13/09/2016

WCC - 85



Apurando hasta el último momento para este capítulo... Y es corto, pero pobre del que se queje. Hala, adiós.


-Xeniaxen



Novela original en japonés por: ヘロー天気 (Hero Tennki)
World Customize Creator



Traducido por: Xeniaxen


85

Unos días después de los disturbios en Trent Rietta, la Patrulla del Dios Oscuro, junto con los demás guardias de Fonkrank, habían regresado a sus tareas habituales. La capital, Sanc Adiet, que había estado sumida en el bullicio por su regreso tras el triunfo, comenzaba a recuperar la calma.

Ahora bien, en el círculo de los comerciantes había surgido un problema grave: la cuestión de las bestias mágicas modificadas, que se suponía resuelta con el cierre del laboratorio, había resurgido. En los caminos cercanos a Trent Rietta, empezaron a encontrarse con frecuencia cadáveres devorados de lo que parecían bandidos.

En un principio, pensaron que era obra de las bestias de guerra que el exoficial financiero de Viento Afilado, Izaac, había liberado cuando huyó de Ringwall. Como antiguo alto mando de la organización, él era ahora un fugitivo buscado en varios países por su papel en los disturbios.

Sin embargo, los ataques a caravanas comerciales por parte de manadas de bestias mágicas modificadas no tardaron en multiplicarse en las distintas regiones. Las investigaciones de la Asociación de Comercio y del ejército de Trent Rietta revelaron que había varios grupos de estas criaturas involucrados.

El aumento repentino de los incidentes resultaba preocupante. Siempre que se había dado algún caso, era aislado. Además, por lo general, estas criaturas no se reproducían. Por último, debido a su naturaleza peculiar, solían actuar en solitario en lugar de formar manadas.

Pero las bestias mágicas modificadas se comportaban como los animales salvajes comunes, formando grupos y moviéndose en conjunto. Al no permanecer en un solo lugar y desplazarse de un sitio a otro, el daño se fue extendiendo con el paso del tiempo.

Para hacer frente a esta nueva amenaza que les había dejado la revuelta de la familia Elfidras en su afán por ocupar Trent Rietta, varios países comenzaron a organizar expediciones de exterminio. Para los mercenarios, volvía a ser una época peligrosa pero lucrativa.

Últimamente, se había extendido la idea de que la culpa de todo recaía en los habitantes de Noscentes, ya que habían creado estas criaturas en primer lugar. Como resultado, en Fonkrank comenzaron a perseguir y señalar a las personas de origen noscentino.

Por el contrario, la actitud hacia Trent Rietta era más comprensiva. Como país aliado de Fonkrank, y habiendo sufrido los estragos de Viento Afilado y sus bestias de guerra, apenas se escuchaban voces críticas en su contra.

Así, los antiguos habitantes de Noscentes, cuyo país había sido destruido y ya no contaban con apoyo, se encontraban en una situación cada vez más precaria.


—¡Eh, vosotros! ¡No podéis vender aquí!

—¿Cómo? ¡Aquí puede montar un puesto quien quiera, es una zona de libre comercio! No tenéis derecho a echarnos.

Unos cuantos hombres, aparentemente lugareños, estaban acorralando a una pareja joven de vendedores ambulantes, exigiéndoles que recogieran sus cosas. Últimamente, en el mercado callejero del distrito de clase baja de Sanc Adiet se veían escenas como esta con cierta frecuencia.

—¡Nos estamos quedando sin mercancías por culpa de las bestias mágicas que creasteis!

—¡Nosotros no tenemos nada que ver con eso!

Los locales querían expulsar y ocupar los puestos de venta de los inmigrantes procedentes de la antigua Noscentes. Cansados del abuso, estos empezaban a plantarles cara, y cada vez eran más comunes los altercados violentos.

Además, el hecho de que los guardias divinos encargados de patrullar la zona no mostraran demasiado interés en frenar estas injusticias no hacía más que aumentar la tensión.

El joven se mantuvo firme, sin dar un solo paso atrás, protegiendo a su compañera, que miraba la escena con temor. El grupo de alborotadores seguía presionándolos cuando, de repente...

—Me llevo este anillo.

—¿Eh? Ah, sí, son tres monedas de cristal verdes.

Un hombre, ajeno o no a la tensión del momento, se acercó y compró una de las piezas de bisutería expuestas.

—Oye, tío, ¿qué haces comprando...?

Los agresores se quedaron paralizados al ver la identidad del cliente. De cabello negro, vestido con el uniforme negro de la guardia de palacio, este les dirigió una mirada mientras pagaba.

—Tú... ¿eres de la Patrulla del Dios Oscuro...?

—Soy Yuusuke, el capitán. ¿Hay algún problema con que compre aquí?

El nombre del héroe de Fonkrank que, según los rumores (bastante exagerados), había derrotado a cientos de soldados él solo, se había convertido en un símbolo de pavor para algunos. Para los ciudadanos de bien, era una figura en la que confiar. Para los maleantes, una auténtica pesadilla.

Los curiosos que observaban la escena lanzaron algunos comentarios discretos, como si esperaran algo. Aunque parecían apoyar al grupo de matones, lo cierto es que lo único que querían era verlos provocar al capitán y recibir su merecido.

En ese momento, al notar la presencia de Yuusuke, varios guardias que patrullaban la zona acudieron apresuradamente y procedieron a arrestar a los alborotadores por obstaculizar el comercio.

—Haced vuestro trabajo como es debido.

—L-Lo sentimos mucho...

Yuusuke lanzó una mirada penetrante a los guardias, dejando claro que se habían hecho los ciegos ante el problema. Mentalmente, tomó nota de que debía informar a Violet sobre la necesidad de endurecer la disciplina entre los encargados del orden público.

Los dos vendedores inclinaron la cabeza en señal de agradecimiento, pero en sus rostros rígidos se reflejaba una mezcla de emociones difíciles de descifrar.

Los inmigrantes de Noscentes no terminaban de confiar en la Patrulla del Dios Oscuro. Esto se debía en parte a los rumores que circulaban con insistencia por las calles de Sanc Adiet: «El capitán de la Patrulla del Dios Oscuro tiene favoritismo por los desvalidos», «Dicen que se trae algo entre manos con Gazetta»... Incluso había teorías más extremas, como que la caída de Patricia del Norte, la antigua capital de Noscentes, había sido en realidad orquestada por el propio capitán oscuro, que había dirigido a la unidad infiltrada de Gazetta.

No obstante, esas habladurías se limitaban a conversaciones privadas en las tabernas. En público, nadie se atrevía a cuestionar abiertamente a la Patrulla del Dios Oscuro.

—Bueno, será mejor que vaya a comprobar cómo va el nuevo motor.

Mientras imbuía el anillo barato que acababa de comprar con un efecto de amplificación de habilidades divinas, Yuusuke se dirigió a la tienda de Sorzak.


En el palacio subterráneo de Kofta, la primera capital de Blue Garden, la Reina Rishause repasaba la carta que había escrito al Rey Shinja de Gazetta. Había trasladado allí su residencia real desde el santuario de Zeshnar, y ahora meditaba sobre sus futuras políticas y estrategias.

Desde que había obtenido la Reliquia de Zeshnar, creada por Yuusuke, había aprovechado al máximo sus beneficios. Gracias a sus efectos secundarios, que eliminaban la fatiga, podía concentrarse en sus estudios de la mañana a la noche durante varios días seguidos. A pesar de las constantes súplicas de sus dos damas de compañía gemelas para que descansara, ella dedicaba cada instante a la administración del reino y al aprendizaje, salvo por las necesidades básicas como la alimentación y otras funciones biológicas.

En ese tiempo, había adquirido un conocimiento suficiente para compensar los años en los que había estado relegada. Enviaba cartas a Shinja recurrentemente, instándolo a unirse al ideal de su difunto padre: el proyecto de la Confederación de los Cinco Clanes, donde los cuatro grupos de usuarios de habilidades divinas y los desvalidos convivieran en igualdad.

Ya había informado al Rey Esvobus, de Fonkrank, en la reunión celebrada en la Fortaleza Deernorth. Como monarca que aspiraba a la estabilidad y la paz mundial, él lo veía con buenos ojos. Por su parte, el Rey Cliffzah, de Trent Rietta, no tenía un apego particular por la Fe en los Cuatro Grandes Dioses ni por el sistema de castas, lo que lo convertía en un aliado potencial.

Para llevar a cabo la Confederación de los Cinco Clanes, la influencia de la Fe en los Cuatro Grandes Dioses en Fonkrank exigía una pronta explicación pública a sus ciudadanos. Sin embargo, en Trent Rietta era probable que hubiera menos oposición.

Ahora que Noscentes, el mayor obstáculo, había desaparecido, si el Rey Shinja aceptaba la propuesta, los cuatro grandes países podrían coordinarse sin problemas para hacerla realidad.

—Así está bien... Shinja ha empezado a responder a mis cartas. Seguro que lo entenderá.

Tras cerrar la misiva y sellarla con su emblema, Rishause la envió de inmediato mediante una paloma mensajera a Patricia del Norte, la actual capital de Gazetta.


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En la planta más alta de la Torre Central de Patricia del Norte, en el antiguo Consejo Divino, una pequeña figura recorría los jardines colgantes que se extendían a su alrededor. Era Ayuukas, la chamana de la aldea de Gazetta, que había heredado el milagro de un antiguo Dios Oscuro y llevaba tres mil años viva.

Pasear por estos jardines cada mañana, tarde y noche se había convertido en su rutina diaria. Dado que la mayoría de las palomas mensajeras provenientes de Blue Garden solían descender en este lugar, últimamente ella se había encargado de entregar personalmente las cartas de la Reina Rishause al Rey Shinja.


—Te ha llegado una carta de amor de Risha.

—Dirás una carta formal.

—Viene a ser lo mismo.

—...

Ayuukas se alejó riendo a carcajadas para continuar con su paseo. Shinja la vio marcharse con un suspiro y luego rompió el sello de la carta, que llevaba el emblema de Rishause.

El contenido era el de siempre: la propuesta para hacer realidad el proyecto de la Confederación de los Cinco Clanes, además de noticias sobre su situación personal y sus opiniones sobre el estado del mundo.

A veces Shinja respondía y otras no, pero siempre evitaba dar una contestación clara sobre lo de los Cinco Clanes. Como resultado, la correspondencia entre ambos se había ido inclinando más hacia temas triviales, hasta el punto de que incluso él empezaba a sentir que aquello se parecía demasiado a una relación epistolar.




—La Confederación de los Cinco Clanes...

Hasta ahora, los usuarios de artes divinas dentro de Gazetta habían sido una minoría discreta, lo que les había permitido ser aceptados como iguales por el pueblo blanco. Sin embargo, con la llegada de los antiguos habitantes de Noscentes, tanto los desvalidos como los usuarios caminaban ahora hombro con hombro con total naturalidad. Si bien existía cierta fricción y desconcierto entre los autóctonos y los recién llegados, no era un problema de gravedad.

Shinja mismo, tras sus viajes por diversos países en busca del Dios Oscuro y su contacto con otros usuarios de artes divinas, había cambiado su perspectiva: al final, no eran más que personas moldeadas por el entorno en el que habían nacido. Por eso, hasta cierto punto, empezaba a considerar que la propuesta de Rishause no era una mala idea.

—¿El orgullo del clan blanco o una nueva era...?

Hasta ahora, Gazetta había avanzado implacablemente con la restauración del Imperio del Clan Blanco por bandera. Un cambio de rumbo tan drástico hacia la reconciliación podría sacudir los cimientos de la nación.

Y fue entonces cuando Shinja se dio cuenta de que estaba reflexionando bajo la premisa de aceptar la propuesta de Rishause.

—Y, para colmo... ¿por qué siento esta ansiedad?

Se burló de sí mismo al darse cuenta de que, después de todo, había llegado a conocer el miedo a perder algo. Mientras tanto, con la mirada fija en el incierto horizonte de esta nueva era, Shinja sentía con claridad que se encontraba en una encrucijada crucial para el futuro de su nación.



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