
Webnovel original en japonés por: 日向夏 (Natsu Hyūga)
Los diarios de la boticaria
Volumen 3
Maomao suspiró mientras preparaba la cena. Una de las nuevas doncellas la vigilaba de reojo. Aún no había establecido una relación cercana con las recién llegadas. Era inevitable: su frecuente ausencia y su reticencia a iniciar una conversación dificultaban el trato. Por su parte, las nuevas doncellas también se sentían incómodas ante la presencia de una extraña a la que apenas conocían, por lo que evitaban activamente dirigirle la palabra. «Si cree que me importa, lo lleva claro», pensó.
Su mente estaba llena de otras preocupaciones. ¿Por qué ese atribulado asistente se había molestado en decirle esas cosas tan problemáticas? «No tengo intención de contárselo a nadie, pero... ¡¿por qué me habrá revelado tanta información?!», se preguntó. ¿Habría alguna razón para ello?
Mientras reflexionaba, inquieta, la cena llegó de la cocina. Maomao la sirvió en los platos que había preparado. En medio de eso, notó algo. Con los palillos, recogió lo que parecía una raíz. A primera vista, parecía bardana (NT: La raíz de bardana, también llamada lampazo, es una planta medicinal con gran tradición usada como potente depurativo, diurético y antioxidante, ideal para problemas de piel como acné y psoriasis, digestiones difíciles, retención de líquidos y para estimular la función renal y hepática, principalmente a través de infusiones o decocciones.), pero la miró con recelo y la puso en un plato pequeño.
—¿Qué estás haciendo?
La nueva doncella miraba a Maomao con curiosidad mientras esta desarmaba la raíz en el plato pequeño. La catadora se la llevó a la boca y luego la escupió.
—¿Podrías llamar a Hongnyang, por favor...?
No era bardana, sino raíz de alquequenje. (NT: El alquequenje da unos pequeños frutos de otoño naranjas, agridulces, envueltos en sus hojas. En sí es una planta ornamental y medicinal, utilizada en postres y mermeladas, pero su raíz puede ser tóxica. También hay variedades de alquequenje que no son comestibles. El alquequenje común puede ser tóxico si se ingiere en grandes cantidades o si no está maduro, causando náuseas y vómitos.)
—Parece que es un poco tarde, ¿no? —dijo Maomao, mirando el contenido del plato.
—Ciertamente, me pregunto si ya es demasiado tarde —dijo Hongnyang, bajando las pestañas.
El alquequenje a veces se usa como abortivo. En el embarazo temprano, podría causar un aborto espontáneo, pero Maomao no creía que tuviera mucho efecto si se lo daban a la consorte Gyokujou ahora. Aunque el embarazo de la consorte no se había hecho público, se había extendido por todo el palacio interior como un secreto a voces. Incluso el embarazo de la consorte Lihua era también sabido por todas, en contra de su voluntad. Si todo iba bien, el bebé de la consorte Gyokujou nacería dentro de un mes. Y el de la consorte Lihua, algunos meses después.
No importaba a quién estuvieran apuntando con ese intento de envenenamiento, lo que le parecía extraño era que lo hicieran ahora. Sobre todo, si la intención era hacer que la consorte abortara. Sin embargo, no tenía forma de saber si de hecho esa raíz se había mezclado con las comestibles. Maomao estuvo a punto de rascarse la cabeza con frustración, pero se contuvo porque Hongnyang estaba justo enfrente. La consorte Gyokujou no estaba presente. Probablemente por consideración a su embarazado, ya que, tratándose de ella, se habría dado cuenta seguro.
Hongnyang observó fijamente a Maomao, que estaba inmersa en sus pensamientos.
—¿Hay algo que te preocupe?
«Mentiría si dijera que no», respondió internamente.
—La cena de hoy se preparó en la cocina central junto con la de las otras consortes, ¿verdad? —preguntó Maomao para confirmar.
Hongnyang asintió.
—Por cómo está impregnado el sabor, ¿no crees que se habrá mezclado también en la comida de las otras consortes?
—Por tu expresión, parece que afirmas —dijo Hongnyang con asombro.
Maomao pensó que no lo sugeriría si no estuviera segura de ello. Además, si lo que sorprendía a Hongyang era que hubiera probado el veneno, era evidente; le excitaba hacerlo y normalmente estaba inmunizada.
«Qué extraño», siguió dándole vueltas. Le resultaba extrañamente molesto. ¿Qué era lo que le había molestado al principio? Sentía que había alguna conexión con algún otro hecho, pero no era capaz de encontrarla.
«¡Oh! ¿Qué fue de eso?», se le ocurrió. Al pensar en abortivos, le vino a la mente aquel incidente. La caravana que había llegado con tantos ingredientes potencialmente abortivos. La anterior dama de compañía principal de la consorte Lihua los compró a propósito. La razón por la que ella, que tenía escasos conocimientos de hierbas, intentara hacerlo fue porque casualmente encontró un trozo de papel con los ingredientes escritos. Aún se desconocía la identidad del dueño original del papel. ¿Estaría protegiendo a alguien? «No...», se dijo. ¿Será así? ¿Sería capaz de hacer tanto una persona tan orgullosa? ¿O era una forma de molestar a los funcionarios que la interrogaban? «¿Quizá estaba protegiendo a otro miembro de su familia?», convino entonces. En ese caso, no tenía sentido que el objetivo fuera la consorte Lihua. Honestamente, Maomao pensaba que sería difícil para esa dama ganarse el favor del Emperador, por lo que su pariente, la consorte Lihua, sería la prioridad.
«No podemos estar seguros de si ese papel realmente existió y llegó a sus manos», pensó. Significaría que había gente muy imprudente en el palacio interior. O tal vez la historia del papel era mentira desde el principio. No obstante, Maomao no lo creía. «Tenía escritos ingredientes difíciles de conseguir a propósito», pensó. Había formas más sencillas de hacer abortivos. Sin ir más lejos, los dondiegos de noche o el alquequenje, por ejemplo.
¡¡¡Entonces su cabeza hizo clic!!! ¿Dónde había visto los dondiegos de noche recientemente? ¿Y quién más estaba allí? ¡¿Cuál era el objetivo de esa persona?!
—Maomao, ¿qué pasa? —dijo Hongnyang. Se dio cuenta de que estaba absorta en sus pensamientos.
—No, no es nada.
Aún no había llegado a una conclusión, y no le gustaba afirmar nada basándose en conjeturas. Pero si no actuaba ahora, algo más terrible podría suceder.
«Los malos bichos traen la mala fortuna». Aquella frase no paraba de rondarle por la cabeza. No sabía lo que significaba, pero si se quedaba quieta nunca llegaría a averiguarlo. Maomao se decidió y miró fijamente a Hongnyang. Esta le devolvió la mirada con una expresión extrañada por la cara de ella.
—¿Qué pasa?
—Tengo un favor que pedirte—Maomao frunció el ceño por un instante y luego dijo lo que tenía que decir—. ¿Podéis transferirme de nuevo al servicio del señor Jinshi?
—¡...! —Hongnyang golpeó la mesa. Los platos que estaban encima flotaron en el aire por un momento—. ¡¿Qué dices ahora?! ¡Sabes que la consorte Gyokujou está en un momento crucial!
Maomao exhaló suavemente, ya que era la reacción esperada. Se suponía que aún quedaba aproximadamente un mes. Pero eso era solo una estimación, y siempre existía la posibilidad de un parto prematuro. Si iba a dar a luz en el palacio interior, solo con el matasanos no sería suficiente. Lo más tranquilizador, que sería tener un médico oficial competente con mucha experiencia práctica, era del todo inviable a estas alturas. Sin embargo, Maomao respondió a Hongnyang con el rostro inexpresivo.
—Soy boticaria. He asistido a partos, pero nunca he atendido uno. De hecho, sería mejor tener a alguien con conocimientos más especializados que a mí con mis conocimientos a medias —al decir eso, Maomao escribió caracteres en la mesa con la punta del dedo—. Hay un ex médico oficial que es eunuco en el Distrito del Placer. Él tiene mucha experiencia en atender partos.
—...
—Aunque fue expulsado del palacio interior una vez, sería más esperanzador que el médico oficial actual —confesó. «Lo siento, matasanos», se disculpó Maomao en su mente—. Aunque el Emperador no lo apruebe directamente, ¿por qué no lo intentáis a través del señor Jinshi?
—Claro... Un exiliado del palacio interior no es un criminal, ¿verdad? —dijo Hongnyang, mirando a Maomao con ojos fríos. Ella sabía que todos reaccionarían así. Era normal.
—Es un criminal, pero sus habilidades son reales. Además, si se le diera tanta importancia a eso, yo tampoco podría quedarme aquí —desveló, en lo que curvaba la comisura de sus labios—. Fui criada por ese criminal.
Era una negociación; si Hongnyang detestaba tanto a su padre por ser un criminal, entonces no podría permitir que la hija de un criminal fuera la catadora oficial de veneno de una consorte. «Ya tuve un encontronazo con ella un día», recordó Maomao. En aquel momento, sintió que Hongnyang la había manipulado hábilmente, pero esta vez no podía permitírselo.
La boca de la dama superior se torció en una mueca. Hongnyang era una jefa de doncellas competente. La balanza en su mente estaba sopesando qué era más beneficioso para la consorte, su señora.
—¿Quién hará la cata de veneno ahora...? Acaba de mezclarse ese ingrediente en la comida, ¿no?
—Esto no iba dirigido a la consorte Gyokujou.
—Entonces... ¿era para la consorte Lihua?
Maomao negó con la cabeza. Hongnyang razonó entonces que, si no era ella, la única consorte de alto rango restante era la que aún no había sido tocada por el Emperador. (NT: Se refiere a la consorte Lishu, que es una niña de unos 15 años, que ya había sido tocada por el Emperador anterior, que tenía estas inclinaciones...)
—¡No puede ser!
Maomao recordó la jaula de insectos en la habitación. Dentro había un insecto cuyo zumbido sonaba como una campana. Recordó la historia de fantasmas. ¿Qué había contado la chica, que aún por ese entonces se hacía llamar Shisui? La historia del grillo de campana. Algo se había comido al monje. ¿Qué se habría comido el espíritu?
Hay algunos insectos que se comen a los machos después de la reproducción. Cuando Maomao vio por primera vez a una mantis religiosa canibalizando, al principio pensó: «Qué asco». Pero este era el mismo caso. Si una mujer daba a luz al hijo de un soberano, a veces el padre se convertía en un estorbo. Para darle poder al hijo, a veces la mujer deseaba eliminar al padre. Igual que los insectos.
«Los malos bichos traen la mala fortuna». Se repitió la frase que tantas veces había meditado. «¡Eso es!», exhaló finalmente. ¡La chica que amaba a los insectos tal vez no estaba interesada en el poder, y solo quería actuar como una simple sirvienta en paz! Se estaba asegurando de no concebir un hijo en su vientre.
No habían pasado mucho tiempo juntas. Solo habían compartido algunas conversaciones triviales de vez en cuando. No era asunto de Maomao inmiscuirse, pero no podía quedarse quieta.
—La consorte Gyokujou tendrá un bebé sano. Pediré hacer la cata de venenos en la cocina central.
Maomao estaba buscando una solución que solo ella pudiera ofrecer.
—De acuerdo...
—Gracias.
Después de agradecerle brevemente a Hongnyang su permiso para volver bajo el mando de Jinshi, Maomao tomó el contenido del plato frente a ella (la raíz de alquequenje) y, de la alegría, se lo llevó a la boca sin pensarlo. No hace falta decir que Hongnyang la golpeó inmediatamente y la hizo vomitar.
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