
Webnovel original en japonés por: 日向夏 (Natsu Hyūga)
Los diarios de la boticaria
Maomao, en el fondo, no odiaba las cosas bonitas. Sin embargo, cuando algo era demasiado hermoso, incluso la más mínima imperfección le resultaba imperdonable, como si fuera un pecado. Igual que una joya pulida que, con un solo rasguño, pierde la mitad de su valor. Por eso, lo trataba como si fuera un insecto arrastrándose por el suelo. No podía evitarlo. «Me gustaría tratarlo como si fuera una obra de arte», pensó en un gesto de profunda honestidad ella, una simple plebeya.
Cuando Gaoshun entró en la sala, justo cuando la dama de compañía se marchaba, sintió un gran alivio. Últimamente, el taciturno ayudante se estaba convirtiendo en una fuente de sosiego para ella.
—¿Cuántos colores pueden hacerse exactamente? —preguntó Jinshi.
Maomao colocó los polvos que había traído de la consulta del médico sobre la mesa.
—Rojo, amarillo, azul, violeta, verde... Si se mezclan entre ellos, hay muchos más matices, pero no sé decirle el número exacto.
—¿Y cómo se puede aplicar esto a las tablillas de madera?
No tenía sentido frotar el polvo directamente. Eso sería demasiado sospechoso.
—En el caso de la sal, basta con remojar las tablillas en agua salada. Creo que se podría hacer lo mismo con los otros polvos. Parecen disolverse en otras cosas además de agua. Tampoco estoy segura, ya que esto no es mi especialidad.
—Me sirve —dijo el joven, que se cruzó de brazos y se sumió en sus pensamientos. Con ese simple gesto, ya parecía la imagen de un soberbio cuadro.
Maomao sabía que Jinshi estaba al tanto de muchas cosas que pasaban en el palacio interior. Sus palabras debían haberle servido de prueba, ya que parecía estar uniendo los fragmentos que tenía en la cabeza. «¿Será un código, quizás?». La respuesta a la que él llegaría probablemente sería la misma que la suya. Ahora bien, ella era muy consciente de que no debía decir nada. El hermoso canto del faisán, imprudente en su eco, es la melodía que atrae la flecha del cazador.
Como no parecía que tuviera nada más que hacer, intentó retirarse, pero una voz la detuvo:
—Espera.
—¿En qué más puedo ayudarle, señor?
—Me gusta el dobin mushi. (NT: El dobin mushi es un caldo tradicional japonés, cocido al vapor y servido en una tetera dobin con gambas, pollo, salsa de soja, lima y champiñones matsutake. Fuente: Wikipedia.)
«Así que se ha dado cuenta...», pensó ella. Y con los hombros caídos, respondió:
—Mañana iré a buscar los ingredientes.
○ ● ○
Una vez que se aseguró de que la puerta se cerraba con un ruido sordo, Jinshi guardó su sonrisa dulce como la miel. En su lugar, su mirada se volvió afilada como la punta de un cristal.
—Busca a cualquiera que se haya quemado el brazo en los últimos días. Para empezar, comprueba a las damas de compañía de alto rango, así como a sus sirvientas.
—Como mande —respondió Gaoshun.
Cuando se retiró, la directora del departamento entró en la sala.
—Siento mucho tener que usar siempre su sala.
—N-No es molestia —respondió la señora que, a pesar de su edad, se sonrojó.
El rostro de Jinshi volvió a lucir su sonrisa de dulce rocío celestial. «Así es como deberían ser todas las mujeres», pensó. Por un instante, frunció los labios, pero enseguida volvió a sonreír y abandonó la habitación.
○ ● ○
—Pruébate esto.
Yinghua, una de sus compañeras más veteranas, le ofreció a Maomao un vestido completamente nuevo. Era una chaqueta de color crudo, con una falda de color rojo claro y unas mangas de color amarillo pálido más anchas de lo habitual. No era de seda, pero sí de algodón de alta calidad.
—¿Para qué es? —preguntó Maomao. Aunque el color era discreto y apropiado para una sirvienta, no era práctico para el día a día. Además, ella nunca se había puesto un vestido con un escote tan pronunciado, por lo que su cara reflejaba su evidente descontento.
—¿Cómo que para qué es? Es el atuendo para la fiesta en el jardín.
—¿Qué fiesta?
Maomao se había aprovechado de la amabilidad de sus compañeras. Últimamente, se dedicaba a corretear por ahí, recoger hierbas y setas, charlar con Xiaolan y tomar té en la consulta del médico, a parte de sus deberes de catadora y de preparar medicinas. Por ello, no solía enterarse de nada de lo que se hablaba en la corte.
Con una expresión de sorpresa, Yinghua le explicó que, dos veces al año, se celebraba un evento social en los jardines del palacio. El Emperador, que no tenía emperatriz, se hacía acompañar de las concubinas de alto rango, y sus damas de compañía también debían asistir. En el palacio interior, la concubina Gyokujou ostentaba el título de Consorte Bella, y la concubina Lihua el de Consorte Sabia. A ellas se unirían otras dos, la Consorte Virtuosa y la Consorte Pura, para formar las Cuatro Consortes, todas ellas de primer rango.
Originalmente, a la fiesta de invierno solo debían asistir la Consorte Virtuosa y la Consorte Pura, pero como la última vez la consorte Gyokujou y la consorte Lihua, que acababan de dar a luz, no pudieron asistieron a la fiesta de verano, que era la que les correspondía, se decidió que esta vez participarían todas.
—¿Todas?
—Sí, así que tenemos que prepararnos.
Yinghua resopló, emocionada. Además de ser una oportunidad única de salir del palacio interior, iban a pasar muchas cosas, como la presentación oficial de la princesa Lingli y el encuentro con las demás concubinas de alto rango.
Debido al escaso número de damas de compañía que tenía la concubina Gyokujou, Maomao no podía negarse a asistir. Sabía que en lugares públicos como este, la función de catadora era de suma importancia. «Podría llover sangre...», pensó. Y lo peor de todo es que su intuición casi siempre se cumplía.
—Tendremos que rellenarte un poco el escote. ¿Te parece bien que también te ponga un poco en el trasero?
—Lo dejo a tu criterio.
Mientras Yinghua le apretaba el cinturón y ajustaba el largo de la falda y de las mangas, le dio el golpe de gracia.
—Y también tendrás que maquillarte. Al menos, haz un esfuerzo por esconder esas pecas de vez en cuando.
Con un esfuerzo palpable, Maomao esbozó una media sonrisa, un gesto vacío que su rostro apenas logró sostener.
No hay comentarios:
Publicar un comentario