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17/06/2024

Black♣Clover - En el centro de los dorados




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Autor: Johnny Onda  ♣  Artista: Yūki Tabata



Traducción y revisión : Xeniaxen



♣ 2a novela: Libro de la Orden de Caballeros ♣

Capítulo 2:
En el centro de los dorados




Dentro de la Orden de los Caballeros Mágicos, un ejército de magos bajo la supervisión directa del Rey Mago, existe un escuadrón conocido como el Amanecer Dorado. En la rivalidad entre escuadrones de caballeros mágicos, el Amanecer Dorado muestra constantemente los mayores logros. Por tanto, todos saben que son el equipo más poderoso. Sus integrantes, por supuesto, están formados únicamente por los miembros de la nobleza y la realeza más selectos. De hecho, con un poder mágico medio, uno no puede aspirar a ser seleccionado en este grupo de elegidos de élite.

—Magia de Creación de Hielo: Abanico Plegable de Hielo Fino.

—Si esas te traes, entonces... ¡¡Magia de Llamas: Huellas de Vaget!!

Hoy es un día en el que muchos de esos miembros del equipo de élite se habían reunido en un solo lugar para su entrenamiento periódico. Como su nombre lo indica, estas sesiones de entrenamiento periódico se llevan a cabo regularmente y en ellas participan todos los miembros que no estén en servicio en ese momento.

—Lionel, caballero mágico básico de nivel 3, ¡tu patrón de ataque es demasiado predecible! Salinger, caballero mágico básico de nivel 4, ¡te estás centrando demasiado en terminar el combate de un solo golpe! ¡Los combates reales no se deciden con movimientos tan llamativos como ese!

—¡Sí! ¡Disculpe!

Aunque solo era una sesión de práctica, los miembros del equipo participaban dándolo todo. Su título como equipo más fuerte no era meramente decorativo. Hacían un gran esfuerzo todos los días para mantener su posición en la cima. Debido a que eran la élite elegida, por lo cual se habían ganado el nombre de ser los más fuertes, podían soportar un entrenamiento tan severo antes de regresar a sus obligaciones diarias igual de severas. Los campesinos y los plebeyos no tenían nada que hacer aquí. En este mundo donde solo los más fuertes sobreviven. Un lugar donde manda la supervivencia del más fuerte.

O al menos así se supone que debían ser las cosas.

—¡GUAOOOOAAAH! ¡IMPRESIONANTE! ¡¡HAY BATALLAS MÁGICAS LOCAS POR TODAS PARTES!!

Esa amplia arena donde se habían reunido los miembros del Amanecer Dorado era la misma que la del examen de ingreso de caballeros mágicos. Habían estado entrenando en combates de práctica uno contra uno, pero...

—¡¡Vaya, no me esperaba menos del Amanecer Dorado, van a saco!!

De pie en medio de ese coliseo había un chico que no parecía pertenecer allí, que no vestía la túnica blanca del Amanecer Dorado. En cambio, el retaco iba vestido completamente de negro. Cada miembro de los nueve escuadrones de caballeros mágicos recibe una túnica asociada con el escuadrón al que pertenecen. Además, todos los caballeros deben usarlas cuando están de servicio para que sea fácil identificar a qué escuadrón pertenecen. Pero la túnica que llevaba este chico...

—¿¡Participan todos en esto!? ¡Qué guay! ¡Me gustaría que lo vieran los demás de los Toros Negros! ¡Apuesto a que Luck se divertiría muchísimo aquí!

Sí, esa túnica pertenecía al peor escuadrón de los caballeros mágicos, los Toros Negros. Este chico que desfilaba rodeado de caballeros vestidos de blanco era el único que iba vestido de negro. Además, a su derecha e izquierda había dos personas más vestidas de blanco, un chico y una chica jóvenes.

—Jijiji. Asta se lo está pasando tan bien... Qué mono.

A su derecha se encontraba una joven con una melena larga y pelirroja llamada Mimosa Vermillion, quien tenía un aura muy amable característica.

—Asta, entiendo que estés contento, pero, por favor, ¡tranquilízate un poco! ¡Todos nos están mirando!

A su izquierda había un hombre muy nervioso con unas gafas de montura negra, Klaus Lunettes. Ambos eran miembros del Amanecer Dorado.

El miembro de los Toros Negros se pavoneaba por la sede del Amanecer Dorado mientras los seguía. Eran un cuadro poco convencional.

—¡Ah, entonces es la ocasión perfecta! ¡Después de todo, todavía no me he presentado! —Habiendo reunido todas las miradas sobre él, Asta se detuvo y respiró hondo—. ¡MIEMBROS DEL AMANECER DORADO, ES UN PLACER CONOCEROS! ¡VENGO DE LOS TOROS NEGROS! ¡ME LLAMO ASTA! ¡¡ESTARÉ CON VOSOTROS HOY!!

El chico del peor escuadrón de los caballeros mágicos se presentó gritando desde el centro de ese espacio en el que únicamente había gente de la élite. ¿Por qué un joven tan optimista de los Toros Negros, el peor equipo de los caballeros mágicos, estaba con el Amanecer Dorado, el equipo más destacado de los caballeros mágicos? Pues resulta que lo había ordenado directamente el Rey Mago.

♣ ♣ ♣ ♣ ♣

—Qué sorpresa cuando nos dijeron que te unirías al Amanecer Dorado por un día... Me pregunto por qué te lo ordenaron —preguntó Mimosa mientras le entregaba un poco de té a Asta. En ese momento, estaban en el área de descanso de la base.

—Yo tampoco lo sé. Creo que el Rey Mago se lo dijo al capitán Yami, así que esta mañana, nada más despertarme, Yami me dijo que viniera aquí. Ni siquiera me ha dado tiempo de coger la cartera.

Asta se sentó en el suelo, respondiendo su pregunta con indiferencia mientras aceptaba el té. El lugar donde se sentó estaba en el borde mismo del salón común. Cuando Asta había gritado en el centro del coliseo, había llamado la atención de todos los presentes, por lo que Klaus lo arrastró hasta aquí.

—¿Esta mañana, eh? A nosotros nos dijeron más o menos a la misma hora que teníamos que recibirte... Parece que fue una decisión de última hora.

Klaus se frotó las sienes como si tuviera migraña mientras tomaba un sorbo de té junto a Asta. Realmente había sido hacía solo unas docenas de minutos cuando Mimosa y Klaus recibieron la orden de cuidar de Asta durante el día, como parte de su membresía de intercambio. Además, se trataba de órdenes directas del capitán del Amanecer Dorado, William Vangeance. Entre la visita de su capitán en persona y la extraña tarea que les había asignado, esta mañana fue desconcertante en todos los sentidos para Klaus y Mimosa.

—Desearía haber tenido un poco más de tiempo para prepararme...

—¡No, no te preocupes!

—No, hablaba de nosotros.

En realidad, me gustaría haber comprado medicamentos para el dolor de cabeza y de estómago, pensó Klaus para sí mismo.

—Bueno... Aún no te lo había podido decir por la confusión de antes, pero ¡bienvenido, Asta! ¡Es un placer tenerte aquí!

—¡El placer es mío! ¡Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos! ¡Seguro que tenemos muchas cosas para ponernos al día!

Klaus y Mimosa eran inconfundiblemente sinceros. La última vez que vieron a Asta fue en la ceremonia de concesión de estrellas. Después de eso, Asta luchó contra el Ojo de la Noche Blanca en una cueva cerca de la ciudad de Nairn y reveló la traición del capitán de las Orcas Púrpuras, Gueldre Poizot, en el cuartel general de los caballeros mágicos. Había pasado los últimos días metido en todo tipo de historias impensables. Resulta que hoy estaba libre, pero mañana debía comenzar otra misión en las playas arenosas de Raque. Aunque no estaban tan ocupados como Asta, Klaus y Mimosa también estaban ocupados trabajando duro en sus tareas diarias, por lo que no tenían mucho tiempo para hablar en privado. Independientemente de cómo había sucedido, estaban sinceramente contentos de volver a verlo.

—¡Sí, jeje! ¡Yo también me alegro de poder hablar con vosotros de nuevo! —convino Asta, riéndose tan fuerte como solía hacerlo.

—Ya veo... Entonces, hablando de cosas que nos alegran, ¿quieres probarte esto...?

Aprovechando el agradable ambiente entre ellos, Klaus le prestó a Asta algo que había llevado debajo del brazo todo el rato. Era la túnica blanca del Amanecer Dorado, que sería temporalmente de Asta debido a la membresía de intercambio. Vangeance les ordenó que Asta se la pusiera, ya que tener a alguien con una túnica negra revoloteando por ahí seguramente alteraría a los otros miembros del Amanecer Dorado, pero...

—¡Ya te he dicho que no me la voy a poner! ¡Yo soy de los Toros Negros!

Por mucho que Klaus insistía, Asta lo hacía callar.

—Ya lo sé, pero... Si vas vestido así, vas a cantar más que un gallo, ¿sabes? Bueno, seguirás destacando por más que te la pongas, pero al menos te camuflarás un poco con el resto del equipo...

—Te entiendo, pero... Hmmm. ¿Cómo lo explico? Me sabe mal ponerme la túnica de este escuadrón cuando solo estaré un día aquí —agarró su propia túnica negra mientras decía esto. Manchada de suciedad por todas partes, con cortes y deshilachada de haber sido cosida innumerables veces—. Me alegré tanto cuando me dieron esta túnica... Vosotros debisteis de sentir lo mismo cuando os dieron la vuestra, ¿no? Por eso, aunque hoy tenga esta membresía de intercambio aquí, creo que a los demás tampoco les gustará que use la misma túnica que ellos —entonces Asta puso su sonrisa habitual mientras seguía—. Prefiero quedarme así. Aunque llame la atención, ¡seguiré siendo miembro de los Toros Negros!

—Ya... —Klaus no pudo evitar sonreír y asentir ante las palabras de Asta.

La membresía de intercambio solo era por un día, así que tampoco tenía que darle tantas vueltas a algo que solo duraría un día. La túnica era como el permiso que Asta tenía para quedarse allí. Sin embargo, era franco incluso con cosas tan triviales como esa, lo comparaba todo con sus propias creencias y, cuando creía que algo estaba mal, lo decía sin tapujos. Incluso estando en un equipo diferente al suyo, se apegaba a sus propias convicciones. Asta era así.

Al comprender eso, Klaus se vio incapaz de decir nada más.

—Si te pones así, haz lo que quieras. Pero yo debo entregártela tal y como me han mandado.

—Jejej, ¡vale! —metiéndose la túnica doblada debajo del brazo, Asta miró a su alrededor como si acabara de darse cuenta de algo—. ¡Ah, es verdad! ¿¡Dónde está Yuno!? ¿¡Dónde está ese idiota engreído!?

Yuno era amigo de la infancia de Asta y poseía un grimorio con un trébol de cuatro hojas. A pesar de ser del mismo pueblo, la remota aldea de Hage, era un usuario de magia de viento excelente. Con sus habilidades, se había ganado un lugar en el Amanecer Dorado. Además, era el rival de Asta, ya que competían por el título de Rey Mago. En secreto, Asta había estado esperando verlo después de tanto tiempo, pero Mimosa y Klaus parecían hoscos.

—Quería que coincidierais, pero Yuno también está haciendo la membresía de intercambio hoy, así que se fue a un escuadrón diferente de caballeros mágicos. Por un día, es como si os hubierais cambiado los papeles.

—Ah, claro... —Asta se quedó en silencio por un momento. Después de tanto tiempo, quería volver a competir con Yuno—. ¿Y a qué equipo ha ido?

—¿No me has escuchado? Yuno ha ido a... —Klaus tenía una sonrisa burlona mientras intentaba responder, pero...

—Oye... Mira eso. Ese Klaus está hablando alegremente con un plebeyo. Cielos. Como miembro del Amanecer Dorado, ¿no debería darle vergüenza?

El que dijo esto era un miembro del escuadrón que estaba observando al grupo desde la distancia, pero Asta y los demás lo oyeron perfectamente.

—¿En serio? Ya me dio lástima cuando escuché que le ponían de compañero a un plebeyo, pero... No parece que le disguste la idea.

—¿Klaus, eh? Trabaja rápido y pensé que era bueno, pero... Me han dicho que hace poco fue a conquistar una mazmorra y no logró hacerse con ninguna reliquia. Su carrera está empeorando.

—¡¡!!

Asta no vaciló ni un segundo antes de mirar al dúo, pero ellos se fueron del área común sonriendo.

—Asta... ignóralos. Los tipos como esos chismorrean hagas lo que hagas. Si dejas que te afecte, no pararán nunca —le dijo Klaus.

Sin embargo, Asta se rascó la cabeza muy torpemente mientras respondía:

—No, es que... Sé que es tarde, pero lo siento. No estoy haciendo más que poner las cosas tensas, entre los gritos de antes y negarme a usar la túnica, claro que la gente nos mira de forma extraña.

Desde que llegó aquí, Asta había recibido todo tipo de miradas de sorpresa, incluso de odio. Sin embargo, algunas de estas miradas también estaban dirigidas a Klaus y Mimosa. "¿No te da vergüenza estar con un plebeyo?". Ese era el tipo de miradas que recibían. Asta estaba acostumbrado a recibir miradas así, pero las palabras no podían describir lo terriblemente mal que se sentía por involucrar a Klaus y Mimosa...

—¿¡Qué estás diciendo!? ¡Eso no es para nada propio de ti! —Klaus pasó su brazo por los hombros de Asta mientras reía a carcajadas—. Ya te lo dije cuando estábamos en la mazmorra, ¿no? Eres miembro de la preciada Orden de los Caballeros Mágicos del Reino del Trébol. ¡No tengo motivos para avergonzarme de estar con un camarada de mi misma orden de caballeros!

—S-Sí... —Asta parpadeó ante el repentino contacto físico de Klaus, un movimiento que estaba muy fuera de lugar por parte de un superior. 

—Además, estás aquí bajo órdenes directas del Rey Mago. En todo caso, las personas que nos miran raro son los raros. ¡Sé valiente! ¡Vamos! —dijo Klaus lo suficientemente alto como para que los otros miembros que miraban a Asta pudieran escucharlo.

Al ver a los otros miembros chasquear la lengua y hacer muecas de disgusto, Mimosa infló las mejillas y dijo:

—¡A-Así es, Asta! El capitán Vangeance nos pidió personalmente que hoy cuidáramos de ti, ¡así que cualquiera que nos insulte también está insultando al capitán!

—...

Activando accidentalmente su habilidad natural para golpear a la gente en el estómago con sus palabras, los espectadores se dispersaron por completo hasta que no quedó nadie.

—¡Vosotros dos...!

Da igual cómo nos miren. Hagamos simplemente lo que nos apetezca. Ese fue el mensaje detrás de sus palabras de aliento. A través de sus acciones, Asta volvió lentamente a sus sentidos.

—Tienes razón... Jejeje, ¡tienes razón! ¡Perdón! ¡Antes no he sido yo mismo! ¡Está bien! ¡Voy a aprender mucho de vosotros! ¡Por segunda vez, pasémonoslo bien hoy!

Al comprender los sentimientos de Klaus y Mimosa, Asta rodeó enérgicamente a Klaus por los hombros. No queriendo desperdiciar su buena voluntad, Asta decidió que vería el entrenamiento del equipo mejor clasificado.

Sin embargo... Justo cuando lo había decidido...

—Oye, mira... El plebeyo y Klaus están abrazados.

—¿En serio? Ostras, ya da igual que sea un plebeyo... Estar pegado a otro hombre así... Me pregunto si esos serán sus gustos.

—¿Klaus? Por su cara, ya lo pensé alguna vez... Pero sea lo que sea, parece que lo está disfrutando.

—...

Escuchando al grupo de tres personas hablar desde la distancia, Klaus apartó silenciosamente su brazo de Asta. Habiéndolos escuchado también, el rostro de Mimosa se puso pálido y dijo mientras temblaba:

—K-Klaus... abrazaste a Yuno y a Asta después de nuestra misión en la mazmorra, pero... ¿¡De verdad, eres...!?

—¡NO! ¿¡Por qué siempre piensas cosas raras en momentos así!?

—Espera, ¿por qué te has separado, Klaus? ¡Mostremos nuestra amistad!

—¿¡Por qué eres tan malo leyendo lo que dice la gente!? ¡Piénsalo! ¡Puede que parezca algo más que amistad!

Debido a sus gritos, una multitud de personas se reunió a su alrededor una vez más y, al final, los tres tuvieron que irse.

♣ ♣ ♣ ♣ ♣

Más tarde...

—Tsch... Así que ese inútil de Klaus nos ha escuchado, ¿no?

Quien dijo esto fue un hombre llamado Gris, el líder de las tres personas que antes los observaban desde la distancia. Hizo ese comentario a espaldas de Asta y los demás mientras se iban.

—Es cierto. Ese inútil ha estado dándose aires desde que lo convocaron a la ceremonia de concesión.

—Escuché que incluso pudo hablar directamente con el Rey Mago. Apuesto a que incluso recibió elogios.

Estos tres nunca habían sido convocados a la ceremonia de concesión y tampoco habían hablado con el Rey Mago. Como caballeros que habían servido más tiempo que Klaus y los demás en las filas del Reino del Trébol, estos hechos solo servían para dañar aún más su orgullo.

—Bueno, si hablamos de gente a quien se le está subiendo la fama a la cabeza... ese maldito mocoso plebeyo, Asta, se lleva la palma.

Mientras observaba a Asta desde atrás, los ojos de Gris se llenaron de una mezcla de emociones negativas: hostilidad, prejuicios y un terrible complejo de inferioridad. En lugar de miembros del Amanecer Dorado como ellos, de entre todos, un plebeyo había recibido elogios extraordinarios en la ceremonia de concesión. A pesar de ser un plebeyo, ese caballero mágico sin modales había puesto un pie en su dominio de élite.

Alguien debía romperle la nariz. Alguien debía devolverlo a su lugar.

Así es, alguien tenía que hacerlo.

—Esto... me viene perfecto. Tengo algo de tiempo libre y esto también le dará una lección a Klaus, así que ¿qué tal si jugamos un rato con ellos?

Con una sonrisa llena de crueldad, Gris y los demás siguieron al grupo de Asta.

—Ahora que lo pienso... Mimosa también nos escuchó, ¿no? —dijo uno de los seguidores de Gris, lo que provocó que este se detuviera por un momento.

—No, bueno, con Mimosa no... No tenemos nada en contra de ella, ¿no?

—Sí, cierto. Mimosa es... ¿No?

—Sí... Es buena. Quiero decir, es mona.

Después de tal conversación, comenzaron a caminar una vez más.

♣ ♣ ♣ ♣ ♣

—Este es el lugar donde hacemos el entrenamiento mágico básico.

—¡Guau! ¡Es increíble! —exclamó Asta con los ojos brillantes cuando vio adónde lo habían llevado Klaus y Mimosa.

Esa sección estaba lejos del resto de la base, por lo que no había otros miembros del escuadrón practicando sus habilidades de combate. Sin embargo, tal y como dijo Klaus, contaba con el equipamiento suficiente para que la gente practicara ejercicios mágicos básicos, como piedras de magia para intentar romperlas y trozos de pergamino colgando en el aire para intentar desgarrarlos.

—Oye, ¿no me digas que estos son...? —Asta se inclinó un poco hacia adelante mientras preguntaba, con la sensación de haber visto antes algunas de las cosas que había allí.

—Sí, los ejercicios que hacemos aquí también se utilizan en el examen anual de reclutamiento de caballeros mágicos —respondió Klaus.

—Lo sabía... —Asta se rió irónicamente al rememorar recuerdos tan amargos.

Para Asta, que no tenía magia, fue un momento realmente infernal. Si no fuera por la parte final del examen, la parte del combate, y si Yami no hubiera sido uno de los jueces, no habría podido convertirse en un caballero mágico. Al ver a Asta sonreír con tanta amargura, Mimosa levantó la mano suavemente y dijo:

—Hm, solo por curiosidad, ¿qué tipo de entrenamiento hacéis en los Toros Negros?

—¿Nosotros? Nosotros, mm...

Al escuchar la pregunta de Mimosa, Asta recordó lo que todos habían hecho ayer.
  • Desayunaron.
  • Por alguna razón, de alguna manera lograron reunirse en la misma sala, donde todos charlaron perezosamente.
  • Almorzaron.
  • Se reunieron nuevamente en la misma sala y jugaron a las cartas.
  • Cualquiera que tuviera hambre comió un tentempié por la tarde.
  • Para quemar la merienda, salieron a caminar (por alguna razón, Noelle acompañó a Asta).
  • En su paseo encontraron unas ardillas salvajes, así que les dieron de comer la merienda que sobró.
  • Cenaron.
  • Los mayores del grupo bebieron alcohol mientras los más jóvenes jugaron más a las cartas.
  • Se fueron a dormir.
—...

Después de que Asta terminara de recordar lo que habían hecho ayer, se quedó en silencio durante unos tres segundos antes de responder finalmente:

—Hacemos ejercicios para fortalecer el vínculo del equipo. Y... cosas así...

—¡Ya veo! ¡Por eso todos os lleváis tan bien entre vosotros!

—Sí... —no es algo que Asta hiciera a menudo, pero, en ese momento, puso una sonrisa falsa.

—Los ejercicios para fortalecer el vínculo están bien, pero también es importante volver a los inicios y entrenar lo más básico. ¿Qué, Asta? ¿Quieres probar alguno? —sugirió Klaus con una sonrisa.

—Bueno... Es que yo no tengo nada de magia, así que... —respondió Asta, rascándose la cabeza. Además, estas cosas me han traumatizado..., pensó Asta mientras giraba la cabeza hacia un lado.

—¿Te gustaría hacer una pequeña competición conmigo mientras practicamos?

—¿Qué...? —Asta levantó reflexivamente la cabeza. Klaus se quedó mirando a Asta con su pequeña sonrisa habitual.

—El que pierda tendrá que... ¡Ya sé! No importa dónde, pero una vez completada tu membresía de intercambio, ¿qué tal si el que pierda invita al otro a comer? Y a Mimosa también, claro.

—Pero, no es por eso... Hmm... ¿Por qué tenemos que competir?

Aunque Yuno y Asta compartían una rivalidad entre ellos, eso no tenía nada que ver con Klaus. Incluso si solo era una pequeña competición, a Asta le parecía muy forzado.

—No, bueno, ya que preguntas, no hay ningún motivo... —Klaus parecía estar buscando las palabras adecuadas mientras se subía las gafas de montura negra—. Hasta ahora, solo había juzgado a la gente por su clase y estatus social. Ni siquiera intenté apreciar a alguien por su personalidad, por su mérito o por su arduo trabajo... Por eso, cuando estábamos en esa misión en la mazmorra, fui un desconsiderado con Yuno y contigo.

Sí. Honestamente, te odié. Fuiste un gafotas despreciable..., pensó Asta, aunque no se atrevió a decirlo en voz alta. Después de todo, esa forma de pensar era de sentido común para quienes viven en esta sociedad. Sin mencionar que aquellos que están en la cima de esta sociedad estratificada por la magia son los más fanáticos de los linajes y las clases. Personas como Mimosa y Klaus, que no discriminan a los demás, son, con diferencia, una minoría.

—Sin embargo, gracias a Yuno y a ti, pude deshacerme de mis prejuicios. He aprendido a tratar a los demás como personas, no como miembros de una determinada clase o estatus social —con una sonrisa orgullosa, Klaus continuó—. Es por eso que quería experimentar tu fuerza personal una vez más a través de una pequeña competición, pero... si no quieres...

—Vaya... —después de responder con asombro, la sonrisa habitual de Asta volvió a su rostro—. Bueno. Jejeje. Si es así, ¡me esforzaré todo lo que pueda!

—¡Sí, gracias!

Asta chocó los puños con Klaus, pensando en cómo, por muy serio que fuera este, no era un mal tipo.

—Espera... Es que yo no tengo nada de magia, así que ¿¡en qué tipo de entrenamiento podremos competir!?

Asta sintió que se había dado cuenta de algo muy importante, pero Klaus simplemente inclinó la cabeza y dijo:

—¿De qué estás hablando? Al igual que en el examen de ingreso, no hace falta que uses la magia, ¿no?

—¿...? —Asta tardó un momento en darse cuenta de lo que quería decir Klaus—. ¡Ah...! Ya lo entiendo —juntó sus manos y sonrió.

♣ ♣ ♣ ♣ ♣

—¿Mmmm...? ¿Qué están haciendo esos tipos? —Gris inclinó la cabeza mientras preguntaba.

El grupo de Gris, que habían seguido a Asta y los demás, llegó al campo de entrenamiento básico.

—¿¡Estás listo!? ¡La primera persona que pulverice su losa de piedra gana!

—¡Vamooooooooos! ¡Mimosa, danos la señal para comenzar!

—¡S-Sí! ¡Lo haré lo mejor que pueda!

Asta y los demás estaban conversando en un rincón de la sala de entrenamiento. El lugar donde se encontraban era donde la gente podía practicar romper losas de piedra disparándoles magia, un ejercicio comúnmente conocido como "romper pizarra". Asta y Klaus estaban el uno al lado del otro, cada uno a cinco metros de sus respectivas losas. A poca distancia de esas losas estaba Mimosa, quien, con ambas manos levantadas...

—Listos... E-Empezad... ¿O tal vez debería decir "ya"?

Practicó lo que iba a decir de una manera bastante misteriosa.

¡Qué mona!

¡No, eso no importa ahora mismo!

—¿Qué pasa con ese tipo? Ni siquiera tiene maná, ¿cómo espera poder realizar un entrenamiento básico?

Que Asta no tenía maná era un hecho bien conocido. Gris también había oído que Asta tuvo un rendimiento terrible en el examen de ingreso de los caballeros mágicos debido a eso. A pesar de eso, parecía que Asta estaba a punto de intentar hacerlo de nuevo, lo que hizo que los tres se burlaran.

—Lo sé. Pero no puede quedarse sin hacer nada mientras esté haciendo la membresía de intercambio, así que al menos debe fingir que está haciendo algo, ¿no?

—Eso parece... ¡Qué demonios! Estaba pensando en meterme con él, pero se pondrá en evidencia él solo.

Mientras los tres se reían hacia adentro, se acercaron a Asta y los demás. Si hacía algo ni que fuese un poquito raro, planeaban reírse de él a carcajadas. Puede parecer un acoso insignificante, pero eso no viene al caso. Mientras esperaban, Mimosa dijo:

—Eh, ejemmm... P-Preparados, list... oh... ¡Ya!

A su señal, los dos abrieron rápidamente sus grimorios.

—Magia de Creación de Acero: Lanza Giratoria Violenta.

Cuando Klaus gritó, una lanza de acero apareció a sus pies. La disparó contra la losa de piedra a una velocidad tremenda y su punta giró tan rápidamente como un taladro.

—Vaya... ¿Qué hace Klaus? Pensaba que tendría piedad.

—Claro. Él también quiere avergonzar a ese plebeyo... ¿no?

Los ojos de Gris se abrieron cuando vio a Asta. Había sacado una gran espada negra de su grimorio. Agarrando con fuerza la empuñadura de su espada...

—¡TOOMAAAAAAAA!

Con todas sus fuerzas, arrojó su espada a su objetivo.

—¿¡QUÉÉÉÉÉÉÉÉÉ!?

Gris y los demás exclamaron asombrados justo cuando las losas frente a Asta y Klaus se hicieron añicos. Como predijeron, lo que hizo fue ciertamente extraño, pero...

—O-Oye, ¿qué hacéis? ¡R-Reíros de él!

—Bueno, es que por mucho que nos riamos...

—Eh, aparte de no tener magia, ¿no es bastante fuerte?

El simple hecho de que pudiera lanzar una espada tan pesada era impresionante por sí solo, pero fue aún más sorprendente que rompiera la losa de piedra con ella. Habiendo presenciado tal espectáculo, se quedaron en silencio, sin humor para reír.

—¡Mimosa! ¿¡Quién rompió la losa primero!?

Actuando tan casual como siempre, Asta le pidió en voz alta a Mimosa los resultados. Mimosa entrecerró los ojos ante las losas de piedra rotas con una expresión de preocupación en su rostro por un momento antes de decir:

—¡Lo siento...! ¡Parpadeé y no vi lo que pasó!

—¡¡QUÉ!!

Asta fue quien respondió, pero todos pensaron exactamente lo mismo. Mantén los ojos abiertos un poco más, ¡maldita sea!

—¡L-Lo siento! Pero, Asta, es que... ¿No sabes que...? Si no parpadeas, los ojos... se secan, ¿¡sabes!?

—A ver, ¿¡te estás riendo de mí!? ¡Por supuesto que lo sé! ¡Por eso te pregunté! ¿¡Tener los ojos hidratados era más prioritario que nuestra competición!?

—B-Bueno, ha estado muy reñido, así que ¿por qué no lo dejamos en empate? —Klaus sonrió amargamente mientras esperaba que Mimosa y Asta terminaran su discusión.

—Bien, entonces, ¿pasamos a la siguiente prueba?

♣ ♣ ♣ ♣ ♣

El siguiente ejercicio de práctica que eligió para el concurso se conocía comúnmente como "desgarrar pergamino". Es un ejercicio en el que los magos usan su magia para disparar a trozos de pergamino flotantes con un objetivo dibujado. Dado que el pergamino se mueve libremente mediante magia de manipulación, es bastante difícil dar en el centro del objetivo.

—Vale, preparados, lis... Eh... Hmm, empe... ¡Ya!

Asta volvió a sorprender al grupo de Gris. De hecho, sorprendió a todos los que lo miraban.

—¡TOMAAAAAA!

Saltó hacia donde volaban los trozos de pergamino y atravesó el centro de un objetivo tras otro con su gran espada. Las miradas de todos se posaron en él nuevamente mientras mostraba una hazaña de fuerza aún mayor que la anterior. Sin embargo, igual que antes, Asta no prestó atención a los ojos que lo miraban.

—¡Lo siento...! ¡Intenté llevar la cuenta de cuántos pergaminos acertaste, pero me he hecho un lío!

—¡¡QUÉ!!

—L-Lo siento, pero... ¡Asta, por favor, no te enfades! ¡Pero es que solo tengo diez dedos!

—¡Me sorprende que no los hayas contado mentalmente! ¿¡Por qué no lo has hecho mentalmente!? ¿¡Dónde tienes la cabeza!?

—B-Bueno, acertamos aproximadamente el mismo número, así que digamos que fue otro empate...

Después de que Klaus mediara entre ellos de esa manera, pasaron a la siguiente prueba.

♣ ♣ ♣ ♣ ♣

—Oye, Gris... Ya basta. Volvamos a nuestro propio entrenamiento.

Asta continuó realizando una prueba tras otra de manera poco convencional. Mientras Gris observaba a Asta, esperando una oportunidad para reírse de él, uno de sus seguidores dijo con resignación:

—Parece que ahora hay más gente mirándolo. Ya no podremos meternos con él como pensábamos.

Con lo cantoso que era Asta, era natural. Aunque no abiertamente, la mayoría de las personas que estaban allí haciendo ejercicios básicos se habían parado a observar al grupo de Asta. Aunque la mayoría de esas miradas estaban llenas de burla y desprecio, como si estuvieran diciendo "Qué bárbaro..." o "Así no es como pelea un caballero mágico". Sin embargo, ya sea que sus pensamientos fueran positivos o negativos, casi todos tenían un pensamiento en común: sería un oponente difícil de vencer.

Esto puede parecer obvio, pero los caballeros mágicos atacan exclusivamente con magia. Sin embargo, la gran espada que surge del grimorio de Asta anula la magia y, además, él es capaz de atacar continuamente con una cantidad aparentemente inagotable de fuerza física. Muchos magos casi seguro que lo podrían considerar su enemigo natural. ¿Por qué a ese pueblerino sin magia se le había otorgado el título de caballero mágico básico de nivel 3 y por qué había podido hacer contribuciones significativas continuamente en sus misiones? Aunque fueran extremadamente reacios a admitirlo, todos empezaban a entender por qué.

—No conseguiremos nada si seguimos observándolo. Vámonos, ¿vale?

—¿Verdad que sí? Hemos visto lo linda que es Mimosa, así que ya tengo suficiente.

Y así, el grupo de Gris finalmente se dio cuenta del problema que realmente representaba Asta. Por mucho que metieran las narices en sus asuntos, no obtendrían ninguna satisfacción de ello. Esto fue lo que creyó uno de los seguidores de Gris cuando puso su mano en el hombro de Gris, pero...

—¿Por qué...? —susurró Gris en una voz tremendamente baja—. ¿Por qué ese novato de pueblo mocoso, esa escoria que hace como si nunca en su vida hubiera luchado... consiguió tener un grimorio tan increíble...? ¿Solo porque tuvo la suerte de conseguir ese grimorio, pudo unirse a los caballeros mágicos y recibe elogios de nuestros superiores?

—Oye, Gris...

Gris, aparentemente incapaz de escuchar las palabras de preocupación de sus seguidores, exprimió sus palabras como si fueran una maldición. En lugar de ira u odio, su voz parecía estar llena de tristeza.

—¿¡Por qué me he molestado siquiera en luchar para llegar tan lejos...!? —la voz de Gris tembló mientras hablaba. En ese momento...

—Es una emergencia. Es una emergencia. Se necesita a todos los miembros que se encuentren entrenando ahora mismo. El Reino del Diamante ha invadido nuestro espacio aéreo.

—¡¡!!

Usando magia de amplificación, la voz de la mano derecha de Vangeance, Alecdora Sandler, resonó en todo el lugar.

—Varios pelotones enemigos están volando hacia la ciudad de Kiten. Cualquier miembro del escuadrón que esté entrenando debe correr hacia esta ubicación inmediatamente. No es un simulacro. Repito, no es un simulacro.

—¿¡Q-Qué dice!? ¿¡Eh!? ¿¡E-El Reino del Diamante nos está atacando!?

Mientras Asta enloquecía por la siniestra directiva que de repente se había anunciado, Klaus respondió:

—Eso parece...

Kiten es un pueblo cercano a la frontera del Reino del Trébol donde, desde hace algún tiempo, se han estado produciendo innumerables escaramuzas con el Reino del Diamante. Sin embargo, a juzgar por el tamaño del enemigo, este no parecía ser un ataque a gran escala...

—Qué mal... Todos estamos agotados por el entrenamiento.

No había pasado mucho tiempo desde que comenzaron a entrenar. No obstante, algunos de ellos acababan de terminar sus ejercicios y otros habían agotado su maná mientras entrenaban. Además, el trabajo requería más que simplemente proteger Kiten. También debían proteger otras aldeas cercanas, así como las instalaciones nacionales importantes en la zona, por lo que sus fuerzas estarían muy dispersas. Solo habría unas diez personas como máximo que saldrían a luchar contra la fuerza principal del enemigo. De ellos, ¿cuántos podrían luchar en perfectas condiciones?

—¡¡Entonces tendremos que ir!! —mientras Klaus se preocupaba por esas cosas, Asta declaró eso como para cortar sus ansiedades. Luego, sus ojos se posaron en la túnica blanca del Amanecer Dorado que llevaba bajo el brazo y que había estado descuidando—. Os vendría bien la ayuda de alguien que puede abrirse camino enérgicamente durante una pelea, ¿¡no!?

Y se puso lentamente la túnica.

—Tú... —Klaus no pudo evitar vacilar.

Asta se puso la túnica que tanto se había negado a usar para ayudar a los mismos miembros del Amanecer Dorado que lo habían rechazado tan severamente. Estaba dispuesto a cambiar sus creencias y a ponerse la túnica como si fuera algo natural.

—¡Ahora mismo soy miembro del Amanecer Dorado! Así no habrá ningún problema con que vaya con vosotros, ¿¡no!?

—...

Klaus empezó a preocuparse de nuevo. Ciertamente, su voluntad era excelente. Sin embargo, su argumento era endeble. Dejando a un lado la membresía de intercambio, sería desafiar al sentido común enviar al campo de batalla a alguien que no fuera un miembro oficial de su escuadrón. Más que nada, no podía esperar que los otros miembros de su escuadrón trabajaran juntos con un plebeyo. Solo la presencia de Asta era suficiente para provocar miradas de disgusto en los demás. ¿Quién sabe qué dirían si les dijeran que Asta los iba a acompañar en una misión real? Lo mejor era no llevarlo con ellos.

—Eres tonto...

—¡Por supuesto que no habrá ningún problema...! ¡¡Salgamos inmediatamente!!

—¡Sí!

Ciertamente, no era un miembro oficial de su equipo. Sin embargo, sin duda tenía la fuerza suficiente para desempeñar un papel activo en esta misión. No importaba lo que dijeran los demás. Era un miembro destacado del orgullo del Reino del Trébol, los caballeros mágicos. No había nada de qué avergonzarse de ir a una misión con un camarada. Si alguien intentaba convertir eso en un problema...

—¡Asumiré toda la responsabilidad! ¡Asta! ¡Muéstrale al Reino del Diamante y a todos los presentes tu fuerza!

—¡¡Sí!! —Asta respondió con toda su fuerza, pero luego dijo con la misma fuerza—: Pero no puedo ir en escoba, así que ¡¡por favor, llévame!!

—...

♣ ♣ ♣ ♣ ♣

—Bien~ Parece que hoy también hemos venido a jugar... —dijo un soldado del Reino del Diamante llamado Lotus Whomalt con un tono de voz indiferente.

Estaba conduciendo un vehículo de humo que había creado con su magia de humo, "Carruaje del Hombre Perezoso", y contemplaba la ciudad de Kiten desde arriba. La ciudad ya estaba protegida por una barrera mantenida por los caballeros mágicos del Reino del Trébol, que cubría todo el país. Un pelotón de soldados del Reino del Diamante había rodeado una parte de su perímetro y estaba lanzando ataques intermitentes contra la barrera. Naturalmente, esta vez su objetivo también era explorar la fuerza del enemigo. Solo necesitaban enfrentarse al enemigo y obtener una idea general del poder del reino y de la magia de algunos de sus individuos. Después de eso, solo tenía que dar con un momento adecuado para salir de allí y poder bañarse con su hija menor. Ese era el plan de Lotus para hoy.

—Bueno... Si surge la oportunidad de reducirlos, entonces lo haremos.

Mientras se decía eso, el transmisor mágico de su pecho se disparó.

—Esta es una notificación para el vicegeneral Lotus. Hemos confirmado que las fuerzas del Amanecer Dorado están llegando hasta aquí desde la capital del Reino del Trébol. Se espera que lleguen a Kiten en unos minutos.

—Oh, ya vienen, ya vienen. Su equipo estrella. Dios, cada vez se mueven más rápido. Están empezando a poner realmente de los nervios a este anciano.

En realidad, daba igual... Si se diera la oportunidad, reduciría al enemigo. A lo que se refería no era a las fuerzas de Kiten, sino más bien...

—Entendido~ Avisadme si veis algo más, ¿vale~?

Después de desconectarse, Lotus volvió a mirar la batalla que se estaba librando debajo.

—Me pregunto si me tocará salir a escena hoy~

♣ ♣ ♣ ♣ ♣

—¡Ahí está! ¡Ese es el pueblo de Kiten!

—¡Bien...! Espera, ¿¡lo están atacando a saco, no!?

—¡C-Cálmate, Asta! ¡Está protegido por una barrera mágica, por lo que no podrán entrar fácilmente!

Klaus y Asta compartían una escoba mientras Mimosa volaba detrás de ellos. Cuando ellos y el resto del Amanecer Dorado llegaron a los cielos de Kiten, vieron que aquello ya se había transformado en un campo de batalla. Como predijo Klaus, unas diez personas llegaron allí. Los demás fueron a vigilar otros pueblos cercanos. En contraste, con solo un vistazo a las fuerzas enemigas, parecía haber tres pelotones de unas diez personas cada uno, al menos treinta en total. Incluyendo las fuerzas que actualmente emboscaban y atacaban a Kiten, era seguro decir que había al menos cuarenta personas. Incluso con el apoyo de los caballeros mágicos que ya estaban en Kiten, tenían una clara desventaja. Con un poco de insistencia, Klaus y Mimosa lograron traer a Asta, pero, aun así, esta batalla parecía difícil.

Ese fue el análisis de Klaus, pero entonces...

—Ya están casi... A este paso, ¡esto terminará pronto! ¡Tenemos que salvarlos ya! —Asta se preparó para saltar de la escoba, pero...

—¡Estúpido! ¡Si te mueves por tu cuenta, te derribarán en poco tiempo! —Klaus se apresuró a atrapar a Asta por el cuello. Ni siquiera él sería capaz de lidiar con tanta gente a la vez—. ¡En momentos como estos, el procedimiento operativo estándar es moverse con el grupo para acabar con cada una de las fuerzas enemigas una por una! ¡No seas imprudente actuando por tu cuenta!

—¡Pero mira! ¡Ese tipo va a ir solo!

—¡No mientas! ¡Ningún miembro del escuadrón haría algo tan teme...! —Klaus no pudo evitar dejar de hablar cuando vio hacia dónde apuntaba Asta. Tal y como dijo, había un miembro del escuadrón que se dirigía solo hacia un pelotón enemigo. El nombre de ese miembro era...— ¿Gris...?

—¡¡Oye... idiota!! ¿¡Qué haces, Gris!? ¡Vuelve aquí!

Ignorando los intentos de sus aliados de contenerlo, Gris abandonó la formación y se dirigió en solitario hacia el pelotón enemigo.

—Magia de Creación de Llamas: ¡¡General Incendiario!!

Gris extendió su mano, generando una llama con forma de persona en su palma. Esta llama corrió directamente hacia el pelotón enemigo. Sin embargo, el pelotón se dispersó rápidamente, evitando su ataque y devolviendo inmediatamente un ataque hacia Gris.

—¡¡Uaaaaaaaaaagh!

Gris se abrió paso entre sus ataques, acercándose al pelotón y lanzando el mismo hechizo nuevamente a corta distancia. Esta vez pudo capturar a un miembro, pero se encontró rodeado por todos lados. Gris no estaba seguro de si su plan funcionaría, pero eso no le importaba. Sin un poco de imprudencia, no había manera de distinguirse entre los caballeros mágicos, ni manera de ganar estrellas. Incluso si se movía de acuerdo con las instrucciones que le diera su oficial al mando, al final, sería ese oficial quien se llevaría la mayor parte del crédito. Ser capaz de seguir instrucciones era sin duda un requisito importante para mejorar la reputación, pero eso llevaba demasiado tiempo. Gris quería que su poder fuera debidamente reconocido de inmediato.

Además, quería demostrar que estaba muy por encima de ese plebeyo, Asta. Por mucho que lo pensara, era totalmente irrazonable para él que un plebeyo tan irreflexivo siguiera acumulando logros, mientras que él, que había sufrido el doble de presión y había trabajado sin descanso, nunca había sido reconocido. Si así era como iban a resultar las cosas, ¿¡entonces por qué molestarse en trabajar tan duro...!?

—¡Tsch...!

Dado que estaba autoconvenciéndose con pensamientos innecesarios, un ataque rozó su mejilla. Rápidamente maniobró su escoba para reorientarse y mantuvo la guardia en todas las direcciones. Su enemigo era más que solo ese pelotón. Si continuaba luchando tan imprudentemente, las otras unidades enemigas lo notarían y se convertiría en su objetivo.

—¡Esto es justo lo que quiero... idiotas!

Gris sonrió ferozmente mientras se limpiaba la sangre de la cara. No importaba con cuántas personas tuviera que luchar, no importaba lo que le hicieran, lo soportaría. Lo único que no podía soportar es estar clasificado por debajo de ese plebeyo. Si trataba de cambiar eso, entonces...

—Venid hacia mí todos a la vez, ¿¡vale!? —Gris escupió esas palabras mordaces a sus enemigos, pero en ese momento...

—Hmm, bien, bien~ Estaba esperando a un joven como tú, impaciente por el éxito~

—¡¡!!

Gris escuchó un ligero susurro en su oído. Lotus había usado su "Humo Espeso del Ermitaño", una magia que podía hacerlo temporalmente invisible, para acercarse a Gris.

—Está bien, bueno... ¡Esto te dolerá un poco!

Con una distancia casi nula entre ellos, Lotus disparó su magia a la espalda de Gris.

—¡¡Agh...!! —Gris ni siquiera pudo darse la vuelta mientras caía hacia el suelo.

—Lo siento~ En realidad no me gusta hacer este tipo de cosas, pero son órdenes de arriba, y un oficial intermedio con esposa e hijas no puede desobedecer~

Al contrario de sus palabras, sin demora, Lotus disparó ráfagas de magia para acabar con él. Pronto, el Reino del Diamante lanzaría un ataque a gran escala contra la ciudad de Kiten. Antes de que eso sucediera, a Lotus se le había asignado la tarea de reducir las fuerzas del Reino del Trébol tanto como fuera posible. En particular, eliminar a un solo miembro del Amanecer Dorado, un escuadrón lleno de gente de reconocido talento, proporcionaría un gran impulso a la moral de las fuerzas del Reino del Diamante y, al mismo tiempo, ejercería más presión sobre los caballeros mágicos designados a Kiten. En otras palabras, Gris, que se había ido en solitario, era la presa perfecta para Lotus.

—Por eso tengo que eliminarte rápidamente, aunque no te guardo rencor —hablando en un tono frívolo hasta el final, Lotus disparó su magia a Gris.

Sin embargo...

—¡TOOOOOOOMAAAA!

Antes de que esos disparos pudieran alcanzar el cuerpo de Gris, un grito bestial resonó en el aire. En ese momento, una sombra negra cayó del cielo, corriendo hacia Gris a una velocidad tremenda. Entonces...

—¡¡Nos volvemos a encontrar, viejo del humo!!

Con la fuerza de un huracán, la sombra que cayó del cielo devolvió las ráfagas de magia que Lotus había disparado blandiendo su gran espada.

—¿Quééééé~~~~~~~~~~?

A medida que su entusiasmo disminuía, el propio Lotus también cayó hacia el suelo.

—¿Qué haces tú aquí...? No eras miembro del Amanecer Dorado, ¿no?

—¡Cállate! ¡Yo voy donde quiero!

Quien respondió a las quejas de Lotus fue Asta, que lo hizo con su habitual entusiasmo. Era el mismo joven que había luchado en igualdad de condiciones con Mars, un general brillante del Reino del Diamante.

—¿¡Estás bien, Gris...!? ¡Oye, Mimosa, date prisa y cúralo!

Klaus, un hombre que podía usar magia de acero, había ido tras Asta en su escoba.

—¡Ah, no está tan mal como pensaba! Parece que se protegió con su magia... De todos modos... Magia Curativa de Plantas: ¡¡Vestidura Floral Curativa de Princesa!!

La maga que venía justo detrás de Klaus y activó rápidamente su magia de curación sobre Gris fue Mimosa, una maga que usa magia de plantas. Los tres habían causado muchos problemas a Lotus y al resto del Reino del Diamante anteriormente, y se interpusieron en su camino una vez más.

—Por favor, no estreseis a un desventurado oficial intermedio como yo~

—¡Tú eres el que nos está estresando! ¡Sigues entrando en nuestro territorio una y otra vez!

Después de decir esto, Asta cargó hacia Lotus. Al igual que cuando se lo encontraron en la mazmorra, su magia de humo era peligrosa. Si era posible, Asta quería derribarlo antes de que pudiera lanzar su magia.

—No, no, no subestimes el estrés que provoca una crisis de la mediana edad. Tu salud se derrumba en un instante.

Como si pudiera leer los pensamientos de Asta, Lotus dijo esto mientras retrocedía mucho, esquivando el movimiento de la espada de Asta. Luego, miró hacia el cielo como si quisiera confirmar algo.

—Bueno, da igual... Me voy de aquí antes de que me hagas un agujero en el estómago~

Con esas palabras de despedida, Lotus creó un coche de humo y escapó.

—¡Oye! Espera... ¿¡qué!?

Asta estaba a punto de ir tras él, pero antes de que pudiera hacerlo, le dispararon magia desde múltiples direcciones, por lo que se apresuró a usar su gran espada para repeler esos ataques. Cuando miró hacia arriba, vio que tenían uno de los pelotones enemigos encima y que habían comenzado un ataque concentrado contra él.

—¿¡Quééééé!? ¡K-Klaus! ¿¡Por qué me están atacando solo a mí!? —preguntó Asta mientras desviaba cada ataque mágico que le disparaban.

Klaus usó su hechizo "Pared Blindada de Castillo de Acero" para crear un escudo de acero y respondió:

—¡Ya te lo he dicho! ¡Esto es lo que pasa si vas por tu cuenta!

—¿¡P-Pero es su ejército principal!? ¿¡Qué están haciendo atacándonos a nosotros!?

—Rompimos la formación al ir por nuestra cuenta, por lo que los nuestros deben de haber atacado a los demás mientras intentan reorganizarse. Dudo que alguien venga a ayudarnos durante un rato.

En otras palabras...

—¿¡Y eso no quiere decir que estamos bien jodidos!?

—¿¡Y ahora te das cuenta!?

Además, esta vez, "Lotus del Abismo" estaba implicado. Había borrado su presencia, pero si usaba su magia de humo para debilitarlos, estarían muy jodidos.

—Por cierto, ¿¡por qué hiciste algo tan imprudente, Gris...!?

Klaus no pudo evitar decir lo que pensaba. ¿Por qué su superior, que solía actuar con tanta disciplina, había creado una situación tan estresante?

—¡¡Ocúpate de tus propios... asuntos...!! ¡¡Todavía... puedo luchar...!!

Gris probablemente no escuchó las francas palabras de Klaus, pero respondió con voz débil y levantó la mitad superior de su cuerpo tembloroso.

—¡N-No deberías moverte aún! Puede que te hayas protegido con magia, pero es posible que te hayas roto la columna o algunas costillas...

—Te estoy diciendo que... ¡Cállate! —dijo mientras empujaba a Mimosa a un lado, soportando un dolor intenso mientras se levantaba. Luego abrió su grimorio y extendió su mano hacia el pelotón enemigo que estaba encima de ellos.

—¡Eh, tú! No sé por qué estás tan enfadado, pero no deberías hablar así.

—¡Cállate... plebeyo! ¡Estoy así de enfadado... por tu culpa! —Debido a que tenía los huesos rotos, incluso respirar le resultaba bastante doloroso, y mucho menos hablar. Aun así, Gris le gritó a Asta—. ¿¡Por qué...!? ¿¡Qué pasa contigo!? Ese otro pueblerino... Yuno, también... ¿¡Por qué tenéis la misma fuerza que nosotros solo por haber obtenido un grimorio potente!? —habló como si fuera a revelar todos sus pensamientos—. Desde que era niño, entrenaba tan duro que vomitaba. Mis padres me presionaban tanto que podría haber muerto. Me golpeaban sin piedad y, después de luchar, luchar y luchar más, ¡finalmente entré a este equipo! ¡Solo las personas que han sufrido tanto como yo deberían poder unirse a este equipo!

Los genios y los prodigios siempre hacen parecer estúpidos a quienes trabajaban duro. Sin haber realizado ningún esfuerzo, manejan su magia únicamente con sus sentidos y su intuición. Gris no tenía nada de eso, y mientras las personas que lo rodeaban se burlaban de él, ya que simplemente habían "nacido así", todo lo que él podía hacer era entrenar desesperadamente. Finalmente logró ganarse un lugar en este equipo después de aferrarse a esas creencias, por lo que no podía soportar la idea de que alguien que no hubiera "nacido así" se uniera a este escuadrón sin ningún esfuerzo solo porque tenía un grimorio fuerte (solo por una casualidad). No podía soportar que valoraran a un tipo así por encima de él.

—¡Fuera de aquí, plebeyo! Este no es lugar para gente como...

—¡Cállate, imbécil!

—¿¡"Cállate, imbécil"!? —quería desarrollar su defensa completa, pero gracias al insulto simplista de Asta, Gris no pudo evitar repetir como un loro lo que le había dicho.

—¡Es cierto que obtuve este grimorio por casualidad! —mientras se recuperaba de cada ataque que les llegaba en rápida sucesión, Asta volvió la cabeza hacia Gris—. ¿¡Y qué más da eso!? Lo haya obtenido por casualidad o no, es mío, ¡así que yo decido cómo usarlo! Si vienes con esas, ¡yo también podría decirte que es casualidad que hayas nacido en una familia noble! Usaste esa posición para llegar a donde estás ahora, ¿¡no!? —Asta miró directamente a Gris y continuó—: Si tienes tiempo suficiente para sentir celos de lo que tienen los demás, ¡mira lo que tienes tú y hazlo lo mejor que puedas para igualarlo! ¡Yo no tengo nada de magia y no nací en una buena familia, así que, al igual que tú, entrené de otras maneras y logré salir adelante de una forma u otra!

—¡...!

Ciertamente... Después de haberlos metido en ese embrollo... No, en realidad, ya se había dado cuenta de eso en la sala de entrenamiento. La forma en que manejaba su espada... Por mucho que le diera vueltas, no era algo que una persona pudiera dominar en un corto periodo de tiempo. Después de recibir su grimorio, debió de haber entrenado una y otra vez hasta sangrar para poder dominarla. Eran iguales. No, las circunstancias de Asta podrían haber sido incluso más desesperadas que las suyas propias.

—Si tienes tiempo para sentir celos de los demás, ¡ayúdanos a salir de esta con tus propios medios! Tienes suficiente energía para hablar mal, ¿¡no!? ¡Entonces debes tener suficiente energía para moverte!

—...

Asta dijo todo lo que quería decir y luego blandió su gran espada con un impulso feroz, cortando por la mitad todos los ataques mágicos que volaban hacia ellos... ¿Cuánto se habría esforzado? ¿Cuántos golpes habría soportado para moverse con tanta precisión?

—Magia Curativa de Plantas: ¡Vestidura Floral Curativa de Princesa! —mientras Gris miraba con asombro a Asta, Mimosa se dio la vuelta y reanudó su tratamiento.

—Oye, ya te he dicho que no te molestes en curarme...

—¡Da igual! ¡Solo sé usar magia curativa, así que te curaré! —su voz sonó desesperada cuando dijo esto. Luego agregó—: Además, por favor, ¡no hables mal de Asta! Estoy segura de que tú también te has esforzado mucho, Gris... ¡Pero Asta se esforzó mucho más para unirse a los caballeros mágicos!

—V-Vale...

—¡La razón por la que han reconocido sus logros es porque tiene el poder de encarar por sí solo incluso las situaciones más desfavorables, como esta! ¡Y porque él nunca haría nada que pudiera causar problemas a sus compañeros!

Quien iba a pensar que su habilidad natural para noquear a la gente con sus palabras se activaría aquí.

—O-Oye, Mimosa, déjalo... Parece que Gris está a punto de vomitar.

Justo cuando el corazón de Gris estaba a punto de romperse, Klaus intervino en la conversación.

—Hasta hace poco... yo pensaba lo mismo que tú, Gris. Pensé que solo había tenido suerte de recibir un grimorio como ese —Klaus miró a Asta mientras luchaba antes de continuar—. Sin embargo, la razón por la que puede usar ese grimorio es por todo lo que se ha esforzado hasta ahora. Esa espada pesa tanto como parece. Si no entrenara sus músculos, no sería capaz de sostenerla.

Ya veo... Entrenó duro incluso antes de obtener su grimorio, e incluso después de recibirlo continuó entrenando más y más... Entonces, supongo que no tengo más remedio que admitirlo.

—¿En serio...? Maldita sea.

Asta se había esforzado tanto como él... No, se había esforzado mucho más. Como mínimo, había acumulado el suficiente esfuerzo para estar hombro con hombro con los más destacados dentro de los caballeros mágicos, los miembros del Amanecer Dorado. Y su mérito fue reconocido, por eso ascendió. Ascenderlo había sido la decisión correcta. Mientras Gris pensaba eso...

—Es cierto que nosotros, los caballeros mágicos, solemos descuidar la fuerza física... Si volvemos a casa de una pieza, ¿quieres que salgamos a correr juntos? —cosa inusual en él, Klaus le dijo eso en broma.

—K-Klaus... Entonces, ¿te gustan los hombres con músculos? —antes de que Gris pudiera responder, Mimosa preguntó eso mientras se estremecía.

—Mimosa, déjalo ya. Me voy a enfadar.

—¡Klaus, qué mal! ¡¡Otro pelotón viene directo hacia nosotros!! —gritó Asta, presa del pánico, mientras Klaus miraba a Mimosa.

—¿¡Qué!?

Cuando Klaus miró hacia arriba, vio que el pelotón que se había estado concentrando en atacar la barrera mágica de la ciudad ahora estaba volando hacia ellos y el resto de los caballeros mágicos. En otras palabras, casi todos los pelotones enemigos tenían como objetivo el Amanecer Dorado.

—Es imposible... Como máximo, nosotros somos diez. ¡Enviar a tanta gente a por nosotros es...! —mientras hablaba, vio a Lotus en su carruaje de humo sobre el campo de batalla, sonriendo mientras los miraba—. ¡Pensé que se había escapado! ¡Maldita sea! ¡Así que eso es lo que estaba haciendo!

—¿¡Q-Qué quieres decir!? —Asta miró hacia atrás cuando le preguntó eso a Klaus. 

—Si solo quisieran tantear la zona, no harían algo tan audaz. El ejército del Reino del Diamante está encabezado por Lotus, un hombre que sabe muy bien lo peligrosos que somos nosotros, o mejor dicho, tú, Asta —respondió Klaus mientras miraba a Lotus.

Probablemente estuviera buscando aprovecharse de la situación.

—¡Debe de haber ordenado a su ejército que nos aplastara contigo...!

—Hmm... Así que... —Asta se detuvo un momento mientras procesaba el análisis de Klaus—. ¡¡Solo tenemos que superar nuestros límites!!

—¡Eso es! —después de terminar su conversación con Asta, Klaus se volvió hacia su otra compañera—: ¡Mimosa! ¡Iré con Asta en mi escoba y lanzaremos un ataque directo contra el enemigo! ¡Antes de eso, lleva a Gris con nuestras fuerzas principales!

—¡De acuerdo!

—¿De acuerdo...? ¡Pero qué dices! ¡Os pondréis en peligro! —Gris interrumpió la conversación mientras se señalaba a sí mismo—. ¡Usadme de señuelo! ¡Aprovechadme para regresar vosotros con las fuerzas principales y ordenar de nuevo la formación!

Esta vez, fue Mimosa quien detuvo a Gris de divagar con una respuesta brusca:

—¿De señuelo...? ¡De ninguna manera! Gris, tu cuerpo aún no...

—¡Ya estoy mejor! ¡Es mi cuerpo, nadie lo conoce más que yo! ¡Te digo que estoy bien, así que estoy bien!

—¡Klaus... es terrible! ¡Debe de haberse golpeado la cabeza! ¡Está diciendo cosas raras!

—¡Ey! Solo te estás haciendo el héroe, ¿no? No lo estás diciendo en serio, ¿¡no!?

La tensión que deberían haber sentido en su situación actual desapareció por completo mientras hablaban entre ellos, pero en ese momento...

—¡Ahora...! ¡Disparad todos a la vez!

Una voz autoritaria resonó por encima de sus cabezas. Llamas explosivas. Vientos feroces. Rayos de relámpagos. Ráfagas de arena. Una inundación de agua. Magia de todo tipo de atributos se disparó al mismo tiempo con toda la fuerza de un desastre natural, tragándose a la mayor parte del ejército del Reino del Diamante.

—¡¡Pero qué...!! —dijo Klaus en estado de shock mientras miraba hacia arriba.

Los encargados de esta vuelta de tuercas fueron un pequeño grupo de cinco que había aparecido detrás de las fuerzas principales. Y el que los dirigía era...

—Ya me lo imaginaba... No hay nada más fácil que cazar una presa.

Era el capitán del Amanecer Dorado, William Vangeance. Acompañado por varias tropas de élite, contemplaba tranquilamente el campo de batalla.

—I-Imposible... ¿¡Por qué ha venido el capitán a una pequeña escaramuza como esta...!? —Klaus susurró aturdido y asombrado. Ciertamente, el estado de la batalla no pintaba bien. Sin embargo, esa no era razón suficiente para que apareciera el propio capitán. ¿¡Sería porque...!?

—Habéis hecho un gran trabajo resistiendo tanto tiempo. Ya hemos llegado, así que está todo controlado.

Mientras Klaus y los demás se debatían entre innumerables preguntas, Vangeance se unió a las fuerzas principales y, como para protegerlos, se interpuso entre ellos y el enemigo.

—Bien, hagamos que nuestros groseros invitados regresen al lugar de donde han venido —dijo mientras una sonrisa tranquila se extendía por su rostro cubierto con una máscara.

Después de eso, fue menos una batalla y más una supresión unilateral de las fuerzas enemigas. El ejército del Reino del Diamante, que había perdido casi la mitad de sus tropas en el primer golpe, se apresuró a retirarse. Sin embargo, el implacable ataque de las fuerzas de élite que trajo Vangeance redujo el número restante a la mitad una vez más. Por otro lado, las fuerzas del Reino del Trébol no sufrieron heridas graves, y mucho menos bajas. Por supuesto, las ciudades tampoco sufrieron daños. Además de eso, se hicieron con algunos prisioneros de guerra. La llegada de solo cinco refuerzos revirtió por completo la terrible situación.

—Vaya, había oído hablar de ellos, pero... Como pensaba, un escuadrón de élite juega en otra liga... Los han superado por completo en un abrir y cerrar de ojos.

—Sí... Esta no es la primera vez que los veo, pero son realmente increíbles —Klaus respondió a las atónitas palabras de Asta con admiración.

—Bueno, todos los miembros más fuertes del Amanecer Dorado son prácticamente monstruos. Si se juntan, es obvio que las cosas terminen así —añadió Gris como si el tema no tuviera nada que ver con él.

♣ ♣ ♣ ♣ ♣

Tras terminar de transportar a los prisioneros de guerra, sin nada más que hacer, los tres se sentaron en unas rocas y hablaron. Mientras, Mimosa seguía corriendo de aquí para allá, curando varias heridas menores. Además, otros miembros del equipo estaban trabajando duro para limpiar los restos del combate, por lo que pasaría algo de tiempo antes de que pudieran regresar a casa.

—Por cierto, el otro plebeyo... Yuno, es candidato a convertirse en un miembro de élite del escuadrón. Después de uno o dos grandes logros más, probablemente se lo concedan.

—¿¡En serio!? ¡Maldita sea, Yuno! ¿¡Cuándo ha llegado tan lejos!? —Asta rechinó los dientes con frustración ante la información que Gris había soltado con tanta indiferencia—. Bueno... ¡Da igual! ¡Yo voy a seguir acumulando logros a mi manera y a apuntar aún más alto! ¡No importa hasta donde llegue, seguro que lo superaré!

—¡Sí, esa es la actitud! Bueno, jaja... Si me preguntas a cuál de los dos apoyo más, me resulta difícil elegir —respondió Klaus con una risita a Asta, quien tenía una sonrisa despreocupada. Gris también esbozó una pequeña sonrisa mientras se giraba hacia Asta.

—¡Un plebeyo de mierda no debería aspirar a tanto!

—¿¡"Un plebeyo de mierda no debería aspirar a tanto"!? —Asta pensó que Gris había abierto su corazón, pero sus repentinas y duras palabras hicieron que las repitiera por inercia.

—Agradezco tu ayuda. Pero los plebeyos sois plebeyos. No podéis estar por encima de la nobleza o la realeza.

—¿Aún estás con eso, Gris...?

Gris sonrió sádicamente a Klaus, quien acababa de intervenir en su conversación.

—Por supuesto. Y ahora que lo mencionas, Mimosa y tú sois demasiado blandos. A todos nos criaron enseñándonos eso como conocimiento común. ¿Cómo podéis anular el conocimiento común solo porque un plebeyo os haya ayudado una o dos veces? —esta vez, Gris volvió su sonrisa sádica hacia Asta—. Además, cuanto más alto subas, más conocerás a tipos que piensan como yo. La gente te criticará cada vez más y te acosarán mucho peor. Además, nadie te protegerá... Ahora que lo sabes, ¿todavía vas a decir quieres aspirar a todo eso, plebeyo?

Había mencionado todo tipo de trabas y dificultades en su discurso, pero Asta parecía completamente imperturbable por todo eso.

—¡Claro que sí! —respondió sin dudarlo ni un momento. Y añadió rápidamente— Hace tiempo que estoy acostumbrado a todo eso, y lo noté en la ceremonia de concesión... —por un momento, Asta puso una expresión de tristeza mientras hablaba, pero al momento siguiente su habitual sonrisa brillante volvió—: ¡Por eso he decidido acumular tantos logros que nadie pueda dudar de mí! A pesar de ser de pueblo, y a pesar de no tener magia, ¡voy a hacer que todos reconozcan que soy capaz de hacer las mismas cosas que el resto!

—Ya...

Es verdad que, al menos conmigo, te has ganado mi reconocimiento. Esas palabras llegaron a la base de la garganta de Gris antes de que las tragara apresuradamente. Incluso con todo lo que se había esforzado Asta, las personas que se negaban a reconocerlo seguirían haciéndolo. Ese era el tipo de personas con las que Asta tendría que tratar en el futuro. Para que entendiera eso, Gris había sentido la necesidad de ser duro con él, pero...

—Bueno... Si tan decidido estás, probablemente no necesites mi ayuda.

—¿Eh? ¿Has dicho algo?

—Nada...

Gris se levantó y comenzó a caminar hacia su escoba.

—¿Eh? ¿Adónde vas?

—A mi casa. A diferencia de ti, tengo cosas que hacer.

Había muchas cosas que necesitaba hacer, como escribir una disculpa formal por sus acciones y recibir sermones de sus superiores.

—¿En serio? Bueno, pues ¡ya nos veremos!

—No, idiota, espero no verte más...

Al menos no hasta que me haga tan fuerte como para pelear mano a mano contigo. Con esos pensamientos en el pecho, Gris subió a su escoba y emprendió el viaje de regreso a casa.

—Oye... Klaus. No es que me importe mucho, pero ¿por qué ese tipo iba tan de sobrado y de superior si no ha hecho nada?

—Yo tampoco lo sé...

Gris los oyó, lo que hizo que casi se cayera de la escoba en el aire.

—¡Ah, Asta, estabais aquí! —justo después de que Gris despegara por segunda vez, Mimosa llamó a Klaus y Asta desde atrás—. Hay alguien que quiere hablar contigo, Asta.

—¿Alguien quiere hablar conmigo...? —cuando Asta se dio la vuelta, vio a...

—Hola, perdón por tardar tanto en presentarme.

—¡¡!!

Era el mismo William Vangeance. Mimosa lo había traído hasta allí. El capitán del Amanecer Dorado estaba allí de pie con una sonrisa.

—¡Q-Qué! ¿¡No me digas que el capitán ha venido para...!?

—Ah, tranquilo. Solo me he pasado a saludar.

Klaus estaba a punto de arrodillarse, pero Vangeance levantó la mano para detenerlo antes de volverse hacia Asta.

—Te llamabas Asta, ¿no? Lamento de verdad que hayas quedado atrapado en una de las batallas de mi escuadrón.

—¡N-No, soy quien debe disculparse, capitán! Yo lo traje hasta aquí. ¡S-Soy el responsable! —Klaus se inclinó con un impulso ridículo, pero Vangeance lo detuvo una vez más.

—No, está bien. Me siento mal por haberte involucrado en todo esto, pero... Bueno, dudo que Yami se enfade por algo así.

—Qué va. Le dará igual —respondió Asta de inmediato.

—Supongo, pero ¿qué quieres, Klaus? Si insistes, ¿quieres que te sancione?

—Ah... No... —Klaus estaba nervioso cuando respondió, un poco sorprendido por las palabras de su capitán. Hasta el capitán suelta bromas como esta..., pensó.

—Además, participar en misiones de combate como esta es, en cierto sentido, el verdadero propósito de la membresía de intercambio. El Ojo de la Noche Blanca nos ha declarado la guerra, y nuestras contiendas con otras naciones continúan intensificándose... En estos tiempos de disturbios, los caballeros mágicos deben convertirse en una fuerza unida, ahora más que nunca.

—...

Cuando escucharon esto, los otros miembros del escuadrón que los rodeaban pusieron una expresión de dolor. Al ver a los demás así, Klaus no pudo evitar encontrar la situación un poco ridícula.

—A modo de prueba para fortalecer nuestra capacidad de cooperación, se ha implementado la membresía de intercambio. Después de hoy, ¿has podido comprender mejor cómo es cooperar en el campo de batalla?

—¡Sí! Así que de eso se trataba... Eso de la membresía de intercambio.

Para Asta, el 80% había sido como un día libre. Y es que Yami solo se había molestado en decirle "Fuera de aquí".

—No obstante, lamento que te hayan puesto en una situación tan peligrosa. Cuando escuché que habías venido, salí de inmediato para protegerte. Me alegro de haber llegado a tiempo... Y además he podido presenciar cómo peleas —la mirada de Vangeance se posó en el grimorio de Asta—. Había oído hablar de ello, pero es realmente increíble. Una espada grande que anula la magia, y eres capaz de blandirla tan libremente... Para muchos magos, bien podrías ser su enemigo natural.

—¡...!

Esto causó un poco de revuelo entre los miembros del escuadrón que estaban escuchando desde la distancia. Eso habían pensado cuando estaban en la sala de entrenamiento básico, pero que su capitán lo dijera en voz alta... Y los elogios de Vangeance los sorprendieron aún más.

—¡A ver qué te parece! Cuando termines la membresía de intercambio, ¿te gustaría pasar por mi despacho a tomar un té? Me gustaría escuchar tu historia si no tengo ninguna misión.

—¡¡!!

El hombre que estaba en la cima del escuadrón más fuerte de los caballeros mágicos... en otras palabras, el hombre que estaba más cerca de convertirse en el próximo Rey Mago, acababa de invitar a un plebeyo de otro escuadrón a su despacho. Las expresiones de cada persona que había escuchado su propuesta cambiaron dramáticamente. Incluso entre los miembros del Amanecer Dorado, muy pocos habían entrado a su despacho. Además de eso, aparte de las presentaciones formales, muchos miembros del equipo ni siquiera habían hablado nunca con Vangeance. Y aun así, ¿¡ese mocoso de pueblo iba a...!?

Notando la conmoción que todos los demás sentían en su pequeño cuerpo, Asta se rascó la cabeza ligeramente.

—Lo siento, pero tengo cosas que hacer después, así que ya nos veremos otro día.

—¡¡¡QUÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉ!!! —fuera de sí, Klaus agarró la cara de Asta con todas sus fuerzas.

—¡Ay! ¿¡Qué te pasa de repente!?

—¡¡Qué te pasa a ti!! ¿¡Cómo rechazas una invitación de nuestro capitán...!? ¿¡Estás loco!?

—Eh, es que... —a diferencia de Klaus, que estaba tan alterado que se puso pálido, Asta simplemente dijo en su tono de voz habitual—: ¿No íbamos a comer los tres juntos después de esto?

—¿Qué...?

Klaus se quedó a cuadros, pero los otros miembros del escuadrón también pensaron lo mismo. Asta había rechazado una invitación del capitán Vangeance porque había prometido comer con otros miembros comunes del escuadrón. Los demás tardaron varios segundos en comprenderlo.

—A ver, disculpe, capitán Vangeance. ¿Le va bien mañana...? Ah, pero mañana voy a Raque... Hmmm, ¿qué hago...?

—¿¡No es obvio!? ¡Olvídate de nuestra comida y ve con el capitán!

—Pero os lo prometí a vosotros antes.

—¡El orden no importa! ¡Una invitación del capitán tiene prioridad absoluta sobre cualquier otra cosa! ¡No creas que puedes seguir actuando como un estudiante inocente siempre!

—¿¡Pero qué te pasa!? ¡Si yo nunca he ido a la escuela!

—Ejem. Quizá sea un poco raro, pero ¿¡qué tal si vamos los cuatro a dar un paseo por la ciudad y comemos unas crepes!?

—¿¡Eso es lo mejor que se te ha ocurrido!? ¡Es más raro que un perro verde!

—Pfft... ¡Jajajajajaja!

Después de que Mimosa entrara en la discusión, Vangeance comenzó a reír a carcajadas. Era la primera vez que Mimosa, Klaus y todos los demás miembros del escuadrón lo veían reír así.

—"Fortalecer nuestra capacidad de cooperación", ¿eh? Ya veo. Es posible que el Rey Mago te enviara a este escuadrón porque predijo que algo como esto sucedería —con esas misteriosas palabras, Vangeance se preparó para irse—. Bueno. Si ya tenías otros planes, no pasa nada. Te invitaré de nuevo la próxima vez que nos veamos.

—¡P-Por favor, espere, capitán! Se lo haré entender, si espera un poco más...

—No, está bien. Divertíos —se volvió hacia Asta y, con una pequeña sonrisa, dijo—: Hasta otra, Asta. Me quedaré con las ganas hasta que puedas aceptar mi invitación.

—¡Sí! ¡Yo también tengo ganas!

Después de que el capitán se fuera, los otros miembros del escuadrón que estaban escuchando se dispersaron rápidamente. Solo quedaron Asta, Klaus y Mimosa, que se quedaron ahí sin saber qué hacer, hasta que finalmente...

—Entonces... Al final, ¿quién paga la comida?

—¿¡Cómo puedes cambiar de tema tan fácilmente...!? —Klaus respondió a Asta y cayó al suelo exhausto.

La tensión que lo había mantenido en pie se rompió, o más bien, en muchos sentidos, su fatiga finalmente llegó a su límite. Asta había priorizado la promesa que había hecho a dos miembros ordinarios del equipo por encima de la invitación de su capitán. Klaus nunca había visto a nadie capaz de tomar una decisión así. Como mínimo, ninguno de los miembros del Amanecer Dorado podría haber ignorado la elección que más habría beneficiado a sus propios intereses.

Sin embargo...

—Pero debo decir que... ¡tenía muchas ganas de ir a comer juntos! La capital está llena de buenos restaurantes, ¿¡verdad!?

Había elegido comer con sus amigos en lugar de tomar el té con un superior. No se centró en lo que más iba a beneficiar a sus intereses, simplemente hizo lo que quería hacer. Por segunda vez, Klaus se dio cuenta de que ese era el tipo de persona que es Asta.

—Sí... Hay muchos buenos restaurantes. Yo invito —dijo Klaus, mientras una sonrisa se formaba espontáneamente en su rostro. Ahora que lo pensaba, esa había sido su intención desde el principio.

—No, hoy has hecho mucho por mí, ¡así que pago yo!

—¡E-Ejem! ¡Se me ha ocurrido una cosa! —mientras Asta hablaba, por alguna razón, Mimosa levantó la mano con entusiasmo y saltó— ¿¡Qué tal si lo dividimos entre los tres!? —se le pusieron las mejillas rojas al decir eso, pero continuó en un tono como de disculpa—: Todos somos miembros de la Orden de los Caballeros Mágicos, así que realmente no me gusta la idea de que me inviten, o de ser tan presuntuosa como para invitar a otros... Así que, hmm... No sé si he sido presuntuosa al curar a los demás... O si he sido evasiva antes con los resultados de vuestra competición.

—Entonces... ¿¡Nos engañaste con los resultados!? —Asta pensó seriamente que alguien la estaba controlando desde la distancia o algo así.

—Es por eso que quiero que dividamos la cuenta en partes iguales, pero... ¡No sé si estáis de acuerdo!

—¡Claro, está bien...! Si quieres, ¡hagámoslo así! ¡Repartamos la cuenta! —dijo Asta con una gran sonrisa mientras jugaba con el cabello de Mimosa.

Esto hizo que el rostro de ella se sonrojara completamente y soltó una risa tímida. Incluso Klaus sonrió un poco mientras los miraba.

¿Por qué le habrían ordenado venir al Amanecer Dorado como parte de la membresía de intercambio? Incluso después de escuchar la explicación de Vangeance, Asta realmente no lo entendía y no tenía idea de si había actuado como esperaban que lo hiciera. Sin embargo, sintió una profunda sensación de orgullo. Aunque eran de escuadrones diferentes, tenía amigos en los caballeros mágicos con quienes compartía vínculos profundos. Quizás el objetivo de la tarea fuera reafirmar eso.

—¡Entonces, vayámonos ya, rápido! —Envuelto en su sensación de satisfacción, Asta corrió hacia la escoba de Klaus, pero...— Ah... No... No he traído la... cartera.

♣ ♣ ♣ ♣ ♣

—¡Ahhh, qué lleno estoy!

Bajo un cielo teñido por el crepúsculo vespertino, Asta caminaba por un sendero cerca de la guarida de los Toros Negros. Asta iba de camino a casa, con una panza un poco más grande de lo habitual. Después de regresar de Kiten, volvió al área de entrenamiento del Amanecer Dorado una vez más y le enseñaron la base. Después de eso, los tres comieron juntos (Mimosa y Klaus lo invitaron). Luego, caminaron por la Capital Real y se separaron cerca de la guarida de los Toros Negros.

En ambas manos sostenía una bolsa de tela generosamente llena de recuerdos que compró para sus compañeros de equipo. Hoy reafirmó lo importantes que eran para él sus compañeros. Es por eso que Asta hizo algo tan fuera de lugar como comprar regalos. No tiene maná, es huérfano y es plebeyo, pero los Toros Negros lo aceptan con mucha naturalidad. Cuando les decía "Ya estoy en casa", ellos le contestaban "Bienvenido". Eran gente cálida. Y quería agradecérselo de alguna manera.

Bueno... Había comprado los regalos con dinero que le pidió prestado a Klaus, pero, de todos modos, cuando Asta finalmente llegó a casa, con los ojos brillantes, sonrió de oreja a oreja. No lo estaba forzando en absoluto. La sonrisa flotó naturalmente en su rostro por sí sola en cuanto llegó.

—Chicos, ya estoy en ca... —con la sonrisa todavía en su rostro, en el momento en que puso su mano en la puerta...

—Capitán Yami, ¿le va bien que le deje su ropa limpia aquí?

—Sí, está bien. En realidad, ¿¡qué diablos!? ¿Ya has terminado? ¡Jajaja! Qué rápido eres.

—¡¡!!

Escuchó una voz con la que estaba muy familiarizado, pero era una voz que no coincidía en absoluto con el lugar en el que se encontraba. En realidad, daba un poco de miedo, así que abrió la puerta para mirar dentro y confirmar lo que estaba escuchando.

—Ah, también vi que el techo estaba roto, así que lo arreglé, ¿le parece bien?

¿¡Yuno...!?

Era el amigo de la infancia de Asta, el genio elegido por el grimorio de cuatro hojas: Yuno.

—¿Qué? Juraría que se me había acabado el alcohol, ¿alguien fue a comprar más?

—Sí, tuve algo de tiempo libre, así que lo compré antes.

—Ah, qué detallista que eres~ ¡Gracias! ¡Estaba a punto de ir a emborracharme con mi escoba!

Yuno estaba charlando con los otros miembros de los Toros Negros en su zona común, como si eso fuera algo cotidiano.

¿¡Por qué...!?

—Ostras, ahora me siento un poco mal. Nos han enviado a un chico muy atento para la membresía de intercambio, mientras que yo les envié a ese mocoso forzudo. Lo siento por el de la máscara dorada rara.

Asta había oído que Yuno también se había ido a hacer la membresía de intercambio hoy, pero pensar que la había hecho en los Toros Negros...

Ahora que lo pensaba...

—¡Oye, Yuno! ¡Oye, Yuno! ¡Lucha conmigo una vez más! ¡Jajaja! ¡Esa magia que usas con Sylph es muy guay! ¡Venga, solo una vez más! ¡Una vez y ya está!

—¡Oye, Luck! ¡No lo acapares solo para ti! ¡Yuno me va a ayudar a tunear mi Crazy Cyclone!

—Lah~ ¡Nooo! ¡¡Mi príncipe salvador de comidas...! No, ¡¡Yuno me prometió que me ayudaría a pensar en ideas para un nuevo menú!!

¡¡Parece que se han hecho muy amigos!!

Al echar un vistazo a ese momento, Asta vio a Luck, Magna y Charmy acudir en masa hacia Yuno y hablarle como si fueran amigos de toda la vida. En ese corto periodo de tiempo, pudo ganarse un rincón en su corazón.

¡Un rincón donde se suponía que debía estar Asta...!

N-No... No debo ponerme celoso. Yo también me hice amigo de Gris, así que... Mientras Asta trataba de calmarse a sí mismo, escuchó a Yami, que estaba sentado en la barra, hablando con Vanessa, que estaba a su lado.

—No sabía si todo esto iba a ir bien, pero este asunto de la membresía de intercambio ha sido sorprendentemente bueno. Si nos envían gente tan útil como él, ¡quiero que lo hagan cada semana!

—Es verdad~ Yo también quiero que Yuno se quede aquí para siempre. Es tan guapo ❤

No tiene maná, es huérfano y es plebeyo, pero los Toros Negros lo aceptan con mucha naturalidad.

—Entonces, ¿tal vez podamos pedir que Asta se quede allí para que Yuno se quede aquí? Hablaré con Vangeance.

—...

Cuando les decía "Ya estoy en casa", ellos le contestaban "Bienvenido".

—...

Mientras los escuchaba hablar, Asta respiró lenta y profundamente. Dejó sus regalos, sacó la gran espada de su grimorio y entonces...

—¡YUUNOOOO, CABRÓN...! ¡¡PELEA CONMIGO AQUÍ Y AHORAAAAAAAA!!

Aceptó plenamente su sentimiento de celos, gritando mientras se disponía a atacar a Yuno.

♣ ♣ ♣ ♣ ♣

—E-Este Asta, llega tarde... Quería enseñarle el traje de baño que me pondré mañana, solo un poco... Aunque no es por nada, ni nada.

En ese mismo momento, Noelle se había recluido en su habitación. Se había probado el traje de baño que quería ponerse para la misión de mañana mientras esperaba con ansias el regreso de Asta, pero...

Bueno, esa es una historia diferente.



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