Especialmente en el norte, los insectos eran una fuente importante de nutrición. Particularmente, en los años de plagas de langostas, los ciudadanos no pudieron evitar comerlas, aunque no es lo que ahora suelen comer normalmente. El noroeste era una zona agrícola y, con una plaga de langostas, las cosas se ponían difíciles.
«¿Plaga de langostas?», se repitió. Una desgracia causada por insectos. En los años malos, incluso podía haber gente que muriera de hambre. A veces, era una calamidad tan grave que podía hacer cambiar al gobernante de un país. Por eso se decía que el carácter de insecto (“虫”) se usa en el carácter de Emperador (“皇”). Entonces volvió a recordar aquella frase: «Los malos bichos traen la mala fortuna». Las últimas palabras de aquella chica cuando aún se hacía llamar Shisui. ¿A qué se refería con «malos bichos»? ¿Y qué era para ella la «mala fortuna»? Hasta ahora, Maomao solo había pensado en enfermedades. Pero... «¿Y si lo que quería decir era que se acercaba una plaga de langostas? ¿Puede ser?», sopesó. No, por mucho que ella supiera de insectos, ¿cómo podría saber eso? Si lo supiera, sería una especie de profeta... «No, no es eso...», pensó finalmente Maomao, negando con la cabeza.
—Hablando de insectos...
Había un arte de hechicería que utilizaba insectos que se comían unos a otros y se usaban para una maldición. (NT: Se refiere a la hechicería es Gǔ (蠱) o Gǔdú (蠱毒), un tipo de magia negra tradicional china muy específica y temida. Consiste en poner diversos insectos, gusanos y criaturas venenosas (serpientes, arañas, escorpiones, etc.) en un recipiente cerrado y esperar a que se canibalicen entre sí. El veneno o esencia del único superviviente es el que se usa para enfermar, maldecir, o controlar a una persona.) Maomao no creía en las maldiciones. Probablemente, el veneno se acumulaba cuando las criaturas venenosas se comían entre sí. Así, se creaba un veneno más potente, y eso era lo que le daban al oponente. No era una maldición, era simplemente así. «¡Me gustaría probarlo alguna vez!», deseó para sus adentros.
Mientras pensaba en cosas tan imprudentes, miró el mapa adjunto al documento. De repente, recordó las palabras de un comerciante que había sido cliente del burdel. Había una historia sobre los grupos étnicos extranjeros que vivían en el norte...
—...
—¿Qué pasa? —preguntó Jinshi.
—No, es que... ¿Sabe si los habitantes de esa región cazan? —Se había fijado en que había un bosque al norte de las llanuras donde se extendían campos de cultivo y pastos—. La gente de nuestro país no lo hace. Pero he oído que los grupos étnicos extranjeros obtienen su sustento principalmente de la caza... Y hay muchas tribus que adoran a los insectos.
—No sé mucho sobre eso. Pero he oído que cazan y luchan untando veneno de insectos en sus flechas.
Usar veneno para cazar es común en todas partes. Ahora bien, el veneno de flecha que se usaba comúnmente en su país era el acónito. (NT: Una flor. Se considera la planta más tóxica de Europa.) En el sur, a veces se extraía veneno de las ranas.
Más allá de esto, para Maomao, el uso de insectos en ese país era lo clave. «Si con lo de los malos bichos que traen la mala fortuna se refería a esto...», dedujo. Si algo como eso fuera a intervenir durante las negociaciones con otros países, aunque el país en cuestión no se derrumbara, podría caer en una situación desventajosa. Era una cuestión que, más que diplomática, afectaba la imagen del país. Si eso sucediera, podría surgir un conflicto político que no terminaría en escaramuzas como las de antes. Y el que se llevaría el crédito en esa batalla sería...
Gran parte de la zona boscosa en el norte estaba a cargo del clan de la familia de la consorte Loulan, es decir, el clan Shi. El Emperador no tendría más remedio que depender de su fuerza.
«No, hay algo que no encaja», se dijo la deductiva boticaria. ¿Por qué la consorte Loulan sabría eso de antemano? Si el clan Shi lo sabía y lo había dejado pasar, ¿por qué permitiría que el problema de la hechicería persistiera y escalara? Incluso si fuera para ganarse el favor del Emperador, ¿no sería demasiado indirecto y complicado? (NT: Este párrafo lleva asunciones implícitas que son un poco complicadas de interpretar. La pregunta de Maomao es: ¿Por qué el clan Shi no denunció ni resolvió el problema del uso de insectos venenosos (hechicería Gǔ) antes? Maomao ha deducido que si se usa el Gǔ (insectos venenosos) en la reunión diplomática venidera, su país quedará en una situación desventajosa y se dañará su imagen. Si surge este conflicto, el clan Shi sería la única fuerza capaz de restaurar el orden o solucionar el problema, ya que el Emperador tendría que depender de ellos. No obstante, si el clan Shi sabía de antemano que estos «malos bichos» eran un problema (como sugieren las advertencias de la consorte Loulan), ¿por qué permitieron que se desarrollara hasta el punto de crear una crisis nacional? Maomao sospecha que el clan Shi está dejando que la crisis empeore deliberadamente para poder intervenir más tarde, forzando así al Emperador a depender de ellos y cederles más poder. La boticaria cuestiona si el complot es demasiado indirecto y complicado solo para ganarse el favor del Emperador.)
«No, no puede ser eso», concluyó. Ese no era el verdadero objetivo del clan Shi. ¿Qué razón tendrían para congraciarse con el Emperador ahora? ¿No pensarían en buscar algo más grande? En ese momento, Maomao quiso negar con la cabeza. «¡Qué tontería! ¿Son tan tontos como para pensar en eso? Ya tienen suficiente riqueza y fama. Pensar en ascender más es ir más allá de vivir al límite; ¡es precipitarse al suicidio!», infirió. Pero la otra parte eran altos funcionarios y un clan que había actuado a su antojo en la era del Emperador anterior. Tal vez las ideas desmedidas eran su modus operandi.
«¡Ay, qué fastidio! —se quejó la boticaria—. ¡¿Qué ganarían haciendo eso?! Solo causarían derramamiento de sangre innecesario, y toda su familia sería masacrada. ¿O lo planean porque creen que tienen alguna posibilidad de ganar?».
¿Sería por eso que la consorte Loulan quería decírselo a Maomao? Para detener a sus necios parientes. ¿O...?
—¿Cuándo es esto? —preguntó sin querer. Con «esto», quería saber cuándo era la conferencia con el país extranjero.
—Un poco después de que empiece el año nuevo. Las celebraciones de fin de año y año nuevo son días movidos y no ha podido ser antes.
No había tiempo. Maomao frunció levemente el ceño y miró a Gaoshun, que también fruncía el ceño. El fiel eunuco le pasó un nuevo documento a Jinshi, como si lo hubiera estado esperando.
—Señor Jinshi, ¿qué hará con esto?
Este hizo una mueca obvia al recibir el calendario de otro evento. Maomao también lo miró e hizo un mohín al ver el contenido. Parecía ser un festival ritual que se celebraba periódicamente, pero el problema era el banquete que se celebraría después. Al ver los nombres de los asistentes, quiso encogerse de hombros.
Aunque el Emperador no asistiría a las ilustres figuras, el ritual sería oficiado por el Hermano Imperial. Y había varios nombres que Maomao conocía: Shishou, el padre de la consorte Loulan, y Lakhan, su propio padre, el hombre del monóculo que la agotaba con solo recordarlo. A juzgar por esto, los otros asistentes también serían figuras importantes.
Maomao sintió que su rostro se iba a crispar, pero se dio cuenta de que Gaoshun la estaba mirando fijamente. Era una oportunidad única. Maomao se paró frente a Jinshi y lo miró fijamente.
—Esto es... ¡Señor Jinshi! —exclamó de repente, con una determinación muy seria.
—¿Qué pasa?
Maomao exhaló suavemente. Gaoshun le había mostrado el horario de Jinshi delante de ella por esto. Era como si le estuviera diciendo que era una ocasión de oro. Y ella no podía dejarla pasar. No sabía cuándo volvería a presentarse la oportunidad.
—¿Me permitiría hacer la cata de veneno en este banquete? —dijo, con la intención de sonar completamente natural.
Sin embargo, Jinshi miró a Maomao con sospecha. Entrecerró los ojos.
—Sospechoso.
—¿Qué es sospechoso?
Maomao le devolvió la mirada a Jinshi con una expresión fría, sin mostrar ninguna emoción, para que solo pareciera que estaba mirando a una oruga, como de costumbre. La mirada de Suiren, que se había dado cuenta, era bastante aterradora, pero no podía preocuparse por eso ahora.
—No hay forma de que elijas asistir a una reunión donde está el Señor Estratega.
—...
—¿Lo ves? Tengo razón.
—Me gustaría que ignorara eso.
—Señor Jinshi, la cena se le va a enfriar —intervino Suiren.
—No sueles mentir, pero eres extremadamente selectiva con la información que revelas, ¿verdad?
—...
Maomao miró de reojo a Gaoshun. Él también puso una cara de preocupación, pero dio un paso adelante.
—Señor Jinshi, parece que Xiaomao se está ofreciendo pensando en usted, a su manera.
—¿Q-Qué quieres decir...? —musitó Jinshi, mientras miraba a Maomao y a Gaoshun alternativamente con una expresión de perplejidad.
—Lo quiere hacer por usted, incluso si tiene que tratar con personas que no le gustan.
«No es eso», pensó Maomao. Aunque el resultado podría ser ese, no era estrictamente por eso. Pero como explicarlo era problemático, decidió no corregirlo.
—Supongo que no quieres ganarte al señor Lakhan, mas, ¿es que quieres buscar a alguien en la conferencia que le cause problemas?
—Seguro que no quiere ganarse al señor Lakhan, mas, ¿no cree que querría hacerlo enemigo de su enemigo?
Lo que decía Gaoshun no estaba del todo mal. No había necesidad de corregirlo. (NT: Gaoshun está sugiriendo que Maomao quiere usar la crisis de la conferencia para crear una situación donde Lakan, su “enemigo” o, al menos, alguien que le cae mal, tenga que enfrentarse al clan Shi, el “enemigo” de Jinshi y la Corte. Enemigo de su enemigo. No cree que Maomao tenga esa intención directamente, sino que intuye que quiere que Lakan tenga un problema político grave que lo mantenga ocupado y lejos de ella. La boticaria acepta esta interpretación de Gaoshun porque, en el fondo, es una verdad conveniente para sus propios planes.) Entonces, una mirada ardiente se dirigió hacia ella.
—¿Es eso verdad? —dijo el eunuco celestial, observando a Maomao con una belleza intensificada, sus ojos ligeramente húmedos y su rostro con un aire febril.
Ella no asintió ni negó, solo bajó la vista. Justo cuando Jinshi se levantó del diván con un estruendo, un delicioso olor a comida caliente se aproximó hacia ellos. Mientras acercaba su rostro a Maomao con un sutil empuje, Suiren les ofreció gachas con una sonrisa.
—Su comida se va a enfriar. Por favor.
Y las palabras de la anciana doncella, como siempre, fueron imposibles de rebatir.
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