20/04/2025

WCC - 99




Iré publicando capítulos a medida que los tenga listos. No habrá un día en la semana concreto de publicación. Y cuando acabe los 5 tomos, prepararé los PDF.


-Xeniaxen



Novela original en japonés por: ヘロー天気 (Hero Tennki)
World Customize Creator



Traducido por: Xeniaxen


99

Los materiales siguieron llegando uno tras otro y, una vez acumulada la cantidad suficiente para cubrir todo el terreno, Yuusuke empezó a colocar el pavimento de piedra. Aunque se trataba de una "obra", en realidad no hacía falta más que cargar los datos del ítem de mapa previamente diseñados y usar como materia prima la piedra apilada en el almacén para reflejarlo en el lugar destinado a la construcción.

—¡Ejecutar!

Pulsó el botón y, al instante, un resplandor comenzó a extenderse por la zona. Al mismo tiempo, las montañas de piedra en el almacén de materiales se desvanecieron envueltas en luz. En la orilla del lago, cubierta de penumbra, se desplegó una luminosa llanura, un espectáculo tan mágico que dejó a todos los presentes completamente fascinados.

Tras unos momentos, las partículas de luz se dispersaron y, en su lugar, se extendió un suelo adoquinado a gran escala. Como aún no había edificios, se podía ver de un extremo al otro: la amplia avenida que cruzaba el centro de la ciudad, la plaza con su fuente, los muelles bordeados de pequeños promontorios, y el futuro distrito residencial con sus calles entrecruzadas.

Antes de levantar los edificios, la zona seguía restringida para comprobar los detalles más finos. Yuusuke, acompañado de Ayuukas, paseó por la nueva ciudad, caminando por sus calles para hacerse una idea del ambiente. Iba ajustando pequeños detalles, como colocar bancos en plazas y avenidas para los descansos.

Aunque Ayuukas solo podía visualizar los datos del mapa y no modificarlo por sí misma, el simple hecho de que pudiera acceder a su propio menú de personalización y colaborar ya mejoraba bastante la eficiencia del trabajo.

—Oh... ¡Esto sí que es digno de admiración! —farfulló Ayuukas al ver de cerca los elegantes bancos con forjados de diseño francés o la fuente en la plaza.

—Gracias. A este nivel, para mí es pan comido —respondió Yuusuke con una sonrisa.

En ese momento, vestida con su uniforme blanco de asistente, Sun apareció corriendo hacia ellos agitando una mano.

—¡Yuusuke, Ayuukas! ¡El desayuno ya está listo!

—Bien. Vamos.

—¡Oooh! ¡A comer!

Literalmente, aquello fue "pan comido".


Cuando el almacén de materiales quedó vacío, pero pronto volvió a llenarse con nuevas pilas de piedra, comenzaron a aparecer aquí y allá comerciantes ambulantes y mercaderes de paso, atraídos por la noticia de la construcción del puerto de Gazetta. El terreno destinado a la ciudad, ahora cubierto por un extenso pavimento de piedra, empezaba a mostrar signos de vida.

Una vez completado el puerto, los edificios serían ocupados en primer lugar por los comerciantes de Gazetta. Sin embargo, algunos mercaderes de países vecinos como Trent Rietta o Fonkrank, que se habían adelantado para inspeccionar el lugar, ya se acercaban a negociar, pidiendo permiso para instalar sus tiendas o establecerse si quedaban edificios vacíos o terrenos sin usar.

No obstante, como se estaba planeando establecer una sucursal de la Asociación de Comercio en la ciudad portuaria de Gazetta, se les comunicó que debían esperar a que comenzara oficialmente su actividad y realizar allí los trámites correspondientes.

—En Sanc Adiet parece que ya se ha corrido la voz de que el capitán está construyendo un puerto por aquí —informó Vermeer.

—Sí, y parece que la Asociación de Comercio se está moviendo también. Los que están montando tenderetes al borde del camino, cerca del terreno, quieren adelantarse al resto —añadió Hinke.

—Ya veo. ¿Y se sabe algo del grupo ese? —les preguntó Yuusuke, cambiando de tema.

—De momento no ha habido ningún movimiento, por lo que nos han dicho.

En lo relativo a la protección de los allegados a la residencia de Yuusuke, se habían asignado guardias de las unidades de los miembros. Si ocurría algo, Violet se movilizaría de inmediato. Lo habían dispuesto todo para recibir notificaciones en caso necesario.

Hasta ahora, no parecía haber señales de que la facción fuera a moverse contra el apoyo que estaban brindando en la construcción del puerto.

—Parece que también se está reuniendo un buen número de comerciantes en el puerto de la orilla opuesta.

—Hmm... Entonces podríamos habilitar el puerto aunque sea parcialmente, ¿no? Así podríamos reanudar el comercio de inmediato.

—Oh, ¿una apertura parcial de los muelles? Podría ser una buena idea. Como representante de Gazetta, la apoyo —intervino Ayuukas.

—Pero no tenemos suficientes barcos. Solo hay unos pequeños, de esos para cruzar el río, ¿no? —señaló Hinke.

Tanto la cantidad como el tamaño de los barcos disponibles en el puerto de Fonkrank eran insuficientes para transportar mercancías o personas en grandes cantidades.

—Ah, es verdad, no lo había pensado. Entonces, vamos a construir un par de barcos más grandes.

—Dicho por el capitán, suena terriblemente fácil... —musitó Vermeer.

—Aunque, en su caso... probablemente lo sea —asintió Hinke, medio resignado.

Yuusuke lo había dicho de forma tan casual que no podían evitar sentirse un poco perplejos.

—Entonces, yo también echaré una mano —dijo Ayuukas con decisión.

Los días ya empezaban a alargarse con la llegada de una nueva estación. Después de desayunar, Yuusuke se dirigió al bosque cercano para recolectar madera, acompañado como de costumbre por Sun, que ya se había convertido en una presencia natural a su lado; por Ayuukas, que estaba muy motivada por aprender a usar las funciones de personalización; y por Sorzak.



Catorce días después de que la Patrulla del Dios Oscuro comenzara a apoyar la construcción de la ciudad portuaria de Gazetta...

Yuusuke equipó dos grandes balsas de transporte con funciones de propulsión automática mediante el sistema de trucos, y las habilitó como barcos mercantiles. Con ellas, abrió parcialmente el puerto de la nueva ciudad a un reducido grupo de comerciantes, iniciando así un intercambio directo con el puerto de Fonkrank. Aunque aún no había edificios en el puerto y todo seguía siendo un terreno llano, el comercio ya comenzaba a fluir. En particular, se dio prioridad al manejo de productos farmacéuticos de Gazetta, cuya distribución se encontraba bastante estancada.

Cuando llegaron al puerto de Gazetta cerámica y artículos metálicos duraderos procedentes de Fonkrank (bienes escasos en la región), estos fueron intercambiados por materias primas como arcilla de buena calidad y hierro, que eran enviadas de vuelta al puerto de Fonkrank.

Los comerciantes, impresionados por las misteriosas embarcaciones que avanzaban sin velas ni remos, comenzaron de inmediato a enviar solicitudes a través de la Asociación de Comercio: querían encargos de barcos o permiso para venderlos en sus tiendas. Sin embargo, Yuusuke rechazó todas esas peticiones, declarando que no tenía intención de construir más barcos mercantiles por el momento. La construcción naval era, en sí misma, una industria capaz de proporcionar empleo a mucha gente, y un componente esencial para el desarrollo económico de la ciudad.

—No puedo permitirme aplastar esta valiosa demanda con mis propios poderes.

—Tus ideas llegan muy lejos. Es admirable —comentó Ayuukas, mientras tallaba figuritas de barcos con ramas, a modo de juego.

Solo con observar una vez cómo Yuusuke fabricaba los barcos mercantiles, Ayuukas ya había aprendido a usar algunas funciones del sistema de personalización y los trucos, para alterar la forma de objetos.

—Así que al final has aprendido a usar eso también, ¿eh?

—Ju, ju, ju... No te preocupes. Después de todo, sin estar cerca de ti, no puedo utilizar el poder.

Cuando llegó la primera caravana comercial a Sanc Adiet desde Gazetta, terminaron de reunir todos los materiales necesarios para la construcción del puerto. Una vez que se alzaron los distintos edificios y la ciudad se completó, los comerciantes se trasladaron en masa y la llenaron de vida, al igual que el en Fonkrank, inundando ambos lados de gente y mercancías.

Los productos para exportación, acumulados en ambos países durante la larga paralización del comercio, se volcaron de golpe en el mercado. Así, la red comercial, que estaba al borde del colapso, volvió a cobrar vida con una fuerza arrolladora.

(Xeniaxen: Ahora solo falta que las bestias mágicas muten y se adapten al agua para que les jodan el chiringuito otra vez. No es spoiler, no he leído los cuatro capítulos que quedan del Tomo 5. Pero me lo huelo...)

Después de presenciar el arranque oficial del comercio directo entre ambas naciones, la Patrulla del Dios Oscuro se dirigió temporalmente hacia Patricia del Norte. Era necesario realizar, aunque fuera de forma protocolaria, una audiencia en el palacio real de Gazetta con el Rey Shinja. Al fin y al cabo, un embajador de buena voluntad no podía simplemente regresar a su país sin haber visitado siquiera la capital del otro. Una vez finalizada la audiencia, el grupo tenía previsto regresar inmediatamente.



Alojaron a la Patrulla del Dios Oscuro en una de las habitaciones más lujosas reservadas para invitados. Permanecerían en Patricia del Norte hasta el día siguiente o, como mucho, el siguiente, a la espera de que el Rey Shinja regresara del frente.

—Mmm... Ahora que hemos venido hasta aquí, quizá habría estado bien traer también a Raaz —murmuró Yuusuke.

El carruaje en el que viajaban, rumbo al distrito noble, se balanceaba suavemente. Pensaba que podría haber sido bonito mostrarle su tierra natal, que ya no era una jaula para ella.

—Si los Cuatro Grandes Reinos acaban llevándose bien, seguro que habrá otra ocasión para venir —le respondió Sun, sonriente, mientras observaba todo a su alrededor con ojos llenos de curiosidad, maravillada por su primera visita a Patricia del Norte.

Yuusuke le devolvió la sonrisa. Tenía razón.

—Ahh... —suspiró Hinke—. Hace mucho que no veo a Ludmila y Zhaila. ¿Estarán bien?

—Vamos a volver enseguida, ¿eh? Ni se te ocurra irte por ahí de paseo —le advirtió Vermeer, al ver que parecía estar planeando alguna escapada por la ciudad.

—La vez anterior solo pudimos llegar hasta el distrito noble, pero parece que la audiencia esta vez se celebrará en la sala de juntas del Consejo Divino.

—¡Una construcción de hace más de dos mil años! Esta ciudad ya es impresionante de por sí, pero el jardín suspendido de la Torre Central, considerada un legado de la civilización antigua... es fascinante —comentó Zhahid, intrigado por un lugar que ni siquiera la realeza podía pisar en la época de la antigua Noscentes.

Sorzak tampoco pudo ocultar su emoción por la posibilidad de entrar en la Torre Central. Zaisha e Hisotta, en cambio, parecían más preocupadas por saber si la tienda de cosméticos que visitaron la última vez seguía abierta.



—Bueno, aún es pronto para cenar, ¿no? ¿Qué os parece si vamos a ver el jardín suspendido? ¿Queréis que os guíe? —propuso Ayuukas, mientras todos estaban reunidos y relajados en el salón.

—¡Sí, por favor! —Sorzak reaccionó el primero—. Y, si fuera posible, ¡también nos gustaría ver el tesoro oculto de la sala de juntas del Consejo Divino, el Quevedo Divino!

—¡Ohh! Veo que sabéis bastante. Bueno, tratándose de vosotros, no hay problema.

Se refería a un artefacto que proyectaba en tiempo real la vista aérea de los alrededores de Patricia del Norte. Por lo visto, lo había creado un dios oscuro que descendió a Kaltcio y sirvió al antiguo reino de Noscentes en su momento.

El grupo subió a uno de los carruajes de transporte interno del castillo y se dirigió a la Torre Central, guiados por Ayuukas. Durante la era de la antigua Noscentes, el puente levadizo solía mantenerse alzado casi permanentemente, pero ahora los cuatro puentes estaban siempre bajados.

Tras cruzar uno de ellos, entraron primero en el tercer nivel, donde se encontraban los dormitorios y los establos de los caballos. Desde allí, recorrieron en carruaje la rampa que ascendía hasta el cuarto piso, y a partir del quinto, donde estaban los alojamientos de los funcionarios y diversas salas de reuniones, continuaron a pie. Hacia el sexto y último piso había una única escalera.

—Subiendo por aquí está el jardín suspendido. Y ese edificio que se ve más allá es la antigua sala de juntas del Consejo Divino.

Comenzaron a subir una escalera bastante más estrecha que las del resto de pisos. Cuando estaban más o menos a mitad de camino, Ayuukas se detuvo de repente.

—¿Qué pasa?

—Uff... Subir todo de una vez es agotador, como me temía... —Suspirando, la chamana se sentó a descansar y miró a Yuusuke—. Estoy muy cansada...

—Vale, vale....

Este entendió perfectamente que lo que quería era que la llevara en brazos, y se agachó con resignación. Ella le dedicó una sonrisa satisfecha. No tenía la fuerza suficiente como para cargarla en un brazo como hacía Shinja, pero sí podía llevarla en brazos escaleras arriba (aunque fuera una niña algo crecidita de tres mil cinco años).

—Que te lleven así... Da igual los años que pasen, siempre sienta bien.

—Ya, ya...

Mientras la recolocaba en sus brazos, Yuusuke se sacó del bolsillo el anillo de fuerza y se lo puso. Los efectos especiales del uniforme estaban pensados principalmente para la defensa y las funciones vitales, así que llevaba el anillo encima precisamente para momentos puntuales en los que necesitaba hacer un esfuerzo físico extra.

Por su parte, gracias a su experiencia, Ayuukas había perfeccionado la técnica de ir en brazos de alguien: el ángulo ideal del cuerpo, cómo colocar los brazos, la presión exacta... Había convertido el ser transportada en un arte. Incluso si la persona que la cogía no tenía experiencia, ella sola podía guiarlo y hacer que pareciera que lo tenía más que dominado. Así, quien la llevara acababa proyectando a los demás una imagen de total familiaridad y soltura.

—Tiene pinta de padre llevando a su hija grandullona, ¿eh, capitán? —comentó Hinke al ver la estampa de Yuusuke de espaldas.

—Ahora entiendo cómo se siente Shinja...

—Bueno, ¿quién sabe? Igual dentro de poco vemos una escena similar de verdad, ¿no?

—No tengo intención de tener hijos a corto plazo. Creo...

Ese comentario entre Vermeer y Yuusuke puso tensa a Sun... y también, por alguna razón, a Hisotta. A su lado, Zaisha se llevó la mano a la frente y soltó un suspiro como si le acabara de entrar un dolor de cabeza. Aun en mitad de un majestuoso castillo antiguo, la Patrulla del Dios Oscuro mantenía su ambiente de siempre, mientras por fin llegaban al último piso de la Torre Central: el jardín suspendido.



Una extensa llanura verde cubierta de flores de todos los colores se abrió ante sus ojos. Por un momento, todos contuvieron la respiración ante el paisaje, tan deslumbrante que hacía olvidar que estaban en lo alto de una torre altísima.

—Qué pasada...

—Je, je. Todos se sorprenden la primera vez que vienen. Mirad —Ayuukas señaló hacia un edificio de forma abovedada, de tono blanquecino, que se alzaba en medio del jardín suspendido—, ese edificio redondo de allí es la sala de juntas.

Para Yuusuke no resultaba especialmente llamativo, pero Sorzak estaba visiblemente emocionado ante aquella estructura tan peculiar y poco común en este mundo.

Hasta allí se extendía un estrecho camino, seguramente formado por el paso continuo de la gente.

—Es por aquí.

Al entrar en el edificio, se encontraron con un espacio diáfano de techo altísimo, donde se alzaba una enorme columna en el centro. Alrededor de ella serpenteaba una escalera de caracol que llevaba a una especie de altillo a la altura de un segundo piso. A lo largo de las paredes interiores, había estanterías y escritorios.

—No se ve ni una sola junta... Si quisieran construir algo así con artes terrestres... —completamente fascinado por la estructura del lugar, Sorzak no paraba de comentarlo todo con detalle.

—Bueno, los edificios que construye el capitán tampoco tienen juntas —musitó Hinke con naturalidad. En realidad solía fijarse en los detalles más de lo que parecía.

Ese comentario hizo que todos asintieran.

Cuando subieron al altillo, se toparon con una gran mesa redonda, algo maltratada por el tiempo. Su superficie tenía un tenue brillo opaco. En el centro había algo parecido a una gran bandeja.

—Eso es el Quevedo Divino.

—¡Oooh! ¡Así que es esto...!

Sorzak se inclinó para mirar. En su interior aparecía proyectado el paisaje alrededor de Patricia del Norte, con la ciudad en el centro. Se veían incluso las puertas de la ciudad conectadas a las carreteras, con gente moviéndose a pie o en carruajes.

—Es impresionante... ¡Es una vista de pájaro real de la ciudad!

Todos en la patrulla se preguntaron cómo funcionaría aquel artefacto. Yuusuke tuvo una idea y le preguntó a Ayuukas:

—¿Funciona con algún satélite que le devuelve la señal?

—¿Eh...? No sé qué es eso del satélite, pero es cierto que Serakani lanzó al cielo una especie de masa de poder que actuaba como punto de vista.

—¿Serakani?

—Es el nombre del dios oscuro que creó este artefacto.

Yuusuke asintió, comprendiendo. «Así que al final es como un satélite espía», pensó. Los miembros de la patrulla, al oír esa conversación entre Yuusuke y Ayuukas, se sorprendieron tanto por la existencia de un dios oscuro de la antigüedad como por el hecho de que Yuusuke hubiera preguntado por el funcionamiento del artefacto... y que Ayuukas lo hubiera confirmado sin más.

—C-Capitán, ¿sabe cómo funciona esto? —preguntó Zaisha.

—No me diga que... ¿Sería capaz de construir algo parecido...? —quiso saber Vermeer.

—No, no, ni de broma. —Mientras respondía, Yuusuke abrió por costumbre el menú de personalización—. Solo conozco aparatos que se le parecen, eso es todo. Y tampoco es que entienda a fondo cómo están construidos, ni cómo funcionan.

(Xeniaxen: Ha sabido crear el motor de un coche. Seguro que con algo de investigación lo acabaría sacando.)

Enseguida, una ventana mostró los diversos parámetros que componían el Quevedo Divino. Su estructura no era como la de un aparato electrónico compuesto por placas de circuito, sino que estaba formado por cubos decorados con patrones geométricos, ensamblados entre sí de manera misteriosa. Pensó que quizás, en lugar de electricidad, funcionaba con algún tipo de energía parecida a las artes divinas.

—¿Hmm?

Mientras recorría con la vista el interior del Quevedo Divino, Yuusuke se detuvo al llegar a un gran cubo en el centro, que parecía claramente el núcleo del mecanismo. Sintió algo extraño y, al hacer zoom en una zona que parecía una losa de piedra, encontró unos símbolos similares a jeroglíficos, como si fueran conjuros.

—¿Qué pasa? ¿Has visto algo que te llame la atención? —Ayuukas se asomó sin más a la pantalla de personalización de Yuusuke.

«¡Ah, es verdad, que esta puede verlo!», pensó Yuusuke, entrando en pánico por haber estado mirando la estructura del artefacto sin permiso. Quiso cerrar la ventana al instante, pero Ayuukas lo detuvo.

—Espera un momento. Aquí hay algo escrito. Hace mucho vi unos caracteres parecidos...

—¿Son letras?

Ayuukas empezó a descifrarlas mientras rebuscaba en sus recuerdos.

En ese lugar, solo Yuusuke y Ayuukas podían ver la pantalla del menú de personalización. Desde fuera, parecía que ambos estaban mirando fijamente al aire mientras murmuraban. Pero los miembros de la Patrulla del Dios Oscuro ya estaban acostumbrados y se limitaron a observar la escena en silencio, sin molestar.

Pasado un rato, Ayuukas soltó una risilla nostálgica y murmuró con ternura:

—Je, je... Ese bribón...

—¿Ha descubierto algo?

—Sí. En cierto modo, esto es un mensaje para ti.

—¿Para mí?

Según ella, los caracteres grabados en el núcleo del Quevedo Divino eran un mensaje que el dios oscuro Serakani, creador del artefacto, había dejado para otro dios oscuro que descendiera en una era futura.

Serakani poseía una habilidad de tipo productivo, distinta del [Customize Create] de Yuusuke. Participó activamente en la ampliación y remodelación de la Torre Central y en la creación de numerosos dispositivos. El Consejo Divino de Noscentes, que transmitía de generación en generación el conocimiento sobre los dioses oscuros y su papel, lo puso al servicio del desarrollo del país.

En aquel entonces, Ayuukas vivía escondida en la cordillera del sur con el clan blanco exiliado. No obstante, visitaba a menudo Patricia del Norte, infiltrándose por los pasadizos secretos. Robaba tesoros de las cámaras y ayudaba a financiar el reino de Gazetta.

Después de todo, aunque cayera en una trampa y acabara empalada, o la alcanzaran con flechas, o incluso la cortaran en dos, siempre resucitaba al instante y desaparecía. Y si la capturaban, escapaba fácilmente usando seducción o técnicas de asesinato.

Cada vez que lo hacía, se hacía con algunos de los valiosos tesoros de Patricia del Norte. De hecho, las sucesivas generaciones del Consejo Divino fueron cerrando los pasadizos ocultos con sumo cuidado sobre todo... para mantener a Ayuukas alejada.

Fuera como fuere, el contenido del mensaje de Serakani era el siguiente:

«La voluntad del dios que te ha invocado aquí... depende de tu propia voluntad y decisiones. Haz lo que quieras y vive como te apetezca. Eso será lo correcto.»

Ese era el mensaje...

—...

Yuusuke reflexionó sobre aquellas palabras. El antiguo dios oscuro que las había dejado probablemente había vivido en circunstancias mucho más duras que las suyas. Ese mensaje decía: eres libre de vivir como quieras. Suponía que uno debía pensar por sí mismo, tomar sus propias decisiones, y actuar según su propio criterio.

«Ahora que lo pienso... Creo que Sun me dijo algo parecido en su momento...»

Esta visita a Gazetta había sido una decisión firme, un gran paso fuera del estilo de vida más bien de seguir la corriente que había llevado hasta ahora. Al recordar eso, Yuusuke sintió que el haber encontrado este mensaje justo hoy, en ese lugar, era más que una simple casualidad: era una especie de capricho del destino.

Además, según Ayuukas, junto al mensaje también había una sarta de insultos y una especie de carta de amor dirigida a ella. Esa era la parte que le había hecho reír.

—De verdad... Podía haber dejado solo el mensaje para el dios oscuro del futuro... ¿Qué necesidad tenía de escribir semejante cosa dentro de uno de los mayores inventos de la historia?

Mientras decía eso con una sonrisa, el rostro de Ayuukas irradiaba una calidez entrañable.


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Al salir de la sala de juntas del Consejo Divino, el grupo caminó un poco por el jardín suspendido. Allí había unos cuantos asientos improvisados, formados simplemente por pilares de piedra rectangulares dispuestos al azar. Expuestos durante años a la lluvia y al viento, mostraban signos evidentes de desgaste. Ayuukas se sentó en uno de ellos y comenzó a hablar.

—Solíamos charlar mucho por aquí. Serakani era un dios oscuro semi-bestia, ¿sabes?

Tenía el cuerpo cubierto por un pelaje gris azulado y una cabeza parecida a la de un perro, un hombre enorme. Pero, según decía, detrás de su aspecto feroz se escondía un joven amable.

Al ver a Ayuukas hablando de él con las flores de mil colores como telón de fondo,Yuusuke recordó de pronto una imagen concreta.

—Ah... ¿Podría ser que... aquel dibujo que venía entre las cartas oficiales...?

—¡Uhh...! Qué perspicaz. Sí, éramos Serakani y yo.

Al parecer, había empezado a dibujar por recomendación del propio Serakani. Aun así, dijo que por más que lo intentaba, no lograba mejorar en eso de la pintura, desviando la mirada con un gesto ligeramente avergonzado. Parecía una niña, pero era la chamana del clan blanco y tenía más de tres mil años.

Serakani solía pillar a Ayuukas cuando se colaba en el edificio, guiándose por su olfato. En vez de delatarla, hablaba con ella y la ayudaba a ocultarse en secreto. Muchas veces le contaba historias sobre su tierra natal.




—¿Su tierra natal, eh...? —murmuró Yuusuke, casi para sí mismo.

Ante sus palabras, Sun y el resto de los miembros de la Patrulla del Dios Oscuro lo miraron con cierta inquietud. Al notarlo, Ayuukas intervino por ellos para plantear la pregunta que todos evitaban hacer directamente.

—¿Tú... deseas volver al lugar donde naciste y creciste?

—¿A mi mundo original?

Yuusuke alzó la vista al cielo y adoptó un aire pensativo antes de responder. Comenzó a hablar del momento en que despertó por primera vez en ese mundo. En lo más profundo de su ser, ya entonces sentía una extraña aceptación hacia el hecho de estar allí.

—No sé si todos los dioses oscuros invocados aquí sintieron lo mismo, pero en mi caso... simplemente lo acepté. Y no es que por eso no quiera volver, pero... no lo deseo tanto, la verdad.

Incluso si existiera una manera de regresar, ahora tenía muchas razones para quedarse y seguir viviendo en Kaltcio. Al decirlo, Yuusuke dirigió la mirada a Sun y a los demás miembros de la patrulla. Con aquellas palabras sinceras, les transmitió su sentir y logró tranquilizar a sus compañeros.



Tras disfrutar del jardín suspendido, Yuusuke y los miembros de la Patrulla del Dios Oscuro dejaron atrás la Torre Central y regresaron junto a Ayuukas al distrito noble. Caminaban por el pasillo rumbo al salón, enfrascados en una conversación trivial.

—Sería bastante útil contar con uno de esos vehículos a motor vuestros —comentó Ayuukas—. No es que los carruajes no me gusten, pero tienen sus limitaciones.

—Claro, por temas de higiene también... Como tener que recoger los excrementos de los caballos y eso —respondió Yuusuke con tono despreocupado.

Ayuukas, en realidad, tenía bastante interés en probar los vehículos motorizados creados por el Dios Oscuro. Estaba tratando de sacarle información, pero este esquivaba el tema con comentarios evasivos.

En ese momento, un grupo de guerreros del clan blanco apareció al final del pasillo. Su equipamiento se diferenciaba del de los soldados regulares del ejército de Gazetta apostados en Patricia del Norte. Eran guerreros de élite que servían como escoltas en la aldea del clan blanco, donde vivían los miembros de la realeza de Gazetta.

Estaban escoltando a varias mujeres que parecían ser funcionarias de palacio. En el centro de la formación caminaba una mujer vestida con ropas similares a las de Ayuukas, con una larga melena blanca. Al ver a Ayuukas acompañada por la comitiva oscura, la mujer se inclinó con respeto y le habló con voz cortés:

—Señora Ayuukas, cuánto tiempo sin verla.

—Oh, ¿habéis subido hoy? No lo sabía. ¿Ha pasado algo?

—Sí... en realidad, un poco sí —respondió ella, aunque dudando. Luego lanzó una mirada preocupada hacia Yuusuke y los demás.

Al percatarse de ello, el capitán oscuro hizo ademán de retirarse para no entorpecer, pero Ayuukas lo detuvo. Le dijo a la mujer que no se preocupara por su presencia, y que le contara lo sucedido.

—Ayuukas, espero que no me esté queriendo meter en ningún lío.

—No te preocupes.

—¡¿Cómo que no me preocupe?!

Ignorando la protesta, Ayuukas los invitó a todos al salón. Dijo que el medio del pasillo no era lugar para hablar de esas cosas. Débil para negarse ante este tipo de situaciones y de buen corazón, Yuusuke no tuvo el temple para rechazar rotundamente aquello, aunque fuera un asunto interno de otro país. Acabó siguiéndolas junto con los demás.

—A ver con qué problema nos topamos esta vez —murmuró Vermeer.

—Probablemente algún conflicto interno dentro de Gazetta —dedujo Zhahid.

Ya completamente acostumbrados a los eventos imprevistos y a las situaciones problemáticas, los miembros de la Patrulla del Dios Oscuro se pusieron en marcha de inmediato para cubrir a Yuusuke. Hinke empezó a preparar una barrera de viento para evitar escuchas, mientras que Hisotta agudizó sus sentidos, concentrándose en los mensajes en el viento y rastreando la zona.



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